martes, 30 de octubre de 2012

Es un cliché, no es amor.

Lo llamabais amistad porque no os atrevíais a llamarlo amor, pero ambos sabíais que siempre lo había sido. Desde aquel agosto, desde aquella noche cálida, desde aquel cruce de miradas. Era un bar de carretera, o quizá no, pero quedaba más interesante cuando decíais que sí lo era. Os encontrasteis y sin saber por qué os sonreísteis  Vamos, como si os conocierais, o como si algo os atara a estar juntos. ¿Cómo lo llaman?, Ah sí, química. Creíais que era increíble haber coincidido entre tanta gente. Él del norte, tú del sur. Era bonito, una casualidad preciosa. ¿Cuánto duro? Cuatro meses. De mayo a septiembre. Fue como una pausa efímera de vuestras vidas. Como si hubierais parado después de un maratón a coger aire. ¿Hubo besos? yo sé que sí. Y no sólo con los labios. Hubo tantos besos sin haberlos...Os queríais tanto que os dolía el pecho. Cada tarde cuando te dejaba a las 21.44 en tu portería deseabas parar el reloj, todos los relojes del mundo y quedarte colgada de su sonrisa. ¿Era casi perfecto, no? Pero nadie te avisó que los cuentos acababan. Que igual que se escribe el principio, también hay un final. Septiembre fue el mes más duro de todo el año. Te recordabas a ti, el uno de enero, esa madrugada, comiéndote las uvas ilusionadas, pidiendo el mismo deseo de cada año: Que entre alguien en mi vida y me la cambie. Y plaf, llega para desaparecer. Qué puta es la vida, piensas. Lo sé. Tu cigarro se consume a la velocidad en que tu vida se desmorona. Tú eras de las que lloraba con las películas de amor, ¿no? y ahora te ves en un sofá, con una botella de agua al lado y unos pañuelos que no has abierto. Vaya, ni alcohol, ni chocolate deshecho ni lágrimas. Qué puta es la vida. Ni las lágrimas acuden a ti en momentos como estos. Vaya, Mery, como gira la vida. Antes os llamabais a todas horas. Ahora miras sus últimas conexiones de WhatsApp como si te fuera la vida en ello. Lo que no sabes es que él también está sufriendo, de veras. Marcharse fue como dejarse en el sur algo que quería llevar al norte. ¿Me sigues? Él quería una vida contigo, y ahora tiene que asumir una sin ti. El café le sabe amargo. Las 21.45 son como una hora sagrada en la que mira vuestra última foto. Ahí, sentados, en una roca. El sol en tu cara, sus gafas de sol pijas de las que te reías. ¿La recuerdas? Era 26 de agosto. Y qué risa te entró cuando se resbaló y estalló la lata de coca-cola. Lo ves tan lejano que escuecen las heridas al recordar el sonido de su risa. ¿Qué os pasó? La distancia, dicen algunos cantantes, que no hace el olvido. Pero Mayo está infinitamente lejos y tú cada día tienes más ganas de abrazarle. ¿Qué hacer cuando el mundo está del revés? ''No es amor'', decías. ''Es un cliché'', decías. Pero sabes que estás tan hasta las trancas que te da un miedo absoluto mirar al fondo del precipicio. Sabes lo hondo que está, pero te da miedo saltar sólo por si él no está allí a bajo para sujetarte cuando te dejes caer. 

lunes, 29 de octubre de 2012

Tú tienes que ser un ángel, o algo así.

