domingo, 31 de marzo de 2013

Callar el grito con silencios.


Tu rostro a dos centímetros de mí. Mis labios buscando los tuyos y perdiéndose en tu piel. Podría quedarme a vivir en tu olor y no cansarme nunca. Tus ojos gritándome cosas para las cuales aún no se han inventado palabras. Unas manos que entrelazan los dedos y juegan a encajar a la perfección. Tu corazón tan cerca que casi late en mi pecho. Labios que al besarse provocan huracanes. Calmar las dudas a besos. Callar el grito con silencios. Miradas que hablan por sí solas. Arriesgar y ganar. Tus manos en mis caderas. Y estamos tan cerca, que ahora es como si ya nada pudiera hacer que nos separemos. Y me gusta la sensación de andar perdida por el mundo y que me encuentres. Me gusta la sensación de tener la calidez de ti en mí, mirarte a los ojos e intuir tus pensamientos, analizar cada gesto y pensar que por un momento los dos sentimos exactamente lo mismo. Es tan absurdo y a la vez tan perfecto que me entran ganas de creer que solamente es un sueño.  Pero es que si abro mis ojos aún estás ahí, conmigo. Y es que quiero morder todos y cada uno de tus miedos, trazar un mapa con todos los lunares de tu cuerpo y no hacer caso alguno al mapa, para tener la excusa de perderme en ti. Quiero que convirtamos en realidad a todo aquello que vivimos soñando despiertos, que nos dejemos de mitades y seamos dos piezas enteras que puedan encajar. ¿Y qué si tú vas con el sol y yo con la luna?, ¿y qué que se pierda la cuenta de todas esas estrellas que rodean el cielo?. ¿Qué importa? si detrás de ellas estás tú. 

miércoles, 27 de marzo de 2013

Hemos entrado uno en la vida del otro y lo hemos puesto todo patas arriba...

Le miré en silencio porque a veces sin palabras se pueden decir grandes cosas. Sus pupilas me acariciaban y me daban una seguridad increíble.
A veces me encantaría congelar segundos y hacerlos eternos. El brillo de unos ojos que parpadean a la velocidad de la luz, el ritmo de un corazón acelerado, el tacto suave de unas manos en la cintura, la separación lenta de dos labios que se buscan y se encuentran. Un instante perfecto almacenado para siempre. Como guardado en un reloj, intacto. Cruzamos miradas y me acercó a él. Su olor me produjo la sensación de haber estado siempre así, tan cerca de rozar las nubes con las yemas de mis dedos. Por un instante me parecía todo un sueño, y deseé con todas mis fuerzas no despertar. ¿Qué podía haber mejor que perderse en el marrón de unos ojos y esconderse en cada poro de su piel? Como si así ya nadie pudiera encontrarme . Tan sencillo como parpadear para saber que era tan real como mágico.
- Entonces tú no eres de los que hacen promesas...

- No,- rió y me miró- pero cualquier día acabaré prometiéndote algo. Por ti han cambiado demasiadas cosas. He roto mis esquemas y nunca me ha importado. He hecho cosas, he dicho cosas que jamás pensé que podría hacer o decir por nadie y eso...
- A mí tampoco me gustan las promesas. Pero sé que algún día volveré a romper una de mis normas.
- Nos hemos acorralado, ¿eh?. Hemos entrado uno en la vida del otro y lo hemos puesto todo patas arriba...
- El desorden no está mal de vez en cuando- sonreí e imitó mi gesto. Después me acercó más a él, tanto, que casi parecíamos la misma persona. 
- Entonces podemos desordenarnos un poco más... 
Sus labios lograron alcanzarme. Cuando lo hacía, cuando estaba ahí delante, cuando parecía que el mundo se detenía si sus manos rozaban mi cuello y me acercaban a él, sentía cómo el corazón latía al compás de todos y cada uno de sus movimientos. Era como si hubiéramos nacido para sentir aquello en el pecho cada vez que lo único que nos separaba eran tres centímetros. Cuando estaba con él me sobraba hasta la piel. Era esa sensación de libertad sin condición, como si todo resultara tan sencillo como inspirar y expirar,coger aire y soltarlo. 
Y qué importaba a qué velocidad razonara si ahora solo podía escuchar lo que dictaba el de la izquierda, el corazón. 
Y qué importaba el pasado, o el futuro, si el presente ya había puesto el listón muy alto...qué importaba la velocidad del tiempo o la fugacidad de los momentos, si en un instante éramos capaces del alzar el vuelo sin si quiera abrir las alas... 



martes, 26 de marzo de 2013

you.



Tu respiración en mi cuello. Tus labios pegados a los míos. Tan cerca de ti que en nuestras sombras se confundan nuestras figuras. Tú y yo contra el mundo. Soñemos despiertos, volemos sin alas. Y qué importa el qué dirán. Si cuando me abrazas no encuentro mejor refugio, y a tus labios ya les puedo llamar hogar. Hagamos del tiempo ceniza, paremos todos los relojes. Vamos a inventarnos otro mundo, tú y yo. Que éste mundo no me gusta, y cuando tú me miras lo transformas en algo mejor. Vamos a apostar, a fallar, pero y qué, equivoquémonos, para después pedir perdón. Bailemos sin música. Gritemos en silencio. Y qué que hayan días negros si con estar contigo todo se hace blanco. Vamos a robarnos sonrisas y arrancarnos a mordiscos las dudas. Que el miedo solo existe en nuestras cabezas, y para quererte, nunca me hizo falta usar la razón. Vamos a dejar que esta partida la gane el corazón, vamos a susurrarle en forma de grito al mundo que existen mil salidas pero que nosotros ya hemos escogido una...Bésame como si hoy fuese la última noche del mundo, y después dime que me quieres sin necesidad de hablar, solo mirándome a los ojos. Quizá eso baste para que reviente los índices de la felicidad, tal vez eso sea suficiente para saber que luchar es querer, y quererte es la mejor de mis manías... 
Vamos a perdernos, por favor, y si nos buscan, que sean tus manos las que me sujeten a mí y sean mis labios los que te encuentren. 

lunes, 25 de marzo de 2013

Y que yo también la he perdido, tío.

Miré a Fran y después posé mis ojos en la cerveza. No sabía si era el alcohol o qué, pero me dio un ataque repentino de sinceridad, y a penas sin conocer a ese hombre, le solté lo que giraba en mi cabeza y daba vueltas todas y cada una de mis noches.

- Yo también la conocía, ¿sabes?. Yo también pronuncié su nombre. A gritos, en forma de susurro, e incluso en silencio. Yo también la he visto sonreír, la he mirado a los ojos y su marrón me ha hecho estremecer. Yo también sé lo que es escuchar como proyecta sus sueños en un futuro no muy nítido, la he oído pronunciar sus dudas, y he visto sus ojos apuntando directamente al horizonte.
Me ha cogido la mano y me ha susurrado que no me fuera tantas veces como veces me acabé yendo. Y sí, sé lo que es que te abrace cuando rebosa de felicidad y te pille por sorpresa. Y que cuando esté triste se hunda en su propio mundo y no puedas ni atreverte a entrar en él y abrazarla.
Sé lo que es que sus pupilas se claven en ti hasta el punto de minimizarte en un mundo gigante.
La he oído reírse de todo y la he oído llorar. Ella también me ha soltado algún rollo filosófico que jamás he logrado  entender y he asentido nervioso sin saber qué decir. Sé cómo te sientes. Yo también he enredado mi dedo índice en sus rizos rubios y la he dejado caer en mi mundo. Yo también me he sentido protegido si me escuchaba y fruncía el ceño, y después me contaba algo que no sabía bien bien por qué, pero conseguía hacerme sentir mejor. Que sé lo que es mirar sus piernas perfectas alejarse a toda prisa de cualquier lugar y ni si quiera poder pestañear, joder.
Que ella también me ha prometido la luna y jamás le ha hecho falta bajármela para que yo pudiera rozarla. Que le he acariciado la espalda, y también la he abrazado en mi cama, mientras ella contemplaba todos y cada uno de los lunares de mi piel y me decía que le encantaban. Es que, ¿sabes qué, tío? antes de que ella llegara mis defectos eran solo eso, defectos. Pero cuando ella me dijo que le gustaban todas esas imperfecciones que a mí me parecían horrorosas empecé a mirarme con otros ojos y empecé a quererme. No solo era feliz porque ella me aceptaba, sino también porque empezaba a hacerlo yo.  Y yo también he leído sus versos rotos, y la he escuchado cantar, tímida, huyendo de mi propia risa. La he contemplado mientras se aguantaba la risa, y la he oído marcharse sin hacer ruido para no despertarme y darme alguna sorpresa preparando chocolate caliente. Que sí, que he pisado mil puertos con ella y en todos he imaginado que algún barco era nuestro y me la podía llevar por el océano a perdernos. Que sé lo que es perderse en sus labios, y que te muerda suave. Sé lo que es que encuentre tu punto débil y lo utilice en tu contra siempre que puede para convencerte. Sé lo que es escucharla leer en voz alta, y sé de qué color pinta sus sueños. Que jamás la he entendido del todo, y que es una tía tan rara que a veces sentía que no la conocía, pero que otras parecía que llevaba conmigo desde siempre. Y que yo jamás lo veía, pero ella no me dejó tirado ni una sola vez. Que convirtió días grises en días menos oscuros, y jugó a hacerme niño otra vez. Que con ella las horas se hacían segundos y que cuando me miraba era incapaz de no perderme. Que me hacía volar, joder, y me cosía las alas si alguien las rasgaba. 
Que nunca le gustaron las promesas, pero por mí rompió muchas normas y acabó prometiéndome las estrellas.
Que sé lo que es verla irse, tío. Sé lo que es callarse, y arrepentirse. Sé lo que es castigarse cada día y hablarle a la cerveza solo porque es rubia y te recuerda al color de su pelo. Que yo también he marcado su número mil veces y no me he atrevido a darle al puñetero botón verde. Que yo también he muerto por dentro cuando la he visto de la mano de otro, dándome a mí mismo la lata, reprochándome hasta lo que no fue. Que yo también la quise, y que después de apartarla de mi mundo lo vi. Así que no cometas el mismo error que yo, porque te aseguro que no es divertido ver como de repente desaparece de tus días, y entre tus últimas llamadas ya no está su número, y que la última conversa que tengas con ella sea de hace meses y se reduzca al qué tal. Te aseguro que no se vive mejor echando de menos los pequeños detalles, ni el mejor refugio es el recuerdo borroso de un invierno y su sonrisa permanente grabada en tu cabeza. Joder, dile que la quieres. Porque yo no pude hacerlo y no sabes cuántas veces he deseado que todo fuera absolutamente diferente, cuántas veces me he perdido en un recuerdo y he luchado con todas mis fuerzas por volver.
¿Y sabes qué? Aún miro todas las noches el móvil y me imagino que se ilumina la pantalla y es ella, o miro hacia  esa puerta y deseo ver una cabellera rubia, que se gire, y que tras ver su sonrisa vea esas piernas preciosas acercándose a mí. Ahora vivo de sueños, tío, y todo está tan jodido que bebo, y bebo, y bebo, pero ni la cerveza consigue ahogar sus recuerdos. 




