miércoles, 31 de diciembre de 2014

Adiós, año feliz...

Este 2014 he sentido más que ningún año. He hecho cosas de las que me arrepentiré y no he hecho cosas que quería hacer. He perdido a amigos que se fueron, porque al fin y al cabo ya no necesitaban estar en mi vida. He amado con todo el alma y he estado enamorada. He cantado, bailado, reído, llorado, sufrido, sentido, besado. He cambiado y también aprendí a creer en mí misma.
Enero trajo consigo mis dieciocho años. Y ese día estuve acompañada de la persona que amó cada parte de mí.
Febrero vino con un San Valentín enorme y un montón de momentos junto a las personas que más quiero, porque celebré mi cumpleaños y todos estaban ahí.
Marzo, fresco y feliz, como siempre, me regaló  cosas mágicas que jamás seré capaz de contar a nadie y guardaré siempre en mí.
 Abril sumó diecinueve años a la persona que más quise, y ese día lo pasamos solos, juntos y haciendo mil locuras.
 Mayo trajo bajo el brazo mi segundo de bachillerato y me gradué. Fue increíble hacerlo junto a mis amigos y mi familia. Estaban absolutamente todas las personas que quería. Viví un 'Dimoni' fascinante, unos fuegos artificiales con tanta fascinación...
Junio me trajo el fin de selectividad, y empezó mi verano. Viví un San Juan que jamás podré olvidar porque tuvo más magia que cualquier otro momento.
Julio fue normal, pero no aburrido ni estresante. Mi mejor amiga cumplió diecinueve años y yo estuve ahí. Fue parte de un verano que era increíblemente bueno. Y estuve en un parque acuático lleno de amor. Y felicidad.
Agosto trajo trabajo pero también quemaduras al sol y paseos por la montaña. Fui jodidamente feliz. En septiembre estuve el último día de vacaciones metida en el Zoo, con la persona que llenó todos esos días de verano de ilusiones y felicidad. Y empecé la universidad.
Octubre fue una porción de otoño mágico, que como siempre, me dejó un buen sabor de boca.Y un Salón del Manga sorprendente.
Y entonces llegó noviembre y empecé a desvanecerme. Llegaron las tormentas, las lluvias y los días grises, que desembocaron en el puro frío de diciembre,  donde los sueños empezaron a desquebrajarse y a hacerme temblar. Pero un suspiro de ilusión llegó cuando Toy entró a mi vida.

He vivido un 2014 lleno de felicidad, y os juro que no lo cambiaría por nada.
Ha sido un año en el que me he sentido amada y he amado. Y eso es lo más grande del mundo.
Y aunque no acabe el año de la misma forma en que empezó, solo pido al cielo que alguien en este pequeño mundo pueda sentir la felicidad que yo he sentido viviendo todos y cada uno de los momentos que he nombrado.  Porque puedo prometer que toqué el séptimo cielo felicidad...Y eso quedará guardado en mí para siempre.
Bienvenido, 2015, sé que no vas a estar a la altura pero bueno, nunca está de más recibir algo nuevo que llega a tu vida.
Solo te pido que me trates bien, porque ya no soy la misma y necesito que me cuides.
Ahora más que nunca.


Ellos.


Anita.


Cambios en mí

La gente que lleva años junto a ti...



Momentos inolvidables...
Locuras que no podré borrar.
 
A quien amé con todo el alma.





 
Siempre en mi corazón.

Mi santo.


Memories.
Tardes de secretos que jamás podrán ser contados.
La llegada de gente nueva a mi vida...

martes, 30 de diciembre de 2014

Puso la pistola entre mis manos y yo no dejé de temblar.
- Espera, eh, no, no te vayas, Pablo, yo no sé cómo va esto.
Se giró para mirarme, fue solo un instante, pero torció el labio y me dedicó una sonrisa mientras me guiñaba el ojo.
- Sabrás utilizarla cuando lo necesites.
Desapareció.
Como la niebla aniquilando el paisaje, mis sentidos quedaron presos del pánico. Mis manos no dejaban de temblar y mantener el pulso se convirtió en misión imposible. No paraba de escuchar gritos a mi alrededor, también susurros. El viento golpeaba con fuerza mi cara, el pelo se me enredaba y no podía ver bien. Estaba sudando, pero era un sudor frío. Los nervios ganaban la batalla esta vez. No podía pensar con claridad y la palabra suicidio paseó por mi mente.
Pero de repente recordé la voz de mamá diciéndome: ' El mundo es horrible ahora mismo. Esos seres sin vida van a acabar con toda señal de felicidad. Pero hija, tienes que prometerme una cosa. Prométeme que vas a cuidarte. Prométeme que vas a cuidar de todos los que puedas. Prométeme que jamás te vas a rendir. Prométemelo. '