Porque el mundo se encogía en un instante cuando él tomaba mi mano. Porque temblé con el primer beso, y con el segundo. No sabía bien bien lo que era, no sabía qué pensar, es cierto. Estaba acojonada porque hacía muchísimo tiempo que nadie me quería por lo que era por dentro y por fuera. Y sí, me dio muchísimo miedo, pero cuando llevaba treinta minutos a su lado, después del primer beso, sentí que ya me daba igual el miedo, que aunque fuera un kamikaze pensaba ir directa, de cabeza, a jugármela. Y tú no sabes cómo besa, que se te pierde el norte, el horizonte y los caminos. Todo se pierde si sus labios juegan a encontrarte. No sabes la cantidad de veces que he soñado con besar su espalda, de morder sus labios. Porque sin duda, jamás había visto a alguien tan increíble fijando sus ojos en mí. No has escuchado sus 'te quiero', o el sonido de su risa acariciándote el alma. No has tenido sus ojos a dos centímetros, ni has analizado el marrón verdoso que hay en ellos. No has tocado su lengua con la punta de la tuya y un escalofrío te ha recorrido la espalda. No te ha acariciado, ni te ha puesto el pelo detrás de las orejas. Él no te ha llamado princesa, ni te ha dado los buenos días aunque sea por un mensaje de WhatsApp. ¿Sabes? he tenido la sensación de que es mi ángel. Y sólo me arrepiento de no haberle visto antes de todo. Es la casualidad más bonita del mundo, esa que puedo teñir de destino. Y me da igual irme a Alemania, comprarme un pastor alemán, o aguantar el olor del puré de patatas si estoy con él. Porque me iría con los ojos vendados y atada a él a cualquier lugar del mundo donde pudiéramos ser felices. ¿Que loco todo, no? Pero en realidad todo es más bonito. La vida tiene otro color, otro rumbo. No sé, ahora sólo puedo soñar con cosas bonitas. ¿Loca? Puede. Pero sé que me queda tanto que vivir a su lado...que sólo tengo ganas de que llegue un momento, una decisión, un beso, un abrazo, algo que haga que nos queramos más y más. No quiero cansarme nunca de que me acompañe hasta mi potería, que se siente a mi lado y empecemos a hablar de cualquier tontería. Quiero que me coja por la cintura, que le guste mi olor, que me muerda los labios. Quiero que no se canse de decirme te quiero. Que me lleve a playas, sitios, parques, museos, ciudades...pero siempre de la mano. Quiero no tener que imaginarme con nadie nuevo, ponerle celoso algún día y que vea en sus ojos que me quiere tanto o más de lo que dice. Quiero que la vida nos ponga pruebas, y nosotros las saltemos sin dificultades. Quiero tanto que me parece poco. Le quiero tanto que a veces no controlo el sueño, ni la felicidad, ni los antojos. Lo quiero todo con mi ángel guardián, quiero tener deudas con su espalda y caricias con su corazón. Todo, lo quiero todo. Y todo es poco. 

domingo, 28 de octubre de 2012

Ni novios, ni amigos, ni colegas. Somos lo que el tiempo deja.

- ¿Entonces, si no somos novios, qué somos?
- Dos almas impares, supongo.
Me revolví nerviosa. No sabía si entendería qué quería decirle. Me pasaba a menudo, pensaba frases que tenían sentido para mí pero los demás no le encontraban ni pies ni cabezas. Él me miró alzando las cejas y me enseñó media sonrisa.

- Así que dos almas impares, nunca nadie me había dicho algo así.
- Entonces no habrás conocido a muchas locas antes de mí...- reí nerviosa, pero esquivándole con los ojos. No quería perderme en sus ojos porque perdería la noción de las palabras.
- He conocido a muchas locas, y te aseguro que tú no lo estás.

- Pues vaya, yo creyendo toda la vida que lo era. Yo no quiero estar cuerda, me has roto la ilusión.
Rió y entonces le miré. Sonrisa enormemente brillante, postura chula pero honesta, hoyuelos en las mejillas, bocata en mano.
- No es que seas un ser racional, eso es lo último que eres. Te mueves por impulsos, pero no estás loca. Eres la persona más extraña que conozco, con metáforas inventadas y frases hechas que dices que solía decir tu abuela pero que cada día estoy más convencido de que decías tú. No sé, siento decepcionarte con eso de que no estás loca...pero si te sirve de consuelo, eres increíble.

- Vaya- me sonrojé a más no poder y giré un poco la cabeza, miré el mar. Hacía sol, pero se estaba apagando. Eran sólo las siete y media de la tarde, pero el cielo parecía mucho más mayor- Nunca antes me había dicho tampoco algo así. 
- A ver si todo el mundo va a estar cuerdo y los locos vamos a ser nosotros...
- No me importaría.
- ¿Estarías con un loco?
Reí suave. Le miré fijamente. El aire golpeo mi cara y alzó un poco mi pelo, pero él cogió un par de mechones y los puso tras mis orejas.

- ¿Qué clase de pregunta es esa?
- La clase de pregunta que hace un loco que está enamorándose de una chica misteriosa que se niega a acoger a esa peligrosa palabra a la que teme: sentimientos.
- Estás muy chistoso...
- Hablo de verdad. ¿Lo estarías?
- Estaría sólo con un loco que fuera capaz de soportarme. 
- Eres fácil de soportar. 
- Pero no fácil de querer.
- ¿Nunca vas a arriesgar?
- ¿Para qué si tengo las de perder?
- Yo me tiro sin casco, y quito los frenos. 
- Te puedes estrellar..
- ¿Me estrellaría contigo al lado?
- Lo más probable es que sí.
- Entonces no me importa...


sábado, 27 de octubre de 2012

A golpes de corazón.