domingo, 24 de marzo de 2013

Miénteme y dime que esta primavera será solo nuestra.



Y si te escribo aquí es porque no lees estas palabras, y si te recuerdo es porque tú olvidaste cuántos pasos había de mi casa hasta la tuya. Fuimos fugaces, pero yo nos hice eternos. Paré el tiempo y le quité las agujas a todos los relojes para que ya nada pudiera avanzar y nosotros nos congeláramos en la sombra de nuestros sueños. Lo paré a las seis y pico, un día gris de octubre, y desde entonces el reloj ahora siempre está quieto. Intacto. El primer beso eterno. Y qué me vas a contar de nervios, si sentí un puñado de ellos en mi estómago cuando te vi en aquel banco, sentado, a las cinco de la tarde.
Y qué me vas a contar de sueños, si los míos hablan de ti y del olor de tu cuello a centímetros de mí. Mientras yo avanzo y tú permaneces quieto, mientras miras cómo se van nuestros pequeños proyectos. Yo ya no voy mirando el suelo al caminar, porque el cielo por las noches lleva escrito tu nombre.  Y qué si esa luna ya no habla de una Venecia inundada de sueños, y qué si por las noches ya no piensas en mí. Y qué si mi sonrisa no consigue calmar tu tristeza.
Yo sigo hablándole al miedo de nosotros, y sigo pensando  en ti.
Tu olor impregnado en mi ropa cuando he pasado una tarde contigo, o el simple pero perfecto respirar de tu boca cerca de mi oído.
Instantes para recordar, aunque sea lejos de aquí.
Aunque sea lejos de un banco que contempló tu mirada al desnudo y tus confesiones más absurdas. Pero también las más importantes.
¿Ahora qué distancia hay entre dos corazones que pasaron de ir de la mano a darse la espalda? ¿Qué queda de mí en ti? Miénteme y dime que me has echado de menos, que entonces yo te besaré de verdad. Dime que hemos sido más que todo y más que nada.
Dime que al menos cuando estás conmigo olvidas la tristeza que te visita todas las noches. Dime al menos que no puedes evitar sonreír si se cruzan nuestras miradas.
Miénteme y explícame que no hay mejor refugio que mis brazos…
Miénteme y dime que esta primavera será solo nuestra.

sábado, 23 de marzo de 2013



Habría pagado por ver esa sonrisa cada día.Tú siempre fuiste de los que parecen tímidos sino los conocías. Tan lógico, que a veces, parecías mi polo opuesto. Y otras, eras como mi alma gemela. Reías tímido y explicabas gesticulando constantemente. Incapaz de aguantar mi mirada sin sonreír, incapaz de no soñar al hablar de proyectos que tenías.
Fueses en chándal o arreglado conseguías destacar entre todos. Tú, que en mi mundo hacía tanto que existías y no lo supe ver hasta mucho más tarde.
Yo era incapaz de ver tus ojos tristes, y te habría dado mis fuerzas siempre que las necesitaras. Yo, incapaz de no hacerte sonreír por el puro capricho de ver esa sonrisa que conseguía cortar mi respiración. Te habría dicho que siempre estaría contigo, pero sonaba tan a tópico barato que preferí no decir nada, pero sonreír. Yo no soy ninguna de esas personas que un día se marcharon, yo no me voy a ir.
Y aunque tú no me veas, seré tu ángel guardián. Nunca dejaré que te hundas, porque pienso sacarte a flote las veces que hagan falta. Si tú te sumerges, yo buceo para encontrarte. Y esto es así: si te veo derramando alguna lágrima, créeme, será mi sonrisa quien logre secarlas. Y por nada del mundo dejaré de abrazarte si mis brazos consiguen ser la estructura que te mantenga en pie.
Si tú me necesitas no voy a mirar hacia otro lado. Porque y qué que tus besos ya no sean la marca perfecta en mi piel, y qué si  te late el corazón y los latidos ya no hablan de un nosotros. A veces, lo único que me importa, es que sonrías. Que si tú saltas, yo salto. Porque si estás triste harás de mi mundo un mundo hecho trizas.
Y qué que no leas mis palabras, sé que ya ni éstas te consuelan. Y qué, me conformo con que mientras a mi lado estés logre hacerte menos triste, e incluso algo feliz.
Me dejaré la piel por mirarte a los ojos para asegurarme de que estás bien. Me da igual que tus labios no me besen si siendo tu punto de apoyo no te hundirás. 

Ha llegado un punto en el que solo quiero que estés bien, y que le den a lo demás. 
Porque aunque estas sean líneas estúpidas sin cobijo, aunque sepa que ayer, y hoy y posiblemente mañana estarás jodido, hoy estoy aquí, cuidándote del mundo y protegiendo cada poro que hay en ti.
Seré tu ángel que no puedas ver...seré tu ángel si al ser tu ángel tu volvieras a estar bien. 

jueves, 21 de marzo de 2013

O quizá sí.




Está de más el nudo de mi estómago si escasos centímetros me separan de él. Y está de más el escalofrío tras el choque de mejillas, está de más lo que sienta en el pecho. Y está de más porque ahora solo son emociones que contengo. Está de más cerrar los ojos y detener el instante, haciéndolo perfecto. Incluso está de más que las horas se vuelvan segundos a su lado. Está de más lo que me diga el de la izquierda, si voy a seguir haciéndole caso a mi cabeza.  Está de más querer si todo paso será en falso y acabaré retrocediendo, a compás del viento, lentamente.
¿Y a quién le va importar que le quiera? Si eso no cambia absolutamente nada. O quizá sí, lo cambie absolutamente todo. 


miércoles, 20 de marzo de 2013

*

- ¡Dispara, Noelia, dispara!
Sujetaba el arma entre mis manos, temblorosa, casi sin ser consciente de mi situación.
Es cierto, tenía los sentidos subdesarrollados. Podía oler cada gota de sangre que caía por mis rodillas, debido a las heridas. Podía escuchar cada paso, respiración y hasta latido que se encontraba en aquella sala. Podía ver con detalle todas esas miradas, atentas a mi rostro. Podía saborear mi miedo, y sentir el material del arma contactar con mi piel.
Pero lo que más sentía en aquel momento era la mirada de Jorge clavada en mí. Me estremecían sus pupilas posadas en mi rostro, y me forzaba a que disparara cada palabra que soltaba.
Ahí estaba, frente a mí, de rodillas. Suplicándome con los ojos que acabara de una vez por todas con aquello. Pero, ¿cómo alguien puede acabar con la vida de la persona a la que ama?
Temblé de nuevo. No podía apuntar bien, no quería hacerlo. Todos me miraban esperanzadores, con la fe en mí, en que en cualquier momento mis dedos milagrosamente se controlaran y presionaran para disparar el arma.
Pensé en la primera vez que había visto a Jorge. Era abril, y esa feria estaba llena de gente. Chocamos, y de repente, dos desconocidos se encontraban uno frente a otro, mirándose fijamente. Él con una cámara de fotos en la mano, yo con algodón de azúcar. Cruzamos alguna palabra de disculpa y después, sonreímos. Sincronizadamente. Como si toda nuestra vida hubiera cobrado sentido de repente, como si el destino hubiera planificado todos y cada uno de nuestros movimientos aquel día para que acabáramos encontrándonos .Fue increíble la sensación de volar con solo una mirada. No teníamos alas, pero estábamos rozando el cielo.
No hicieron falta palabras, supimos lo que vendría después.