Te lo prometo.
Mi hermano ya había muerto hacía exactamente veintidós días y apenas había tenido tiempo y espacio para llorar su muerte. La vida avanzaba de manera intrépida y ninguno de nosotros estaba preparado para tal velocidad y tal desesperación. Quise gritar. Pero no me quedaba aire ni tan si quiera para suplicar que todo cambiara. Todos queríamos sobrevivir pero en los momentos de debilidad todos ansiábamos morir.
A mí solo me quedaba Pablo, y la esperanza de que mis padres estuvieran vivos en algún lugar. Pero a Pablo...A Pablo no le quedaba nadie. Su familia murió ante sus ojos. Sus amigos desaparecieron y meses después nos los encontramos por el camino. Pero ya no de forma humana. Ya no como los recordábamos...
Él estaba solo. Pero me tenía a mí. Y aun así tuvo el valor de dejarme allí  para protegerme.
Se fue al centro de la ciudad, necesitábamos recursos. Aunque apenas quedaba ya nada en las estanterías de esos supermercados que en un pasado estuvieron repletos de vida.
Teníamos que intentarlo.
Él decía que si conseguíamos sobrevivir, si llegábamos hasta el final, compraríamos un adosado. Y que también construiría una piscina con vistas al mar. Que formaríamos una gran familia.
A veces nos quedábamos mirando las estrellas y nos inventábamos esa vida, ese futuro incierto y deseado. Pablo creía en mí. Quizá demasiado. Decía que yo era más fuerte de lo que creía.
Y lo cierto es que yo no pensaba así hasta que tuve que enfrentarme yo sola a aquella masacre.
Él no estaba y yo tenía un muerto viviente delante de mí.
Apunté. Y volví a apuntar. Busqué el punto medio, exacto al milímetro, de su cabeza. Y apunté de nuevo. Apreté el gatillo.
Y pum.
Al suelo.
Lo había hecho. Sola. Al fin. Era la primera 'persona' que mataba y sin embargo no me sentí culpable.
Los primeros meses fueron distintos. Creí que era un error matarlos...Hasta que contemplé cómo uno de ellos devoraba sin compasión a mi hermano.
Ahí fue cuando empecé a ver la realidad. Y cuando me di cuenta de que solo había dos opciones:
O morían ellos o moríamos nosotros.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Solo son delirios de una noche...