Aquí me tienes, tal y como querías. Simple, transparente, arrodillada ante ti. Puedo besarte los pies, si quieres. Ya me tienes. Ya es tuyo. Ya soy tuya. Ya no es nuestro,ahora es sólo tuyo.
Acaríciame el alma a golpes de pie, como ya es costumbre. Haz que los moratones cobren un color más marrón, más oscuro. Ya no me asustas cuando levantas el brazo porque sé que el dolor que siento después no es comparable al dolor con el que me despierto todas las mañanas. El dolor de saber lo efímero que fue todo lo bonito, lo efímera que fue la magia. Cálmate. Sé que en el fondo me quieres, lo sé. Yo también veo dolor en tus ojos cuando golpeas mis ojos, mis hombros, mis piernas, lo veo.
Ambos estamos sufriendo. Desgárrame la ropa, a fin de cuentas es como acaba siempre. Yo, tú, tus manos en mi cuerpo, tus ojos en mis pupilas, y las lágrimas en mi cara. No te preocupes, cariño. Seguiré a tu lado cuando despiertes y me mires como si nada hubiera pasado. Llevamos meses fingiendo por las mañanas y sufriendo por las noches. Cálmame un poco, cálmame con tu silencio. A veces mirar fotos antiguas es mi único consuelo. Y las miro y no me sale más que sonreír. Ni una sola lágrima. Sé que eso es malo, sé que echo de menos el pasado, sé cuánto peso llevo sobre las espaldas cada vez que te entras en casa por las tardes. Pero amo la manera en la que me mientes cuando me dices que soy la única que prueba tus besos, porque amo la manera en la que escuecen las heridas, amo la manera en que cicatriza el dolor que siento, amo cuando con cada golpe escarbas en la herida y la haces mayor. Amo tanto la forma en la que mientes, en la que golpeas, que a veces se me olvida que amar es lo más ciego y doloroso que hay en el mundo. Porque tus manos son a veces mi consuelo y otras tantas mi más dulce perdición.

viernes, 26 de octubre de 2012

Lo que espero de un ''nosotros''.




- ¡No lo entiendo! ¿Qué esperas de lo nuestro, entonces, eh?
-Espero tanto...Quiero escribir en el reverso de tu piel, y conocer cada milímetro de ti. Quiero saber a qué saben los te quiero que no te dio tiempo a decirme ayer. Quiero que me mires y no confundas, quiero que me escuches ante mis dudas. Quiero que esto sea un cuento de esos de final abierto, quiero que seas tú quien escriba en mis sueños. Quiero comerte a versos al atardecer, dedicarte mis palabras, rasgarte el alma sin querer. Que me importe poco que me cortes las alas, y que ya no sepa volar sin ti. Que nos comamos el mundo subidos a la luna, que nos comamos las calles sábados, domingos y lunes, que me da igual si pasa algo trágico, porque sé que podré superarlo si tú permaneces a mi lado.
Simplemente quiero que cuando me despierte por las mañanas no tenga que pellizcarme pensando que estoy soñando si estás a mi lado, que tenerte sea cotidiano, que quererte sea mi secreto más íntimo, pero que pueda contártelo a gritos con mi mirada. Quiero una pareja normal, como esas que se sientan en un parque a decirse estupideces, ¿lo entiendes? Quiero que no sea sobre-actuado. Que besarnos sea como respirar, y que tu cuerpo sea de mi propiedad. Sólo quiero sentir que encajo en algún sitio, en algún lugar, pero contigo. Sólo quiero eso, sólo espero eso. 

miércoles, 24 de octubre de 2012

Y así fue como me convertí en ángel.