- Noelia, hazlo.
Jorge me miró directamente a los ojos,y yo bajé un poco el arma para poder contemplarlo.
Tenía la camisa rasgada y la sonrisa torcida. Sus ojos verdes brillaban bajo la luz de los fluorescentes y a mí se me acababa de escapar una lágrima.
- No pue...
- Noelia.- dijo en tono tranquilizador. Me callé y me dispuse a escucharle.
Hizo un esfuerzo sobrehumano para articular aquellas palabras, porque se rascó el cuello nervioso y tragó saliva. Qué bien le conocía.
- Noelia- repitió- ¿Recuerdas el día que paseábamos por el retiro?
Asentí, nerviosa.
- Aquel día te conté lo de mis padres. ¿Recuerdas los que les pasó?
- Murieron.
- ¿Y sabes por qué?
- No, ¿por qué?- contesté y rompí a llorar.
- Porque ninguno de los dos tuvo el valor de acabar con el otro.
Le miré directamente a los ojos. ¿Sus padres también habían formado parte de la mafia? Parpadeé.
- Yo sé que tú sí tienes el coraje de hacerlo, Noelia, he visto cómo te han preparado y cómo has superado todos los obstáculos con creces. ¿Recuerdas cuando te dije que te pondrían muchos más obstáculos? Pues yo soy solo eso, un obstáculo que tienes que superar para salir de aquí con vida.
Sus ojos me atravesaron el alma y yo no bajé la mirada, no fui capaz. Quedé prendida de sus ojos.
¿Cómo iba a ser él un obstáculo? Después de todo lo que habíamos vivido juntos no podría resignarme a verle como un simple obstáculo en mi trayectoria. Él era el pilar que sujetaba mi vida.
- No eres un obstáculo- dije lentamente. Todas y cada una de esas palabras pesaban muchísimo. Y me daba miedo pronunciarlas.- Eres mucho más que eso, Jorge.
- No dudes nunca de que todo lo que vivimos fue real, no lo dudes nunca. Pero una vez me dijiste que todo es temporal, e incluso nosotros, los humanos, tenemos fechas de caducidad. Nosotros seremos eternos, Noelia. Pero no aquí, no ahora. Lo nuestro quedará guardado para siempre. Dispárame, no quiero ver cómo morimos, quiero que tú puedas vivir tu vida. Noelia, hazlo y saldremos ganando.
- ¿No entiendes que si tú te mueres para mí será mucho peor que morir también? ¿No eres capaz de verlo?
- Ningún amor es peor que la muerte- susurró Alaska, que me miró atravesándome con su mirada azul, de hielo.- Dispárale, o serás la próxima.

Me armé de valor y acaricié el arma. Le miré a los ojos antes de apuntar. En esos ojos me había refugiado tantas veces antes que se me hacía imposible mirarle sabiendo que estaba a punto de cargarme mi única vía de felicidad. No era duro el hecho de que él muriera, era duro el hecho de que yo seguiría en un mundo en el que él no existiera. Mis esperanzas se difuminaron, y con ellas, mis sentidos.Apreté el gatillo y lo último que observé antes de derrumbarme al suelo llorando fue su sonrisa. Tan brillante como siempre, tan resplandeciente como nunca. Jorge acababa de morir, y una parte de mí, había muerto con él. Miré mis manos, asesinas. Miré a mi al rededor, mafiosos sonrientes que habían logrado lo que querían.
¿A caso sí que había algo más poderoso que el amor? ¿A caso el dinero era lo único que movía los corazones de las personas?
Me miré a mi misma, reflejada en los cristales del coche azul que tenía a mi lado. Me miraba, pero no era yo la que se reflejaba.Frente a mí tenía a una completa desconocida, con mi misma tez, mi misma mirada, y mi misma muerte reflejada en los ojos.

martes, 19 de marzo de 2013

Diecisiete años, diecisiete razones para sonreír.



Estaba ya cansada de días llenos de nubes, de lluvias que no dejaban agua que pisar. Estaba ya cansada de vivir esperando, estaba ya cansada de querer. Y de repente, el hecho de que me hayan contado que él me ha olvidado me ha hecho ver que en realidad estaba esperando a alguien que ya no estaba ahí, que no caminaba a mi lado. ¿Las verdades duelen? Mucho. Tanto, que incluso ha habido un momento en el que me he derrumbado. Pero ¿ y después qué? Pues he mirado a mis amigos y les he dicho: Entonces toca pasar página de una vez por todas. Y he sonreído.  
Me había cansado de llorar, para qué. De escribir líneas que él ya no leía, para qué. 
Claro que le he querido. Con cada poro de mi piel. Es más, aquel mes, estuvo lleno de magia. ¿Pero si él ya no me piensa por las noches por qué he de pensar yo en él? Decidme, ¿para qué voy a querer a alguien que jamás me volverá a mirar con los ojos brillantes, deseando abrazarme? 
Me he reconstruido, me he armado de valor, me he hecho fuerte. ¿Sabéis ese momento en el que algo os duele tanto que impacta directamente con vuestro corazón? Por un momento sientes que te estruja, que te lo paraliza, y dentro de ti solo oyes el eco de tu voz. Pues eso he sentido cuando ella me ha contado que él ya se había olvidado de mí. Pero después he sentido mis latidos, mucho más relajados, acompasados. He mirado por la ventana, he sonreído y me he creído por primera vez en muchos meses que todo iba a salir bien. Si he olvidado a otras personas antes, ¿por qué no iba a hacerlo esta vez? Claro que ha sido importante. Claro que hay momentos que quedarán aquí para siempre, en la eternidad de un recuerdo. Pero mi rumbo ha cambiado. Ahora quedará la amistad, y alejaré el recuerdo, para poder mirarle a los ojos sin pensar en todos y cada uno de esos momentos en los que me llenaba el alma con solo sonreír. 
Es como si una nueva Noelia hubiera surgido de la nada y hubiera tomado las riendas de mi vida. Tengo diecisiete años, no es tiempo de esperar sentada que vuelva alguien que se quiso ir. 

No es tiempo de susurrar un ' Vuelve porque sin ti se me está haciendo duro'. 
Es tiempo de salir ahí fuera, sonreír y vivir. Cumplir sueños y viajar. Crecer. 
Creo que es tiempo de pasar las páginas de un libro, de mi libro, de mi historia. De no quedarme estancada en ninguna de esas páginas, por mucho que me haya gustado leerlas. Releerlas de vez en cuando, para recordar, pero sin desear quedarme en ellas. Porque sino, no podríamos avanzar.
Ha llegado el día en el que me he atrevido a volver a sonreír. 

lunes, 18 de marzo de 2013

La fugacidad de una caricia.


La simplicidad de dos pupilas que impactan y se reflejan. La simplicidad de unas palabras que trasgiverso y moldeo a mi gusto cuando de amor se trata. La fugacidad de una caricia, los latidos acelerados de dos personas que se miran sin hablar. Ese nudo en la garganta al acumular palabras que no eres capaz de articular. Y un gesto cansado, y tantas preguntas que me quedan por formular. Y esa sonrisa gastada que apunta directa a mí desde el otro lado de la mesa. Y esa complejidad ante decidir si luchar por ti o darte por perdido. Los recuerdos de esos besos que nunca se cansan de volver a mi cabeza. Tus manos sujetando los sueños. No olvidar esas palabras que me diste alguna vez, no olvidar los mensajes, ni fotografías ni canciones que hablaban de lo que fuimos. La conexión de dos miradas con un pasado en común, y un presente disuelto. La complejidad de mirarte a lo lejos y saludarte con un gesto. La sencillez con la que pareces llevar tu vida ahora que ya no puedes leer entre líneas mis versos.  Y lo mucho que te echo de menos cada noche cuando miro a un punto fijo del techo, sin ver nada, con Tiziano sonando de fondo y un recuerdo que no para de aparecer en mí. El presente convertido en un futuro que no puedo mirar, porque aún no ha llegado, porque me da miedo. Un pasado al que me aferro en días grises, o en noches tristes. Tus manos paseando por mi piel. El rostro pálido de un amor que pudo ser y por poco tiempo fue. Ese sabor a vida que tenían unos labios que ya no son míos, y el recuerdo de una mano que con fuerza sujetaba la mía al pisar la acera. Recuerdos de cristal que no se rompen aunque impacten mil veces contra el suelo. Y mi boca buscando la tuya cuando muere entre recuerdos. Hacia adónde voy, ya no camino. Hacia adónde vas, ya no te veo. Pero aún así me callo el sentir ese latido fuerte en el pecho cada vez que te veo. Pero aún así me callo lo mucho que te he echado de menos.

domingo, 17 de marzo de 2013

Tener(te).