¿No has tenido nunca la sensación de que el mundo te queda grande? Te despiertas cada día y parece que vives lo mismo una y otra y otra vez. Todos lo llaman un nuevo día pero tú sigues pensando que se parece mucho al de ayer. Haces vida normal e incluso sigues siéndole fiel a tus aficiones. Y además, consiguen hacerte sonreír o reír a carcajadas de vez en cuando. Pero existe una fracción de segundo en la que tú misma eres consciente de que tu mundo interior es muy diferente al que los demás ven desde fuera. Cuando suena el despertador, cuando abres los ojos por las mañanas automáticamente lo piensas. Lo sabes. Sabes que todo es diferente. Y durante segundos el levantarte de la cama se te hace pesado, y preferirías quedarte en ella porque sientes que no tienes ganas de que se repita un día así. Tan vacío. Tan amargo. Tan auténtico y a la vez tan...Tan diferente a lo que habías tenido antes. Esos segundos de las mañanas son los que hacen que te sientas frágil, débil, ingenua, cansada. Y te dices a ti misma que lo mejor es levantarse y seguir. Siempre seguir. Sin ganas, sin pausas, pero sin ir deprisa. Solo seguir.
Ya todos te dicen que te ven mejor, aunque tú sabes que por dentro sigues estando igual que ayer y probablemente igual que mañana. No importa, tú quieres que ellos sean felices, porque son tu gente y han estado ahí. Tú sonríes sin hablar, y ellos se calman y te dejan seguir. Pero por un momento, solo un momento, has suspirado. Nadie lo ha visto, no lo han notado. Pero has suspirado y ese suspiro tenía un nombre, una fecha, un recuerdo. Quizá solo ha sido una frase que ha vuelto a tu cabeza, una mirada, una conversación, sus ojos clavados en los tuyos. Quizá una caricia de su cuerpo desnudo o un ataque de risa dueño de otra época en la que las cosas eran diferentes. Nadie lo ha notado pero tú sí. Y te preguntas por qué. Y no encuentras respuesta.Y te repites: Va, anda, no pienses. Pero piensas. Porque es inevitable.
A veces, en el metro, en tu habitación, en la cama, en el sofá, mirando algo o alguien te quedas en blanco. Y miles de imágenes a modo de fotografía y vídeo pasan por tu cabeza a la velocidad de la luz sin darte apenas tiempo a reaccionar. Una montaña de tristeza te inunda y tú aguantas las tres lágrimas que acabas por derramar. Son esos momentos en los que un 'Te echo de menos' le gana a un 'Debería dejar de pensar en esto'. E inevitablemente miras algo relacionado con lo que sientes. Y tienes ganas de llamarle y contarle cómo te ha ido el día. Pero te contienes. Es mejor así. Porque tú ya no eres nadie para querer abrazarle. Y nadie para calmar sus miedos. Entonces tragas saliva y cambias quizá la canción que estás escuchando, el canal de la televisión. Porque piensas que así vas a huir de todo. Pero no es así. Intentas refugiarte en las cosas que te gustan, y por mucho que disfrutes, siempre hay una parte de ti que sientes incompleta.
Y quizá te imagines una conversación, una en la que le hablas. Quizá incluso le hables al aire, con lágrimas en los ojos, y esperes respuesta. Quizá imagines la respuesta.
Te abrazas a ti misma y calmas el frío. Levantas la cabeza, te miras al espejo, y la persona que ves eres tú pero sabes que una parte de ti ya no está. Y sientes que la imagen no está terminada, que alguien debería acabar de dibujarte. Que se te está borrando un poco la vida. 
Y alguien, sin venir a cuento, de repente, te trae al mundo real. En el que ahora vives, del que quieres huir. Y puede ser tu madre, quizá tu amigo, tu hermano o tu compañero, te habla del clima o yo qué sé, de por qué las naranjas son naranjas. El caso es que de repente bajas de ese mundo en el que refugias tu mente. Y cada vez que bajas, duele. Porque el mundo que  te gusta ha desaparecido y no ha dejado ni rastro en ti. 



viernes, 12 de diciembre de 2014

Aunque no lo leas, es lo único que puedo escribirte.