Se secó la primera lágrima que bajaba rodando por su mejilla derecha. Se le mojaron las mangas de la sudadera amarilla cuando se frotó frenéticamente los ojos. Me miró, y vi más tristeza en su mirada de la que jamás había visto nunca antes. Parecía tan frágil, ahí, sentado delante de mí, que me ganó la ternura y le abracé. Para nosotros ya no habría un mañana, aquella sería la última vez.
Me respondió con una caricia en los hombros, hasta que llegó a mi cintura, y la rodeó. Ahora yo también lloraba. Empecé a devorarle el cuello a besos, besos dulces, mezclados con recuerdos, dolor y pasión. Él, me apartó ligeramente y me sentó en la cama. Se puso a mi lado, y sin palabras, sin que hablara, mi corazón logró escuchar un te quiero.
Iba a ser la última vez que estuviera entre sus brazos.
El corazón me iba a mil por hora, un dos tres, un dos tres...Y las venas de mi cuerpo iban a estallar en cualquier momento. Habría dado un riñón por memorizar sus ojos a la perfección en aquel momento. Empezó a darme besos en el cuello, era la señal. Le busqué la boca y la besé. La mordisqueé, la hice mía. Su boca era mía. Le cogí de la nuca y lo arrastré encima de mí. Ahora podía verle, lo tenía tan cerca que parecía que fuéramos uno. De hecho, nuestro corazón ahora era sólo uno, un corazón que latía acompasado.
Me desabrochó los primeros botones y me dejó con la camiseta de tirantes. Otra lágrima le cayó de los ojos, y me miró fijamente, como guardándose también la imagen. Le quité la sudadera y la tiré al suelo. Cada vez estábamos menos separados el uno del otro. De repente paró de besarme, y sin quitar su vista de mi mirada me dijo:
- ¿Sabes que será la última vez?
- Y la primera.
- Pero ya no habrá marcha atrás, ¿lo sabes no? ¿lo sabes?
- Lo sé, Adam, lo sé.
- Si quieres no...
- Sht- le dije buscando su cuello, y cuando estuve a la altura de su oído susurré:- Cállate. No pares de besarme, no frenes esto. Estamos haciendo lo que sentimos y eso compensa todo lo que pueda venir después.
- Tu corazón dejará de latir, mi corazón empezará a latir. Y tú desaparecerás.
- Pero tendrás el recuerdo de mis besos.
- Yo no quiero que desaparezcas, Èlia, yo no quiero.
-Me niego a estar sin ti, no podemos vivir para siempre separados.
- Es la única forma.
- Prefiero marcharme.
- Èlia...
Le miré fijamente. Pensé que lo entendería, pero aún no sabía qué me pasaba a mí, lo que sentía para querer llevar las cosas de esa manera.
- ¿Sabes qué, Adam? Yo antes era la chica cero. La chica de los notables que se comía el bocadillo sola en el patio. Pero...mírate, aquí estás tú. Y a veces, cuando me acuerdo de lo que he sido antes de ti me alegro de que hayas aparecido. Me has hecho sentir la persona más llena del mundo. No me pidas que renuncie a ti, porque prefiero morir mil veces que a pasar un día más sin tus besos.  Yo te quiero, y si no lo sabes ver, ni entender, quizá es porque tú no me quieras.
- Te quiero tanto que prefiero no estar contigo y verte todos los días a pasar una noche contigo y que al día siguiente dejes de estar.
- Danos esta oportunidad, lo merecemos- susurré.
- No soportaré lo mucho que te voy a echar de menos.
- Te quiero.
Y dicho esto, le agarré de nuevo por la nuca y lo atraje hacia mí. Intentó contradecirme de nuevo, pero mi lengua le hizo callar. Y ahí estábamos los dos, juntos, después de tanto tiempo. Estos últimos cuatro años se habían hecho eternos. Y por fin podíamos estar juntos, en carne y hueso. Por fin podía notar el sabor de su lengua, el tacto de su piel, el olor de su pelo. Ahí estaba yo, perdida, entre sus brazos.
Valió la pena esfumarse con la luz, dejar de sentir latir a tu corazón, convertirte en aire, valió la pena, porque segundos antes de todo esto, cuando el éxtasis invadió mi cuerpo, escuché su voz rota diciéndome lo que siempre había querido escuchar:
- Los ángeles nunca lloran. Es algo prohibido, inhumano, irracional. Y estoy llorando. Estás aquí, conmigo, no me lo puedo creer. No me lo quiero creer. Si pudiera convertirme en alguna clase de Dios, te juro que subiría al cielo y pararía el mundo justo en este momento. No, no me mires. Quédate así, tumbada, con los ojos cerrados. Quiero memorizar las coordenadas de tus caderas, la arquitectura de tus piernas. Quiero que tu olor se quede en mi cama y dormir el resto de mi vida entre tu olor. Imaginándome que la almohada es tu cuerpo, acariciándola como ahora te acaricio a ti. Ahora te toca a ti ser el ángel, Èlia, y tienes que ser fuerte. El corazón deja de latir, pero lo que hay dentro nunca deja de existir. Cada latido que mi corazón dé, te juro que será por ti. Y aunque me robe el aliento saber que faltan minutos para que te marches, tengo que decirte algo que nunca hasta ahora te había dicho antes: Cuando no te conocía, cuando te sentabas en la última fila, llevabas el pelo rojo y corto y mordisqueabas tu bolígrafo negro, ahí, yo ya te quería.