''Supongo que lo mejor es olvidarnos''. No, no, no y no. Respeté la idea, pero jamás la compartí.
¿Lo mejor olvidarnos? No. Lo mejor era tenerte a menos dos centímetros, cariño. Y sentir tu respiración en mis labios. Eso sí que era vida, escucharte tarareando nuestra canción. Porque lo mejor no es mirar cuando no miras, ni ver como tu vida continúa sin mí, ahora. Lo mejor era abrazarte y sentirte parte de mí, lo mejor era perderme en tu olor y no querer  que nadie me encontrara excepto tú. Lo mejor era soñar con escaparnos juntos a cualquier lugar. Lo mejor era vivir sabiendo que algún día vería un partido de fútbol sentada a tu lado y sentiría como mía tu pasión por ello. Lo mejor era apoyarte en todas tus locuras y decirte que sí a cada una de ellas por el simple capricho de verte sonreírme y sentirte feliz. 
Así que aunque nos empeñáramos en repetir que lo mejor era estar separados, una parte de mí ha sabido que lo mejor...siempre había sido estar juntos. Aunque ya no leas mis palabras, y mi nombre no ronde por esa cabecita loca que tienes. Aunque tus brazos no echen de menos rodear mi cuerpo y tus ojos no me griten que tus labios quieren encontrarse con los míos. A pesar de que ya no esté en tus sueños y ya no entre en tus planes eso de quererme. Tienes que saber que el mundo se me quedaba pequeño cuando estábamos juntos, cariño, y nosotros crecíamos entre todo ese montón de gente. 

sábado, 16 de marzo de 2013

Regálame a alguien como tú.


Si vas a marcharte, al menos, regálame a alguien como tú.
Preséntame a alguien que tenga el mismo color de pelo que tú, y lleve puesta esa sonrisa perfectamente colocada. Alguien que coloque exactamente igual los pies al caminar, alguien que lleve impregnado en su cuello tu olor. Pídeme a alguien con los mismos ojos, con ese marrón con tonos verdes y pupilas negras, fijas, clavadas en mí. Regálame a alguien con tus manías, y tu voz, con la misma forma de pestañear o fruncir el ceño cuando no entiendes algo.
Dame a alguien cuyo tacto me haga estremecer, alguien que abrace igual que tú, e incluso me bese con tanta fuerza como lo hacías tú. Regálamelo y hazle saber que le querré; eso sí, asegúrate de que sea exactamente igual a ti. Porque me muero porque ese sofá aguante el peso de ambos, y que ese otro alguien que me acompañe lleve tu nombre también.
Regálame a alguien con tu risa, y tu manera de hacer como el que no quiere la cosa. Alguien con tus sueños, y tu forma de querer comerte el mundo. Regálame a alguien con tus bostezos, alguien que vista tu ropa. Dame a alguien que lleve su locura hasta el límite más alto, alguien que abrace con los ojos cerrados y me apriete fuerte a su cuerpo. Regálame a alguien con tu ideología y tu manera de ver la vida. Alguien que ame el fútbol tanto como tú,  y si puede ser, que esté tan guapo cuando chuta una pelota como lo estás tú. Vete, si quieres, pero no sin antes dejarme a tu copia en la puerta, para que al menos me quede un recuerdo con sabor a ti. Dile que olvide mis manías e intente quererme, que me abrace cuando esté distante y me diga Te quiero en cinco idiomas, como hacías tú. Dile que me lleve por esos sitios donde tú y yo hemos estado a veces, y que se coloque exactamente igual para tomarme por los hombros al caminar por la calle. Dile que no se olvide de mis sonrisas y que me eche de menos, que me envíe mensajes con la ilusión de que le responda, y se sorprenda al ver con la rapidez que contesto cuando de ti, o de alguien como tú, se trata. Dile que muerda como tú, y me mire como tú. Dile que no lo dude nunca, que se coma los miedos y escupa los dramas. Tú puedes irte, si quieres, pero déjalo en mi puerta antes de marcharte. Con un par de cervezas y con ganas locas de quererme. Déjalo en la puerta y deja con él todos esos gestos que hablaban de un nosotros convertido en promesa.
Vuela lejos, pero antes…regálame a alguien como tú. Porque, la verdad, no sé vivir sin tenerte, y necesito que alguien pronuncie mi nombre con tu voz. Una voz que me susurre unas frases baratas de amor, alguien que me llene los días de felicidad, como hacías tú, y haga de las cosas difíciles algo tan sencillo como respirar. 

viernes, 15 de marzo de 2013








                                                                                                        Cuando no vi en tus pupilas la necesidad de encontrarme, ni en tus manos el querer rozarme.Cuando dejé de ver en tu sonrisa reflejado mi nombre y los días pasaron ajenos a nuestras promesas. Cuando te miré a lo lejos, sonreír distante, sabiendo que tu vida para mí no quedaban huecos. Cuando vi en tu mirada que ya no leías mis palabras y pesaba sobre mí el hecho de haber dejado de importarte. Cuando algunas noches subía el volumen de la música, en un intento idiota de echarte de mi cabeza.

Cuando ya no mirabas cuando mi vista se perdía y ya no hablabas cuando el silencio se apoderaba de ambos. Cuando ya no buscabas excusas para acercarte y tus pasos iban en otra dirección. Cuando vi que ya no me echabas de menos, cuando descubrí lo lejos que te habías marchado. Fue ahí cuando desperté y dejé de vivir soñando con el día en que aparecieras de nuevo en mi vida. Dejé que el huracán de mi realidad arrasara con todo y me dejara con las manos vacías. Así el dolor se hacía más débil y yo, parecía ser más fuerte. 

jueves, 14 de marzo de 2013

No me sueltes, por favor.

Tus manos sujetan mi cintura y me atraen hasta ti. Nuestros cuerpos están tan pegados que a lo lejos pareceríamos solo una persona. Tus pupilas se clavan en mí como cuchillos, desgarrándome el corazón. Miro tus labios entre abiertos soltar el aire que has estado reteniendo todo este tiempo. Me tiembla el pulso. Mis sueños pierden el equilibrio, tus manos se resbalan y deslizan por mi espalda. ¿ Has tenido alguna vez la sensación de que el resto del mundo te da igual por una milésima de segundo? ¿Y que ni si quiera te importan las consecuencias de nada que puedas llegar a hacer?
Me acerco en un intento absurdo de que tu respiración se mezcle con la mía, pero tus labios se adelantan a todos y cada uno de mis pasos y me encuentran antes de que empiece a buscarlos. Sabes a destino, sabes agridulce, sabes como a vida.
Me estremezco bajo el tacto de tus manos que ahora se pasean por mis mejillas.
Me ruborizo y tú al notarlo, sonríes. Como si fuera la primera vez que me ves tímida debajo de tus ojos. Como si fuera la primera vez que se te clava ese miedo en el pecho y te estremece lo que sientes. Como si fuese la primera vez que desnudáramos el corazón. Como si jamás antes tus labios hubieran jugado a perseguir los míos.
Me pierdo en el vaivén de tus ojos recorriendo mis iris, mis pupilas. Como si jamás antes hubieras contemplado una mirada sincera. Y yo te miro tan fijamente que casi puedo fotografiarte. Y ahora vives en mi cabeza. Sonríes, como si te sintieras feliz y mi sonrisa imita tus gestos, porque me haces sentir viva. Y joder, me apetece parar el tiempo. Que si son las 18:45 se quede ahí congelada esa hora para siempre. Que si hace sol, no se vaya y si llueve que se congele cada gota encima nuestro y jamás se deshagan. Porque no me apetece asomarme ahí fuera si todo lo que necesito lo tengo enfrente. Porque si tú me miras el mundo enloquece, y aunque crezca, nosotros nos hacemos gigantes con él. No me sueltes, por favor, que no hay mejor que calor que tus brazos en este invierno frío. 

miércoles, 13 de marzo de 2013

Me ahogan mis propias palabras.