Sé que no me lees, porque si realmente tuviera la certeza de que lo haces, no estaría escribiendo esto. He pensado en desaparecer del blog por un tiempo, y es por eso que hoy voy a darme la libertad de escribir todo lo que siento. Porque no sé cuándo volveré. Y necesito decirlo.
Han pasado ya algunos días desde que supe de ti, desde que te vi, y desde entonces no he vuelto a saber nada  más. Quizá muchos piensen que eso es lo mejor, aunque yo solo pienso que es lo más doloroso del mundo. No está siendo fácil, la niña pequeña que dormía en mí se ha despertado y por las noches le invade una soledad imborrable. Mira hacia la pared, ahora vacía, y consigue recordar de memoria esas fotografías que ya no están. Parece tan fácil quitar los recuerdos, hacerlos a un lado...Que me pregunto por qué en mi cabeza no está siendo tan sencillo.
El momento en que vi que ya no podía saber nada de ti fue uno de los más dolorosos. Dejé de mirar el teléfono esperando algo, porque sabía que habías borrado la posibilidad de marcar ese número que ya no está. Hiciste bien. O no. No lo sé.
Sé que estás mejor, o al menos mi cabeza desea pensar que es así. Porque si te imagino sufriendo mi alma solo quiere abrazarte, como nos abrazamos aquel día, como nos fundimos con lágrimas en los ojos. Te dije adiós cuando lo único que quería hacer era borrar el dolor. Has desaparecido y este dolor es la única prueba de que has estado aquí. La habitación está tan fría desde que no la adornas con tu voz que he empezado a pensar que estoy viviendo una vida que no es la mía.
Fui jodidamente feliz viviéndote, te lo puedo jurar. Fui inmensamente grande y era capaz de comerme el mundo si estabas a mi lado.
Lloro con rabia e impotencia y luego me calmo, y espero a que el dolor se alivie solo. A veces incluso cierro los ojos y pienso que cuando los vuelva a abrir habré desaparecido. Quiero desaparecer. Correr e irme muy lejos y que nada pueda atraparme.  Porque en mi vida están pasando muchas cosas que ya no puedo compartir contigo. Ojalá estuvieras aquí. Con tus manías y tus cosquillas y tu manera de ver el mundo. Porque tú conseguiste hacerme libre.
Porque tú sabías quién era. Porque yo sabía quién eras. Quién eres.
Sé que no me leerás por dolor o tal vez indiferencia. Ojalá la felicidad te esté esperando cerca, porque mereces todas las cosas buenas que lleguen. Eres la única persona en el mundo que consiguió enseñarme a ser fuerte, y tu despedida es el examen final que tengo que superar. Me has puesto a prueba y no quiero fallarte.
¿Cómo te despides de alguien así? Te juro que tenía un nudo en la garganta y que no quería irme. Solo recuerdo tus ojos teñidos de un brillo y una tristeza inmensa. Y mis manos heladas y temblorosas rodeando tu piel por última vez, como protegiéndote de las cosas que había a nuestro alrededor. Habría parado el tiempo justo en algún momento de todas esas fotos que sé que tardaré en volver a ver. Porque sé que si las veo iré corriendo hacia donde estés para abrazarte y no debo. Tú me pediste esto y tengo que respetarlo. Lo más valiente que he hecho en mi vida ha sido dejarte marchar. Porque mi corazón me agarraba por la espalda suplicándome un ' No, no lo hagas, por favor'. Y yo no quise hacerle caso porque te veía triste y solo pude dejarte marchar. No miré hacia atrás para no arrepentirme y volverte a llamar, e imagino que tú tampoco miraste.
 Te echo de menos enormemente. Y siento que el guion de mi vida se detiene y me faltan personajes y la historia me conmueve y me desvela. Cada noche intento no pensarte, intento dormirme rápido para no tener tiempo a imaginarte delante, como tantas noches estuviste abrazado  a mi risa y al olor de mis sábanas. Te echaré de menos, y te miraré desde lejos si no me dejas acercarme, seré el invierno que mira al verano sabiendo lo imposible que es alcanzarlo . Seré solo la melodía más taciturna y la risa más aguda que jamás oigas.
Y ahora podría decirte que te quiero, pero no quiero escribirlo porque sería reconocer que muchas veces me quedo mirando un punto fijo y solo pienso en todo y nada a la vez.No quiero que me imagines triste. Quiero que veas a la Noelia que adornaba tus días con poesías y dibujos tontos solo para hacerte sonreír. Porque en su día quizá no hizo efecto e igualmente la tristeza te invadía, pero sé que si ahora lo piensas sabes que funcionó.  Quiero que te acuerdes de la niña que lloraba con películas de amor, que miraba embobada las estanterías de las chocolaterías, esa chica que te amó de la mejor manera que supo y que bailó desnuda pegada a tu cuerpo la mejor melodía. Se llamaba amor lo que tuvimos  y fue real. Pero aún no puedo pedirme recordarte sin que se rompa mi armadura y me invada un poco más la soledad.
Tuve mucho más miedo del que tengo ahora; Ahora no sé tener miedo porque no estás. Ya te he perdido.
Espero que jamás olvides el sonido de mi risa o mi forma de mirarte con ilusión, porque te he dado la inocencia del amor más puro y real, porque te di todo lo que tenía y te enseñé todo lo que sabía.
Ojalá pienses en mí cuando mires hacia el cielo y sea de noche, y pienses en qué locura estaré haciendo en ese instante. Ojalá te acuerdes ,cuando alguien pronuncie mi nombre, de esas capuchas que chocaban y acercaban un beso a nuestros labios. Ojalá recuerdes aquel día en el que llovía tanto que nos dejamos mojar como dos locos que bailaban al son de los truenos más fuertes. Ojalá que dentro de ti esté esa parte de mí que se fue cuando te vi alejarte.
Me conformo con que seas feliz, con una sonrisa tuya a lo lejos. Me conformo con imaginarte yendo a las clases con tu música, sabiendo que estás caminando en la dirección correcta. Me conformo con tus pasos a buen ritmo, con tus juegos y pasiones. Con tus noches de fútbol y las bromas con tus amigos. Así te quise de feliz. Así me enamoré de ti, cuando eras tú, y esa sonrisa te envolvía la boca. 
Así te quise, con un balón entre los pies y tu mirada de concentración apuntando hacia la portería. Te quise y si volviera a conocerte volvería a hacerlo.
Jamás podré decir una palabra mala de ti. De ti no. Porque nadie ha perseguido algo con tanta fuerza como perseguías tú tus metas. Tú me cuidaste con la ternura más llena y con el corazón en la mano. Y esa niña pequeña que ha despertado te agradece cada beso sincero y cada palabra encerrada en magia. Porque esa playa, y ese mar, delante de ese puerto y de ese símbolo de libertad, guardará todos nuestros mayores secretos.