Y mi corazón paró sus latidos en seco. Quizá por la emoción del momento, quizá por su indefinido te quiero. Quizá porque los ángeles me llamaban. Pero volé, a años luz, a kilómetros de todo lo humano, volé y aterricé en la luz infinita. En la vida eterna. En el blanco en sí. En el paraíso. Aterricé con un te quiero que decir y un beso que dar. Eso sí, todo lo que vino después, todo el mal que pasó, tenéis que creerme  valió la pena.

lunes, 22 de octubre de 2012

Hasta luego se nos quedó pequeño. Utilizaré la palabra ADIÓS.


Recochineo en tu mirada, risitas espantosas. Lo sé, te hace gracia que ahora yo esté con alguien, ¿eh?. Quizá hace unos meses, muchos meses, habría estado con alguien y me habría encantado mirarte a la cara para ver qué cara ponías. Pero hoy no, desde que él llegó no. Porque yo ya no paso noches en vela, ni miro tus fotos, ni me sé tu biografía del Facebook de memoria. Porque ya no me interesa nada que tenga que ver contigo. Dejaste de ser importante hace muchísimo. Lo cierto es que sé porqué te ríes. ¿Crees que aún siento algo, verdad? ¿Crees que estoy con él por despecho? Pues te contaré un secreto: Estás muy equivocado.  Estoy con él porque le quiero. Porque llegué el primer día y le miré y sentí una conexión única. Sí, la misma que sentí contigo el primer día de segundo de la eso. Pero diferente. Él brilla cada vez que sonríe, y tiene los ojos más verdosos que tú. Es más alto, más inteligente, y aunque a ti se te diera de coña el inglés, triunfaras con tu romanticismo, y tuvieras a toda chica que desearas en el bote, él te da mil vueltas y media. Tú no sabes qué es estar a su lado, no lo sabes. Mágico se queda corto. Porque te besa y el mundo se te queda pequeñito y tú te haces grande. Porque te coge de la mano y te sientes la chica más valiente, y sientes que puedes comerte el mundo si él está contigo.  Tú, en su día, no te atreviste a darme la oportunidad de demostrarte que podía hacerte feliz, él me la dio, y es más, también me hizo feliz a mí. Es recíproco, algo que nunca sucedió contigo. Por eso no entiendo tu cachondeo, tus ganas de reírte de mí. ¿Quién estuvo en tus momentos jodidos, eh? Fui yo, joder. Y parece que se te ha olvidado que fuimos amigos. ¿Mejores amigos?, sí, también nos llamábamos así.
¿Qué pasa ahora? Me has perdido, y sé que ahora te da igual. Porque ella está a tu lado, porque sientes que va a ser para siempre. ¿Pero y si un día ella deja de estar? Quizá ya no me busques, pero es que no te das cuenta, ¡llevamos más de un mes sin hablar! Ni un qué tal, ni nada. ¿No te parece fuerte para dos mejores amigos? La última y única vez que quedamos sentí que podía ser, te lo juro, que podía ser que hubiera esa conexión de mejores amigos. Porque te escuché, te aconsejé. Estuve ahí, en carne y hueso, para ti. Pero parece ser que a ti te dio igual, y ahora me miras mientras sonríes prepotente. Qué pena me da todo. 
Qué pena un adiós así. Qué pena que esto suceda tan precipitado.
¿No nos merecíamos un final bueno? De esos trágicos, guays. Escribo hacia ti y ahora todo me parece patético…y pensar que los mejores textos una vez eran tus esclavos, tú fuiste el dueño de mis palabras, de mis sentimientos, de mis sueños.
Pero los destruiste. Ahora mis palabras tienen dueño, no. No lo tienen. Porque él no es el dueño, él no está por encima de mí, él está a mi lado, él me sujeta la mano y me hace temblar. Él es mi mano izquierda, o derecha, o mi tercera mano, esa que escribe en palabras cada latido que late por él. Latido que late desenfrenado si le tengo a dos centímetros. 
¿Te arrepientes de haberme dejado ir? Seguramente no. Yo sólo me arrepiento de no haberte dado tu merecido en su momento. Bua, que fuerte suena esto. Y qué personal se está volviendo el texto. Me arrepiento de tantas cosas…Antes no lo hubiera dicho, pero ojalá, ojalá repito, no hubiéramos coincidido en el mismo aula aquel 2009. Porque ya nada volvió a ser lo mismo.
Esto es una carta de despedida. Esta es la definitiva, y si te vuelvo a escribir, supongo que será porque aún la situación es peor.
Lástima decir ‘’ Sí, lo conozco porque iba a mi cole’’ y no decir: ‘’ Sí, lo conozco, es mi mejor amigo’’.
Pero supongo que las personas cambian, las situaciones, pasan los años…y ni  tú cumples los quince ni yo los catorce. Así que todo ha cambiado bastante. Mírame, ahora esta chica de 1.70 y de casi diecisiete años se despide de ti con una frase que marcó el final a todo esto, el principio del fin, lo llamarían algunos: ‘’ Noe, creo que me gustas…’’



Adiós, Actimel. Siempre estarás en el recuerdo, aunque ya no de la misma manera.
No te digo hasta luego, porque está vez sí que he cerrado el libro. 

sábado, 20 de octubre de 2012

Cuánto.