Estoy hundida. Soy incapaz de mirar al frente y preguntarme un ' ¿y por qué no?' si no hago más que mirar hacia atrás y preguntarme ' ¿por qué?'.
A veces se hace duro, otras, soportable. Mirar unos ojos que no reflejan amor es como mirar hacia un papel en blanco que ya no contiene una historia que contar.
Siempre he creído que volverías a buscarme, pero después de tantos meses empecé a creer que no. Y por eso me tomé la molestia de comenzar a ser feliz, pero en días como hoy, se hace duro. Me duele que esas conversaciones en las que cualquier tontería bastaba se hayan convertido en conversaciones de diez minutos que contienen 'jajaja' de cortesía y palabras vacías que llenan un espacio. Que después me reflejan un 'Visto' y ahí llega el final de ella. Lo que más me duele de todo esto es que ya no necesites de mí todo lo que yo he necesitado de ti. Lo que más me duele de todo esto es que pasen los días tan ajenos que sienta que vacilan tras de mí. Lo que más duele es mirar fotos que ya no tienen sentido alguno. Si tuviera la fuerza suficiente podría borrarlas, las borraría. Pero no la tengo.
Supongo que ha sido sencillo, más rápido, para ti. Supongo que nadie necesita a una loca que escriba más que vive y se preocupe demasiado por los demás. Supongo que a nadie le hacen falta las palabras de amor que alguien como yo escribe todas las noches con la intención de llenar ese vacío que hay en mí. Que me dejaste de necesitar, y nunca he querido admitirlo. Que ya no es mi abrazo el que buscas, y no he querido verlo.
Pero lo que más pesa aquí dentro es que intente salvar esto con mis dos manos, luchando con el viento en contra y la esperanza dándome la espalda. Que lo que más duele es que se me partan los planes y se me rompan los esquemas si me miras. Que lo que no he aprendido todavía es a darte el valor que tú me das a mí. Que no sabes cuánto duele pensar en promesas que se han hecho ceniza y en besos que ahora solo son recuerdos.
Y todavía me creía feliz por haber aprendido a disimular el dolor, pero solo es un maquillaje para cubrir la sensación de tristeza que me invade por las mañanas.
Que a veces escucho esa canción solo con la excusa de recordar cosas que se han ido. Que otoño acabó y yo solo intento retroceder y llegar hasta él todo el tiempo. Que me rompo y no me reconstruyo porque no me quedan fuerzas. Que quiero intentar dejar de luchar por ti, pero a veces se me hace difícil no querer volver en esos días en los que tu abrazo era mi única protección...pero quizá la mejor.
Que me tragaré todas y cada una de las palabras que quiera dedicarte, que me tragaré las lágrimas y sonreiré, como si así pudiera ser fuerte, como si realmente no me importara tenerte a menos de un metro sabiendo que te encuentras a kilómetros. 

No podía pretender que esta vez saliera bien, si a mí las cosas nunca me han salido bien.
Porque pensé que eras mi chaleco salvavidas...pero supongo que acabé hundiéndome igual. Con la diferencia de que ya no espero que nadie logre sacarme a flote, porque tampoco me apetece salir hoy ahí fuera. Porque se consumen las esperanzas y con ellas las ilusiones. Y la vela...al final, se apaga.
Porque ya no tengo ganas de que nadie me dé la mano para intentar levantarme, porque ahora me gusta mirar al vida sentada, en esa esquina, des del suelo. Ver como a cada paso avanzas mientras yo me quedo quieta. Porque a veces te miro y se me olvida que tú y yo ya no estamos juntos, que nunca más volveremos a estarlo. Y quizá pesa utilizar el pretérito imperfecto al hablar de tus besos. Esos besos que ahora son solo eso, besos. Cuando hace mucho fueron mucho más que eso.
Me pregunto cómo coño se hace, cómo habrás hecho para que al mirarme ya no recuerdes absolutamente nada. Cómo se resetea el corazón, cómo se borran las pisadas, las huellas en esa playa donde un día nos sentamos para hablar de nada. Cómo se olvidan los besos, ¿cómo? Si a mí todavía me quema recordarlos.
Cómo no verme patética escribiendo sobre lo que ya no es nuestro otra vez.
Cómo no verme patética cuando te pienso mientras tú ya vives tan lejos de mi vida.
Cómo no sentirme estúpida al mirar hacia todos lados buscando cualquier excusa para sonreír. Cómo no sentirme gilipollas cuando me miro al espejo y veo que sigo siendo la misma cría de siempre sufriendo por dar lo mismo de siempre. Cómo no sentir la debilidad en cada poro de mi piel si me veo tan absurda intentando continuar sin tropezar con el pasado. ¿Cómo se hace para ser fuerte?
Mis propias palabras me hacen llorar. Y ahora solo me veo perdida entre un millón de luces sintiendo aún así oscuridad. No me consuela ningún libro, ni escribir. Ni si quiera la música me abraza. Pero todos creen que soy fuerte. Todos creen que 'lo estoy superando'. Todos creen en esa Noelia que a veces construyo para los demás. Pero nadie sabe todo lo que he hecho por las personas y pocos lo valoran.
Supongo que un día aprenderé a quererte lo mismo que tú a mí, a verte solo como algo pasado, y me imagino que un día será más fácil mirarte.  Imagino que algún día estas palabras serán un recuerdo borroso. Pero sé que esta es una noche más en la que voy a hundirme, y lo peor es que mañana, cuando me levante, me creeré fuerte otra vez.
Pero esto se convirtió en lo que soy, esto se convirtió en ese 'te echo de menos' constante que ya no repito en voz alta.
¿Volverás? No lo creo. ¿Me echarás de menos algún día, cuando veas que he desaparecido? ¿Recordarás que mis sueños fueron enlazados a tus sueños? ¿Te arrepentirás de tus palabras, o de haber decidido olvidarnos? ¿Algún día pensarás en qué habría pasado si jamás te hubieras marchado de mi vida? Cuando ya no esté sentada mirando cómo paseas ese balón por tus pies y sintiéndome orgullosa de ti con cada poro de mi piel, cuando ya no haya mensajes, ni palabras que hablen de nosotros, cuando ya no seas parte de mis pensamientos y esa canción ya no suene en mi móvil. ¿Entonces verás si te he importado de verdad alguna vez?
Quizá todo fue mentira y yo me auto-convencí para convertirlo en realidad.
A lo mejor es que sigo siendo la misma ilusa de siempre con los mismos sueños contradiciendo esta maldita realidad.

Ojalá te hubieras arrepentido de aquel adiós y hubieras vuelto a buscarme.
Pero es una noche más en la que no leeré ningún te quiero que venga de ti, ni compartiré ningún sueño que hable de nosotros.
Una noche de tantas.
Pero supongo que se ha convertido en costumbre. 

















¿Puedo preguntarte algo?- dije sin apenas aliento- ¿Si no me querías, por qué me mirabas a los ojos y parecías tan sincero cuando lo decías?
No contestó. Bajó la mirada y después se marchó.

martes, 12 de marzo de 2013

  Tal vez sea porque cuando tu mano sujetaba la mía me sentía una persona capaz de comerse el mundo con solo sonreír. Porque cuando estaba jodida eras el único que me saca a flote con solo mirarme. Quizá sea que tus labios quedaban mejor pegados a los míos. Quizá sea eso, y fueras la casualidad convertida en destino más bonita del mundo. Tú, que apareciste hace años, tú que habías sido un chico cualquiera que conocí, tú, del que había hablado tantas veces con tantas personas. Tú, que coincidiste años después conmigo. Chocamos como chocan dos imanes que se atraen y se repelen por temor. Temor a encajar a pesar de no ser perfectos. Temor a que una sonrisa bastase.
 Era bonito cerrar los ojos e imaginar que cuando los abriera iba a estar apoyada en tu pecho sintiendo tu respiración de cerca. ¿Que cosas tan absurdas, no? Algunos soñando con ser millonarios y yo soñando con escuchar de nuevo un Te quiero de tus labios. Aunque ya sabes lo que dicen, son tiempos difíciles para los soñadores. Pero créeme, mis líneas no dejan de soñar(te).Así que aquí me ves, de nuevo, una tarde más, perdida en mí, perdida en un mes de octubre, perdida en recuerdos.
Habría sido fácil no despegarme de ti en ninguno de esos abrazos, o detener el tiempo en el momento justo en el que ese primer beso hacía de algo tan sencillo lo más extraordinario. Y mira que a mí el otoño nunca me había gustado, y ahora aquí me tienes, situando mi última historia entre árboles semidesnudos y lluvias de octubre. 
¿Sonaría muy patética mi voz pidiéndote que te quedaras solo una noche más?
Los dos sabríamos que lo de una noche más siempre iba a ser relativo, y que cada noche te acabaría pidiendo lo mismo.
Quizá era porque ser tu chica era pensar que cualquier domingo por la tarde podríamos compartir una pizza mientras tú me abrazabas y en cualquier televisión podríamos ver películas terroríficas que me acabaran asustando. Quizá era porque ser tu chica era sonreír orgullosa si marcabas un gol. Quizá era porque ser tu chica me hacía sentir una magia única.
Quizá era porque quererte no resultaba lo más sencillo del mundo...pero valía la pena si me mirabas des del otro lado guiñándome un ojo o lanzándome un beso. 
Quizá era porque cuando te miraba el miedo desaparecía y cada risa contigo era lo que me daba esa fuerza que me hacía levantarme cada mañana con una sonrisa enorme pegada a la cara. Quizá era eso, que te quería.