De cierto modo siento que esta es la única manera que me queda de hablarte, la única manera de que escuches mi voz, leyendo esto. Pero de veras que sé que no lo harás. Te prometo que sé que tú eres el más fuerte y que vas a poder vivir con esto dentro. Te prometo que sé que eres el más valiente. Porque lo recuerdo, recuerdo que te llamaba Valiente superviviente y te gustaba. Porque en el fondo tú sabes que lo eres. Que siempre lo has sido y lo serás.
Desde lo más profundo e insensato de mí voy a dejar de escribir ya, me despido al menos por hoy, porque es tarde y es de noche y debería dormir. Ojalá ahora entre tus manos esté el mando que tanto te gusta usar y disfrutes de una partida que te haga evadirte.
Porque debes seguir siendo tú.
Porque esa es la persona que puede comerse el mundo.
Y sé que vas a sorprenderles a todos cuando lo consigas.


Hay una canción que dice: ''Cuídate, nos debemos la vida''. Y yo quiero que lo hagas.

Buenas noches,
te deseo las mejores fiestas y la mejor vida.



















Volveré aunque no sepa cuándo.

jueves, 11 de diciembre de 2014

No hay palabras...Hoy hay sentimientos.








Te conozco de siempre, 
llegaste hace un rato. 

****
Puede ser que vuelvas otra vez y hagamos Navidad 
y te roce la piel una estrella fugaz. 
Ayer te pude ver. Creo que eres más feliz. 
Me dio por recordar tu manera de arder. 

***

Cuídate, nos debemos la vida.





Siento que tuvieras que borrarme de tu vida para quitar el dolor que suponía ver algo de mí.
Y siento no saber nada más de ti. 
Y siento no querer sentir.
Y me siento perdida. Y me siento diferente.
Y me siento vacía.

Y siento tener que escribir.
Y siento que ya no me leas. De veras que lo siento.