Hazme el amor, no la guerra.
Atrápame en tus sueños,
no me dejes escapar en tu realidad.
Hazme el amor, no la guerra.
Hoy quiero que me quieras un poco más.
Dejémonos de promesas, juramentos y mentiras,
hoy quiero que me mires a los ojos y me quieras de verdad.
Dame un segundo,
quiero demostrarte tanto,
que no sé si bastará,
pero intentaré decirte te quiero,
con un beso y una lágrima. 
Dame sólo eso,
un segundo,
no más.
Lo intentaré, yo puedo,
¿sabes?
yo sé. 
Dámelo, va, no juegues a tenerlo.
Es mi corazón, devuélvemelo,
a ver si cae al suelo.
Un segundo,
¿lo has visto?
te lo he dicho.
¿Lo has captado?
Un te quiero,
un te amo.
Un ” vamos, que se hace tarde,
pero quiero quedarme a tu lado”.
No me juzgues,
nunca he hecho esto antes,
contigo es diferente,
creo que me has atontado.
¿Enamorado? ¿Es demasiado?
No sé, pero borras mi presente y mi pasado.
Construyamos un futuro, ¿te atreves?
te quiero. ¿Me quieres?  














(Hueles a dulce, a ''no te voy a dejar escapar''. Hueles a ternura, a ''ven y abrázame ya''. Dame un segundo para que me pueda situar, me acaban de dejar sin aliento tus besos.
¿Cómo puedo chillar ''te quiero'' y que sólo lo escuches tú?
Vamos a perdernos a una isla desierta, por fa, por fa, por fa...Sé que tú también te mueres de ganas. ¿Te imaginas? Las únicas testigo de lo que te quiero serían entonces las estrellas. ¿Mola, eh? A mí me gustaría tener al cielo de testigo de esto que nos está pasando, por si un día te olvidas de mí, y poder preguntarle a él si esto fue real. )







Yo también sé cómo te sientes.

Yo también sé lo que es mirar conversaciones antiguas y pensar: ''¿Qué nos pasó?''. Yo también he echado de menos sus consejos, yo también he extrañado sus felicitaciones o sus broncas cuando no hacía algo bien. Yo también he borrado fotos y he roto cartas con lágrimas en los ojos. Yo también he echado de menos a alguien que ya no es el mismo. Y sé que duele arrancar a alguien que ha sido la colum
na que lo sujetaba todo en tu vida. Pero lo que pasa es que la vida sigue, y los recuerdos se acumulan. La gente se va para que llegue otra gente. Y aunque a veces te estanques en el pasado, un día te despiertas y ya han pasado cuatro años. Entonces te das cuenta de que la vida va a seguir hacia adelante, y que si te quedas clavado ahí, justo ahí, todos avanzarán y tú serás la única persona que se quede en el pasado. Te comprendo, y sé que duele. Pero ¿sabes qué es lo que va mejor para no echar tanto de menos a alguien? Recordar únicamente los momentos felices. Al principio parece más doloroso, pero con el tiempo aceptas que únicamente es un recuerdo. Es como si añadieras una estrella en el cielo y la observaras todas las noches. Es cierto, nunca podrás tocarla, y si le hablas no te escuchará, pero sabes que está ahí, y que podrás verla tantas veces como quieras, todas las noches.

jueves, 18 de octubre de 2012

Destino es mi tercera palabra favorita.

- Era septiembre, y hacía algo de viento. Estábamos en su casa, y lo dijo sin más: << Cariño, te veo desmejorada. ¿Has engordado un poco estos días no...? Creo que tendrás que tirar ese vestido, ya no te favorece nada. >>
La imagen aparece una y otra vez en mi cabeza. Sus ojos acusadores, juzgándome, condenándome por esos dos o tres kilos que me sobran. Su dedo, amenazador, tajante, que se creía el rey del universo apuntándome fijamente, hasta dejarme sin habla.
La primera lágrima corre por mi mejilla. Miro el reflejo. Me siento incapaz de decir más que esa palabra de cinco letras que pesa tanto: GORDA. En la clínica hoy me han obligado a comer. Lechuga y pavo, ¿a quién se le ocurre dar tanto de comer a alguien? 