''Si me preguntas cómo estoy tu risa apagará mi lucha interna''. 
Cinco meses que han pasado volando.

lunes, 11 de marzo de 2013

A cualquier lugar, ¿recuerdas?

Le diste forma a cada uno de mis sueños. Te me resbalabas, y jugabas a deslizarte por mis dedos, como escapando del mundo. A veces se incrustan en mi vida las mil veces que dijimos que íbamos a escapar. A cualquier lugar, ¿recuerdas?. Qué más da, Japón que China, Italia que Estados Unidos. Íbamos a comernos el mundo de la mano y supongo que eso era lo único que quería tener en cuenta.
¿Se puede recordar algo con tal intensidad que haga que tu corazón tiemble de emoción? Como si aún mis labios estuvieran sintiendo ese primer beso. Como si aún mis ojos pudieran apuntar directos a tus pupilas. ¿Se puede recordar deseando que el pasado sea parecido de nuevo al presente? Ahora solo soy un cúmulo de sueños. ¿Sabes? dicen que los sueños son mentiras que algún día pueden acceder a ser ciertas. ¿Te han contado alguna vez la diferencia que hay entre la imposibilidad y la improbabilidad? Lo imposible no existe. Pero lo improbable...lo improbable tiene una oportunidad entre un millón de ocurrir. Que tú y yo coincidiéramos era improbable, que te convirtieras en algo más para mí también, y que me besaras cualquier día bajo un cielo gris...también, pero sucedió. Y por eso me gusta la improbabilidad...porque te da la opción de soñar.
Y a todos nos gusta soñar, a todos nos gusta ser como niños otra vez. Y supongo que querer a alguien es como invertir las ilusiones y después recoger los intereses.
A todo el mundo le gusta sentir un temblor en el corazón cuando unos labios se encuentran a centímetros de otros labios. A todos nos gustan los mensajes de buenas noches e incluso esos pequeños debates que acaban en un beso que te hace olvidar hasta tus propios argumentos. Supongo que a todo el mundo le gusta hacer el amor, porque mientras se hace el amor, la guerra frena.
Supongo que a todo el mundo le gusta hacer treguas con sus sentimientos...
Pero no a todo el mundo le gusta tener unos brazos como los tuyos tan lejos en las noches frías, no. Pero qué tonta soy.Quizá no sea improbable que vuelvas...quizá lo que pase es que se haya convertido en algo imposible.

domingo, 10 de marzo de 2013

Si hasta el cigarro me sabe a sus labios.

Cuando Eva caminaba yo perdía la noción del tiempo. Me sumergía en el vaivén de sus caderas, que avanzaban por ese pasillo al ritmo de las agujas del reloj, y se perdían entre la gente. Le habría mirado mientras dormía mil noches más. Le habría pedido perdón otras mil por no haberle dicho todo lo que sentía. Yo creía que todo estaba bajo control, que de veras podría hacer que las cosas siguieran el curso que yo eligiera, y así, con el tiempo, borrar todas esas huellas que al final acabaron siendo heridas para mí. Me creía fuerte y me equivoqué. Nada estaba bajo control, porque cuando Eva sonreía yo bajaba la guardia, y entonces empezaba a girar, al son de sus rizos de cristal. Por un momento olvidaba mi pose de hielo y me dejaba llevar. Entonces su sonrisa contagiaba la mía, y así yo perdía la razón, y el corazón empezaba a mandar. Aunque yo siempre he sido de los que sabía frenar a tiempo. Me arrepentiré tantas veces de haberme quedado callado como noches pase consumiendo un cigarro en honor a su nombre.
Con lo fácil que habría sido cogerla por las caderas, traerla hasta mí y morder sus sueños mientras nos besábamos. Pero no. El miedo es la gran excusa, y la mayoría de las veces es el campeón de toda batalla.
Y ahora qué hago yo, cuando otro sea capaz de cuidarla, eh. Dime, destino, qué hago yo.
Si se me muere el alma solo de imaginarla entre otras sábanas.
Si hasta el cigarro me sabe a sus labios, joder.
Qué hago yo, si esta cama ya tenía incrustada su silueta, durmiendo abrazada a mí, apoyada en mi pecho,sonriente, mientras escuchaba mi corazón palpitar. 
Qué hago yo cuando no tenga esos mensajes a cualquier hora del día que me arrancaban una sonrisa y me hacían sentir que alguien desde algún punto del mundo estaba pensando en mí. Qué hago ahora sin sus 'buenas noches, pequeño', qué hago, si cuando me llamaba pequeño yo me sentía el más grande de este puto planeta. Qué hago si ya no oigo su risa en mi oreja, qué hago si sus labios no devoran mi cuello, qué hago, joder, si no la tengo cerca. Si ya ninguna excusa es buena para sacarle una sonrisa, y ya no responde a mis llamadas. Qué hago si he dejado escapar a alguien que había insistido tanto para quedarse. Qué hago, si le cosí las alas para que se marchara. Qué hago si ahora echo de menos lo que un día eché de más, y encima he perdido el valor de alzar la voz y decirlo.
Qué hago, si Eva dejó de ser la de los rizos de oro y la sonrisa de terciopelo. 
Con lo fácil que sería un ' te he echado de menos'. Con lo fácil que sería volver a tener su olor en mi ropa y sus sueños en mi puerta. Y lo difícil que se vuelve todo ahora, cuando el cigarro se acaba y los recuerdos se me echan encima, aplastándome otra noche más. 

sábado, 9 de marzo de 2013

Vuelve a mí ese otoño repleto de recuerdos...

''no soy ningún gran escritor, ni un gran poeta...
no te podre decir los versos mas bonitos que existan porque eso ya
 
lo hacen otros, yo solo te puedo decir tequiero. ♥ ''



Esa fue la última vez que me publicó en mi biografía. Y no podía haber sido más bonita. No sabíamos que iba a ser la última, ni él...ni yo. Pero sin saberlo, escogió hasta un bonito final.
¿Que de quién hablo? Del que ha sido mi ilusión durante meses. Qué importa lo que viniera después de todo aquello, si antes de que una línea separara nuestras vidas lo que vivimos juntos fue precioso.
¿Que por qué he leído publicaciones antiguas? Tal vez porque hoy le echo mucho de menos. Tal vez porque saber que hubo un pasado diferente, me saca una sonrisa. Tal vez para sacar fuerzas y continuar con mi camino, o quizá para sentir su abrazo aunque ya no esté conmigo.
Sí, es duro que ya no lea mis palabras, y lo es aún más tener la sensación de que ya ha pasado página, y que ya puede vivir sin mí, sin echarme de menos.
Callar y sonreír me hace fuerte, mucho. Y continuar como si nada también. No sé la distancia que hay hoy de aquí al olvido, ni si quiera mido la distancia que hay entre nosotros.
Hoy solo recuerdo...y aprieto los ojos bien fuerte, para trasladarme al punto exacto, para recordar sus ojos mirando los míos, sus labios encontrando los míos. Hoy quizá solo necesite eso, saber que aunque no va a volver, un día estuvo aquí, sujetándome la mano, sujetando nuestros sueños.

viernes, 8 de marzo de 2013

Silenciar lo que sientes y hacer de tripas corazón.

Tratar de comprimir lo que siento y arrinconarlo no es fácil. A veces bajo la guardia, y una mirada o una sonrisa pueden hacer que por una milésima de segundo desee con todas mis fuerzas susurrar un 'te echo de menos'. A veces los recuerdos se te clavan y aprietas los ojos, como si eso fuera a alejarte de toda confusión de todo sentimiento que te chille que te aferres a un deseo. Pero los deseos no se cumplen. Ni los que pides con las velas de tu cumpleaños, ni con las pestañas. Ni si quiera los que susurras cuando pasa una estrella fugaz. Los deseos son esas ilusiones incompletas, y nos apoyamos en una esperanza, en una pequeña luz que veamos al final de un túnel inmenso. Es cierto, ni un deseo, ni un milagro harían que volvieses hoy. Ni que tu mano sujetara la mía, ni que tu sonrisa fuera mi única verdad. Lo cierto es que nada de lo que yo piense va a cambiar lo que ahora somos. 
Pero yo sigo intentando esconder cualquier migaja que quede de ti en mí. No por miedo, ni si quiera por lo que puedas llegar a pensar. Yo sé que tú sabes que te quiero. El amor no se va en días, no. Lo escondo porque es la única manera que tengo de mirarte sin sentir que lo único que me apetece es ver tu sonrisa una vez más o besarte. Quizá lo esconda porque escuece mirarte y hablarle a los demás en pasado. Utilizar el pretérito imperfecto contigo...como ya dice la palabra, es demasiado imperfecto. Pero soy consciente del lugar donde me encuentro y el lugar donde estás tú. Y sé que ahora tú avanzas por otro camino, hacia otro lugar. 
Tal vez lejos de mí, tal vez en contra-dirección. 
Ya no necesitamos las palabras, ellas nos empujan al vacío. A veces basta con una mirada, o una sonrisa para saber qué nos dice el de la izquierda, el corazón. 
Sé perfectamente que no soy quien pasea por tu mente, ni roza tus pensamientos. Sé que quizá los abrazos que necesites ya no sean míos. 
Sé lo lejos que estás, y sé que no vas a girarte para mirarme cuando avances con el tiempo. 
Por todo lo que sé, también he logrado entender que no vas a leer esto. 
Y aunque mi corazón diga que no, mi mente cree que eso...es lo mejor. 