martes, 9 de diciembre de 2014

Hoy ha habido un incendio en mi escalera. Y no te estoy hablando con metáforas. Literalmente, ha habido fuego. Como hace doce años atrás. Como aquello que te conté tantas veces.
No ha sido nada grave. No ha pasado nada, absolutamente. Todos estamos bien.
Pero por un momento he pensado en que estas son las cosas por las que te habría llamado. Para contarte que cuando he llegado a casa me he asustado. Para explicarte que por un momento he pensado que si hubiera pasado algo tú jamás lo habrías sabido. Que no te lo podría haber dicho.
Y que eso me ha hecho romperme.
Si cierro los ojos siento que me abrazas. Necesito abrazarte. Y a la vez necesito olvidarme de esto. Porque sé que por mucho que desee ver tu sonrisa ya jamás la tendré enfrente de mí.
Y cómo duele no verte, no saber de ti, absolutamente nada. Cómo duele estar sentada en el metro y recordar las veces que ahí mismo, quizá en ese mismo vagón, tus brazos rodearon mi cuerpo.
Y cómo duele ver en el reflejo que ya no hay nadie al lado para decirme: 'Eh, no llores más, mi niña. Que estoy aquí'.
Ojalá tú no estés sintiendo esto. Ojalá tú suspires y pienses que eres un poquito más fuerte que ayer, y que mañana serás un poco más fuerte que hoy. Sé fuerte. Porque quiero que sonrías de nuevo.
Aunque ya no pueda ver esos dientecitos perfectos derrochando felicidad.
Aunque ya no pueda verte.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Quería cambiar mucho.
Tanto que no supe qué decir.
Un 'Ten suerte' habría bastado. Pero igualmente era un 'Ten suerte, pero sin mí'. Me habría ahorrado la segunda parte pero creo que es lo más cierto que habría podido decir.
¿Cómo te despides de alguien que lo ha sido todo? ¿Cómo empiezas a cambiar tu vida? O mejor dicho...¿Cómo empiezas a asumir que tu vida está cambiando?
Me aferraría a cualquier cosa, pero no quiero aferrarme. Ya no puedo hacerlo.
Porque cuando te he visto llorar he pensado: 'Es adorable la manera en la que resbalan las lágrimas por sus mejillas'. Y después he pensado: 'Ojalá no tuvieras que derramarlas'. 
¿Por qué siento como si unas manos invisibles estuvieran apretando mi corazón? ¿Por qué cuesta tanto no mirar si estás? 
Me habría quedado tanto tiempo a tu lado que nos habrían faltado los dedos de las manos para contar cuántas sonrisas habríamos exhalado. 
Pero tengo que dejarte ir. Porque cuando quieres a alguien no debes de ser egoísta, y aunque te queden fuerzas para luchar, tienes que rendirte. 
Te voy a echar infinitamente de menos.
Y nada será lo mismo sin ti. Será algo, pero distinto. Será bueno, quizá, o no. Pero será distinto. 
Lo siento, por todo aquello que faltó o por todo aquello que podría haber venido. Lo siento, por ti. Porque sé que cuando no lograste aquello que querías te viniste abajo. Te derrumbaste. Y lo siento. Siento que nada haya sido suficiente, que esto te haya causado dudas, siento que te fueras. Y siento haberme ido. Siento el último beso y el último abrazo. Siento que nuestros corazones hayan gritado desde la distancia un: 'No te alejes, por favor'. Y que nuestras cabezas les hayan hecho callar. 
Siento todas esas risas que se nos calaron dentro, muy dentro. Siento esos partidos, esos abrazos que abarcaban ciudades. Esos momentos a solas, íntimos, imborrables.
Me has regalado tanto que siento que una parte de mí se ha ido contigo.
El 80% de mí ya no es el mismo. 
Y siento escribir pero es el único modo de no pensar. O de hacerlo, y liberarme. Aunque estas palabras sean la cárcel y yo sea la prisionera. 
Ojalá seamos felices. Ojalá hubiera sido juntos.
Existen tantos ojalá que no sé si podré borrarme las heridas. 
Existen tantos ojalá tatuados en mi piel que no sé si podré renunciar a ti alguna vez.



Pero me has dicho que lo mejor para ambos es esto.
Y siento decirte adiós pero es lo que debíamos decirnos.
Y es lo que hemos hecho.
Una parte de mí siempre te llamará...
Y esa pequeña parte de ti que me he quedado, ese recuerdo, todo lo que me has ofrecido, siempre le contestará. 



Sé que pueden pasar 2 cosas: O utilizaré demasiado el blog o lo dejaré de lado. Esta vez creo que será la segunda. Disculpadme, aquellos que me leáis Volveré. 

sábado, 6 de diciembre de 2014

viernes, 5 de diciembre de 2014

''Estoy aquí''

Eras esa calada imprecisa de un cigarro infumable. No quería consumirte porque no quería perderte.
Así que solo te miré y dejé que tú hablaras, para ganar tiempo e intentar ser fuerte. Para hablar después sin que la voz me temblara. Para declararme inocente cuando dictaras sentencia y decir que  solo soy culpable de quererte.



Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe

 Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe. Así empezó y acabó nuestra historia. Si sólo me hubiera fiado un poquito má...