Grito ensordecedor. Palabras que quiero que se lleve el viento pero que se reflejan en el cristal.
Y otra vez sus ojos acusadores. 

<<Puede que haya engordado un poco.>>
<< ¿Cuánto hace que no te pesas, cariño? >>
<<La última vez pesaba 56.>>
<< Habrás subido más de cinco...>>
Quizá alguien fuerte me diría que no te puedes dejar hundir así, pero desde ese día intenté no comer nada con hidratos de carbono, privarme de mis placeres, como el chocolate o la pizza.
El cabrón me hizo la vida imposible durante muchos meses.

<<Yo no puedo estar con alguien que abulte más que yo. >>
Creo que ahí empezó la obsesión. Los domingos por las tardes encerrada en casa montando horarios y tablas con lo que podía o no comer. Ahí empezaron esos días lluviosos en los que escribía en mi diario mis mejoras o mis empeoramientos. Lo mal que me sentaba haber cogido algunos gramos de más por haberme permitido el lujo de comer un trozo de pan. 
<< No es por ti, quizá es por mí, pero siento que esto ya no da más de sí. Te quise, pequeña, y tanto que te quise. Pero últimamente me he dado cuenta de que no.>>
Y esa fue la gota que colmó el vaso de mi obsesión. 
Los siguientes días fueron los que más recuerdo. Me encerraba en la habitación y utilizaba la máquina de correr. Volumen a toda pastilla, memoria vacía. En la habitación sólo estábamos mi música y yo, mi obsesión y yo. Y de vez en cuando los gritos de mi madre que tropezaban con mi realidad y me decían que bajara a cenar algo.
¡Y una mierda! Pensaba yo.
Tardé días en volver a salir a la calle. Y cuando me digné a hacerlo, sentía cómo la gente me observaba. Para entonces yo creía que era por mi gordura, pero la gente me miraba porque veían cómo un saco de huesos caminaba por una acera repleta de gente normal, feliz. 


Veía cómo se besaban las parejas, felices. Como uno aceptaba al otro sin prejuicios y sentía envidia. Quería matarlos, te lo juro. ¿Por qué ellos tenían el privilegio de ser feliz y yo no?


- Tuvo que ser duro, ¿no?
- Creo que duro es poco- Lucas me sonríe. Ha escuchado mi historia y sé que no va a decir nada más. Creo que es la primera vez en meses que hablo así con alguien- Pero todo se supera. Un día te despiertas y bueno...con la ayuda de muchas personas te das cuenta de que las cosas pueden verse desde otra perspectiva. 
- ¿Cuánto tiempo estuviste en la clínica?
- Dos años, tres meses y séis días.
- ¿Lo contaste?
- Era una tortura. A parte de contar mis calorías tachaba días en el calendario.
- ¿Cómo se llamaba él?
- Alberto. 
- Te hizo daño...mucho, ¿verdad?
- Me hice más daño yo.
- Desde que él...bueno, desde entonces, ¿has estado con alguien más?
- Nunca he conocido a nadie que me llegue a dar la confianza suficiente como para estar con él. Y...no le había contado esto a nadie antes. Y menos a alguien que conozco hace dos semanas.

- ¿Eso es bueno, no?
- Claro- sonrío débilmente, pero su sonrisa hace que la mía se fortalezca por segundos. 
- ¿Puedo invitarte a cenar?
- Sí, hace más de medio año que como con normalidad.
- ¿Sobrevivirás?
- Lo pasaré peor con tus chistes malos que con la comida...
Los dos sonreímos al unísono. 

- Gracias.
- ¿Qué? ¿Por qué?- dice- Si vas a tener que pagar tú tu parte, eh.
- No lo digo por eso- río- Que gracias por escucharme y esas cosas que no hace la gente normal.
- Si es por eso de nada, y en ese caso, me alegro de no ser normal.


miércoles, 17 de octubre de 2012

Aprovecho estos cuatro años para decirte adiós.