'' No hace falta que me traiga la luna para poder llevarme hasta ella.''

jueves, 7 de marzo de 2013

Fortaleza.



Hay una fortaleza mayor a la de tener músculos y levantar cien kilos con una mano. Y esa es la fortaleza que obtienes cuando la vida te da un golpe duro. Encajas los golpes, y atacas. Es cierto,a  veces cuesta meses salir del pozo donde te encuentras, pero llega un día en el que te levantas y piensas: Yo también merezco ser feliz. Y ahí empiezas a vivir tu vida. Cierras un capítulo que te dejó un sabor amargo, y te dispones a escribir uno nuevo. Uno al que llenar con mil cosas increíbles, y como todo capítulo, quizá con cosas malas también. Pero al fin y al cabo es una fortaleza admirable esa de levantarte cuando más jodido estás, sacar el polvo de tu suéter, mirar hacia adelante, apretar los puños con fuerza, y decidirte a sonreír, a ser feliz, a caminar, con ganas, queriéndote a ti por encima del mundo entero, chillándole a todos que tras una caída más, tú has podido levantarte. De nuevo. Y susurrándole a todo aquel que pase por tu vida que te volverás a levantar una vez más si la vida vuelve a golpearte con fuerza.
Yo pienso que esa es la verdadera fortaleza, la del corazón. Y esa fortaleza, es la que nos hace valientes. 

miércoles, 6 de marzo de 2013

Gracias por todo lo que me regalaste, R.





Ha sido hoy. Ha sido hoy cuando he abierto un poco más los ojos. Ha sido a las 7.30 de la mañana cuando he visto ese corazón en el estado de Whatsapp que me indicaba que todo había cambiado.
Bueno, no. Nada había cambiado, simplemente ha sido cuando me he dado cuenta.
Hasta hoy yo sabía que entre tú y yo las cosas no iban a regresar al punto donde meses antes habían estado, pero sinceramente, en el fondo de mi corazón me guardaba una chispa de esperanza, una miga de fe que me ofreciera la oportunidad de cerrar los ojos y creer que volverías.
Es cierto, no has vuelto. Y todo apunta a que ahora ya tienes a otra persona.
Es por eso que he decidido pasar la página. No por rencor, ni si quiera por despecho, pasarla porque tú ya no vas a volver. Pasar la página porque aunque cierre los ojos apretándolos fuerte y desee que  regreses, lo cierto es que no lo harás. Por eso he decidido cambiar mi vida, mi perspectiva, mis sueños, mis ilusiones. Ya no soy a quien echas de menos, ni a quien recuerdas cada día. No soy el nombre que se te cruza por la cabeza, ni el abrazo que te ofrezca la fuerza que necesites. Ya no me necesitas, ya no.
Y ha sido hoy, justamente hoy, cuando te he mirado a los ojos y he sabido que ya no me pertenecían. Ni ellos ni tu sonrisa. Que yo ya no sería el motivo ni la circunstancia que te moviera a actuar en tu vida, ni si quiera un pensamiento efímero por las noches, ni las mañanas.
La realidad ha venido a buscarme y me ha dado la mano. Claro que duele, ¿Cómo no va a doler decirle adiós a quien ha sido el protagonista de tus proyectos? ¿Cómo no va a doler empezar a pasar una página en la que has escrito infinitas cosas buenas?  Pero ya no me toca a mí escribir sobre ti. Ya lo hará otra persona, quizá la persona con la que estés ahora o la persona que ahora sostenga tus miedos e ilusiones. Pero ya no me pertenece escribir sobre ti. Mis palabras ya no tienen el derecho ni la suerte de llevar tu nombre. No te voy a mentir, has sido tan importante para mí...y nunca me arrepentiré de ningún 'te quiero' que haya podido regalarte, nunca.
Porque todo pasa por algo, y si te quise, fui sincera en ello.
Pero tú me olvidaste, y bueno, con el tiempo supongo que las olas han borrado nuestros nombres. Nuestros sueños. El tiempo ha hecho que pasaras de echarme de menos a vivir sin necesitar de mis palabras, ha hecho que dejaras de leer mis textos, ha hecho que la palabra 'amigos' fuera el máximo donde podríamos llegar. Ha hecho que pase de cogerte la mano a sonreírte a lo lejos. Ha hecho que de estar a dos centímetros de tus labios, ahora esté a dos metros y a kilómetros de tu corazón.
Es cierto, llevaba semanas mal. Llevaba semanas abriendo mis heridas, y llevaba semanas escogiendo la opción fácil, o quizá la difícil. La de esperarte. La de desear que el tiempo lo cambiara todo y volviéramos a estar juntos. Habría sido tan fácil y perfecto como una simple respiración. Pero sabía que el día en que apareciera otra persona en tu vida llegaría. Y bueno, tal vez haya llegado. No me queda otra que despedirme de cada verso que hable de ti, de dejar de ser dueñas de palabras que llevaban tu rostro. Solo le agradezco al destino o a Dios, si él está allá arriba, por haberte puesto en mi camino, por haber hecho que chocara contigo, por haberme dado la oportunidad de saber cómo suena un 'te quiero' tuyo en mi oído, por haberme dado la oportunidad de saborear todos y cada uno de esos días que pasé a tu lado.
Por lo demás, ya sabes que a mí nunca me han gustado las despedidas. Que soy de las que se va en silencio, sigilosas, sin hacer ruido. Te prometo que estas serán las últimas lágrimas, y que este será el último escrito que te pertenezca. Que nos merecemos ser felices, y tal vez yo encuentre un día a alguien a quien querer tanto como hoy te quiero a ti. Gracias por haberme dado ese espacio entre tu cuello y tu hombro, por haberme acariciado, por mirarme como si el mundo fuera a consumirse en un instante, por regalarme tus sueños, tus ilusiones. Gracias por compartir ese puerto, incluso ese collar que lleva tu nombre. Gracias por haber dejado que esta loca, intento de escritora, se hiciese un hueco en esa mente matemática y lógica que me ha conquistado desde el primer instante.
Gracias por no haberme dejado tirada nunca, por haber sido sincero y sobretodo gracias por haberme querido. Aunque lo nuestro fuese efímero.
Sé que vamos a ser felices, pequeño. Aunque sea en caminos separados.
De mí, para ti...que este sea el último pero más sincero   Te quiero






12, gracias.

martes, 5 de marzo de 2013

¿Sabes por qué sé que te quiero?


- ¿Sabes por qué sé que te quiero?- dije sin si quiera mirarle. Quizá no quería encontrarme su mirada por miedo o tal vez era la timidez, que me abrazaba y amenazaba con aparecer a cada instante.- Porque cuando tengo un mal día sé que el único que podría hacerme sentir mejor con sus abrazos eres tú. Porque desde octubre no he dejado de sentir esa magia en tus ojos ni un solo segundo. Sé que te quiero porque cuando estoy realmente hundida tú haces que sonría. Sé que te quiero porque a pesar de toda nuestra historia lo único que he buscado siempre es saber que estás bien. Y en días como estos, en los que estoy realmente hecha polvo, es cuando más te echo de menos. Pero cuando menos soy capaz de decirlo. Porque no sabes lo que sería para mí que ahora mismo todo volviera a ser como antes de que lo nuestro se rompiera. Tenerte ahí, conmigo, dándome fuerzas, apretándome la mano. Eras mi chaleco salvavidas, ¿sabes? Si me hundía tú me sacabas a flote. Y quizá echo más de menos tu mirada posada en la mía que todos esos te quiero que me dijiste un día. Tal vez todo esto es más que unas simples fotos o unos simples proyectos de futuro. A lo mejor echo de menos que si se me ilumina la pantalla del móvil sonría automáticamente porque sé que eres tú. Quizá echo de menos no poder robarte los besos que necesite o no sentir el calor de tu cuello a dos centímetros de mis labios. Quizá no es que eche de menos una fecha, ni sumar meses, quizá lo que echo de menos es que detrás de esa fecha y de todos los meses, estés tú, con esa maldita sonrisa que siempre consigue hacerme sentir mejor. 

lunes, 4 de marzo de 2013

Y sus ojos tristes.

Le miré desde el otro lado de la sala. Por una milésima de segundo nuestras pupilas chocaron e impactaron, y se apartaron, como avergonzadas por el hecho de buscarse.
Yo no sentía miedo, ni si quiera tenía ese nudo permanente en el estómago que siempre he tenido cuando los nervios me mataban. Tal vez porque me había acostumbrado a que sus ojos apuntaran directos a mí, o quizá porque ya no sentía temor a casi nada.
Interrogante, con la mirada, le pregunté todo lo que me planteaba por las noches, miles de preguntas que quedaron en el aire. Raúl no contestó a ellas. Ni si quiera con los ojos.
Parecía esquivar todos y cada uno de los gestos que no exclamaban más que preguntas, y lo hacía con una elegancia digna de admirar. Si hubiera estado en una portería de fútbol, habría detenido todas y cada una de las pelotas que le habría lanzado directas a él.  Ya no con la intención de marcar gol, sino de rozarle las manos.
Aparté la vista. Y él ya miraba hacia otro lado. No sabía qué pasaba por su cabeza, y quizá ese era el temor  más grande, no saber qué le estaba pasando. Es cierto, llevaba días apagados, en los que sí, parecía feliz, pero sus ojos hablaban de vez en cuando contándome que las cosas no estaban del todo bien. Quizá mi mayor frustración no era saber o no qué pasaba, cuál era el motivo, qué hacía que esos ojos que había mirado infinitas veces estuvieran tristes, como gritando a voces encontrar una salida.
Quizá mi mayor frustración era mirarle de lejos y no atreverme a preguntar nada más. Ni robarle un abrazo, ni robarle una sonrisa. Porque yo ya no tenía el derecho de hacerlo. Yo ya no podía llenar de color esos días grises, nublados, apagados, idos.
Yo ya no tenía porqué preocuparme, pero no podía evitar sentir un vacío en el pecho si esas pupilas apuntaban directamente hacia mí.
No sabía qué estaba pasando en su vida, ni si quiera sabía ya si él había olvidado ese otoño lleno de magia...lo único que sabía es que me iba a costar muchísimo desengancharme de esa sonrisa y sobretodo...de su vida. La vida de la que un día había formado parte. 

domingo, 3 de marzo de 2013

Sin esperanza.

Odio que me hayas olvidado. Odio que ya no necesites de mí, y que ya no recuerdes ni palabras, ni momentos, ni sueños, ni proyectos. Sí, quizá odio que ahora ya no hablemos por hablar, y odio ya nunca hablarte para no tener la sensación de que ya no necesitas que lo haga. En realidad ya no sé nada de ti, y aunque me asegures mil veces que estás bien, sé que ya no me cuentas qué es lo que te preocupa. Quizá porque detrás de eso que te preocupa se esconde el nombre de otra chica.
Tal vez es eso, tal vez es que Noelia se ha ido para siempre de tu presente. Quizá odie ser solo tu pasado. Y quizá odie también todo lo que nos ha llevado a esto. ¿En qué fallamos? ¿Por qué las cosas no pudieron ser más sencillas? A veces tengo ganas de ir a buscarte y mirarte a los ojos mientras te pregunte qué es lo que sientes. Porque odiaría saber que me has olvidado, pero odio mucho más la sensación de no saber qué es lo que sientes.
Quizá odie que este invierno se hiciera más frío y no estuvieras para abrazarme. Quizá odie pensar que no hayamos estado juntos para mi cumpleaños, y que tampoco podremos estarlo en el tuyo. Tal vez odie ya no poder regalarte lo que había pensado hacer porque ya no tendría el significado que tiene para mí. Quizá odie no compartir mi felicidad ni mi tristeza contigo. Tal vez odie tenerte a menos de un metro y no poder decirte lo guapo que estás. Tal vez es eso, tal vez es que no soporto la idea de tenerte lejos. Quizá es que para mí no fue un error. Quizá es porque cierro los ojos todavía y vuelvo a octubre. Quizá es porque odio no poder decirte nada, quizá es eso. Que tú ya no estás, y me abrazo a canciones que hablan de amores rotos, o que se marcharon. 

Quizá odio que ya no busques excusas para abrazarme, quizá odio ya no formar parte de tu proyecto, de tus sueños ni de tus ilusiones. Tal vez es que echo de menos tu cara de pena suplicándome que viera en el cine contigo cualquier película de miedo. Tal vez es que echo de menos que tu mano agarre la mía y me des esa puñetera fuerza que eras capaz de transmitirme con una sonrisa. Tal vez odio escribir porque ya no me lees, tal vez es eso. Tal vez es que llevo días callando que te quiero, tal vez es que ya no me sale escribir sin que entre líneas se lea tu nombre.
Quizá odie que te marcharas, quizá odie no tener tus buenas noches.
Tal vez odie verte cada día y que cada día sea menos probable alcanzarte.
Quizá es eso, quizá es que te quiero.

sábado, 2 de marzo de 2013

Un 'ojalá' transformado en un 'Buenas noches pequeña'.



Cuando me cogías la mano me hacías sentir segura. Como si de repente la vida se hubiera cambiado al nivel fácil, de principiante, y yo fuera una novata que puede saltar sin problemas cualquier pequeño obstáculo que se me plantara delante. Me dabas con tu sonrisa lo que en pocas personas he encontrado, y estar contigo era como completar esa parte que a mí me faltaba. Eras capaz de hacerme soñar con una Venecia que era nuestra. Hacías que las despedidas se volvieran casi imposibles, porque cuando te besaba no podía dejarte marchar. Echo de menos saber que estás al otro lado, mirándome también. 
Tu barbita de tres días que me pinchaba las mejillas, el olor de tu cuello, o el tacto de las yemas de tus dedos acariciando mi cara. Tus labios buscando los míos. Nuestros proyectos de futuro. Y qué me importa ahora que el perrito fuera macho o hembra, o el lugar donde queríamos compartir nuestros sueños. Ahora lo que me importa es que tus ojos no me miran, que tú ya no me quieres. 
¿Hacia dónde ha ido octubre? Porque este marzo está siendo frío y tú no estás.
Y aunque sonrío y encuentro en cada día momentos felices, me faltas tú. 
Se me agarra un miedo a las costillas cuando te miro y sonríes, y parece fácil. Pero no es fácil, en realidad no lo es. Cuántas palabras me habré callado para no estropear la amistad que tenemos ahora, cuántas. Pero si lo único que quiero hacer cuando tienes días grises es pintártelos de colores con mis besos. Explícame cómo simulo que ya no existe nada por mi parte, cómo puedo engañarle al tiempo y tirar una carta que yo no he elegido poner sobre la mesa. 
Cómo te engaño si mis ojos me delatan cada vez que te miran. 
Si esos pequeños recuerdos que tenemos son mágicos. Si esos momentos que guardo como el mayor secreto son momentos en los que he sido feliz. 
Contigo era tan sencillo como respirar. Y me gustaba despertarme cada mañana con la sensación de que tus manos iban a rozar mis sueños de nuevo una vez más. 
Tú eres quien me hizo volver a creer en cosas que siempre me habían ido mal, tú fuiste quien me sacó a flote, y quien me enseñó a nadar. Tú que en tan poco tiempo te volviste tan importante. Aunque ahora ya no estés y me pese saber que no me echas de menos. A veces, estoy tumbada en mi cama y me pregunto si en algún momento del día mi nombre pasa por tu cabeza. Si a ti también te gustaría que todo fuese más sencillo. Pero desde que pasó lo que pasó decidiste…decidimos olvidarnos. Y me imagino que tú ya lo habrás conseguido.
A mí me queda mucho camino. Y no sabes lo que me encantaría que todo fuese más sencillo y que por un momento, solo por un momento, siguiéramos lo que nos dicta el corazón. 
Pero si esos besos fueron los últimos, créeme…ha sido el mejor final que podríamos habernos dado. Ojalá no fuera nuestro final. Ojalá el tiempo se coma al miedo y nos deje en paz. Ojalá agarres mi cintura y me susurres al oído que todo saldrá bien. Y me beses, y a mí se me pare el tiempo y solo quiera besarte otra y otra y otra vez. Ojalá dejáramos de ser marionetas de la vida y empezáramos a escribir nuestro propio guión. Ojalá pudiera haber un nosotros otra vez. Ojalá cuando se ilumine la pantalla del móvil sonría segura de que serás tú. Ojalá todo pudiera ser tan sencillo como en aquel octubre. Ojalá volvieras aquí. Ojalá todos mis ojalá se conviertan en un: Buenas noches, pequeña.
Ojalá. 

Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe

 Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe. Así empezó y acabó nuestra historia. Si sólo me hubiera fiado un poquito má...