¿Te acuerdas de aquella Noelia frágil que contaba las horas que quedaban para volver a verte? La misma que te suplicaba un amor que tú entregabas a otras. ¿La recuerdas? Pelo rizado, rubio. Ojos marrones, con líneas verdes al sol. Manos frías, corazón que latía desenfrenado cuando estabas tú. ¿Recuerdas a aquella Noelia? Pues tengo una noticia para ti. Noelia murió hace meses. Noelia no es frágil, ahora es de esas chicas fuertes que lloran sólo de rabia. Noelia no te ama a ti, ya no. Noelia sigue teniendo el pelo rubio y rizado, pero ya no se peina pensando en cómo la verás tú. Su corazón ahora late desenfrenado con los besos de alguien mil veces más increíble que tú. ¿Recuerdas cuando te decía que eras la persona más estupenda que había conocido? Ahora miro tus fotos, tus notitas, tus mensajes, tu recuerdo, y me siento un poco engañada. Timada. Ilusionada. No eras el chico increíble que creía que me rescataría siempre. Demostraste que no valía la pena que luchara por ti y eso hice, me rendí cuando ya llevaba años de guerra. Tiré las armas por el balcón, y esperé tu regreso mil veces al día. Pero tú ya nunca regresabas. Pasaban los días y mis páginas estaban en blanco.
Ahora la nueva Noelia ama de otra manera, la nueva Noelia tiene quien le abrace en verano, primavera, otoño o invierno. Noelia ha aprendido que la fortaleza nace de la experiencia. Si me vieras ahora, sonriendo, no me reconocerías. ¿Qué por qué te escribo? Porque supongo que mi cabeza echa de menos las conversas contradictorias contigo. Pero no te equivoques, no. Yo no daría un duro por recuperar nada de lo que se ha ido por el precipicio del olvido. Ya no quiero salvarte de la tristeza, ni coger tu mano cuando te caigas, ni sostenerte en mi espalda para subir las cuestas. Ya no quiero tus besos, ni mucho menos tus ''te quiero''.
Sus labios saben a amor, los tuyos sabían a amargura. Sus labios saben a ''te quiero'', los tuyos sabían a ''nunca serás suficiente para mí''. Ahora me miro en el espejo y sé que alguien me quiere por lo que soy, y no me da asco observar mi reflejo. Tú ya no eres la razón por la que me despierto a la una de la mañana y lloro, porque hace mucho tiempo  que no lloro de tristeza.
Y me han hecho falta tres años para darme cuenta de tantas cosas...pero en realidad te agradezco todo el daño, todo el dolor, gracias a ello, ahora soy la chica más fuerte del planeta. O no, pero he madurado y eso...tiene un precio incalculable.
Creo que es lo único que he sacado al exprimirte, mi experiencia.
Adiós para siempre. Hoy haría cuatro años. Hoy firmo tu despedida. Definitiva. Real.
Hoy ya no estás.
Hoy ya no duele.
No te siento,
no te espero,
ni te quiero,
ni te anhelo.

Hoy sonrío porque alguien me llena el alma, y ese alguien por primera vez en años, no eres tú.

domingo, 14 de octubre de 2012

- Quiero que los ''te quiero'' se hagan eternos.
- ¿Crees que esto tiene fecha de caducidad?
Aytor se removió algo nervioso en la arena. Apoyó las manos hacia atrás, y dejó caer su peso ligeramente hacia adelante. Miró el mar, nervioso, triste, pensativo.  Le miré esperando una respuesta.
- Si la tiene yo no quiero saberla.
- A veces pienso en esas cosas...
- ¿En los finales?- Aytor me atravesó con su mirada y después clavó los ojos en un puñado de arena que había cogido segundos atrás.
- Sí...
- Pero si es triste pensar en eso...
- ¿No es más triste vivir en una nube donde todo parece perfecto? La realidad es más dura.
Aytor me miró fijamente.
-Yo no quiero que caduquemos. Hay historias que son para siempre.
- El porcentaje es bajo.
- El porcentaje de que un chico como yo y una chica como tú acabaran juntos también. Yo nací en la otra punta del mundo, pero estoy aquí, Alina. Estoy aquí, ahora, contigo.
- Eres increíble, tanto que me da miedo caducar.
- Si lo nuestro tiene que acabar, ya lo hará. Pero ahora no pienses en eso. Hay estrellas, mar, luna, tú...yo. No nos falta nada.
- ¿Nada?
- Bueno...
- ¿Qué falta?
- Me falta un beso tuyo...
Sonreí.

sábado, 13 de octubre de 2012

Quiero, te.



Pasan los días y me muero por tenerte. Que me quemes la piel a besos, que me roces el alma, que me cuentes esos cuentos donde tú y yo nos perdíamos. Quiero que mis hombros sean tu mapa preferido, que mi espalda sea el punto de encuentro de tus labios, que mis labios sean tu plato preferido...
Quiero que me quieras y que te guste quererme, que se me pasen los meses volando si es a tu lado, quiero cambiar de canal en tu sofá, sentada. Quiero comerte enterito, no dejar ni un trozo de ti, quiero quemarte el alma a sonrisas, que nos saltemos todas las normas que hayan, que los helados sean salados contigo y las hamburguesas dulces...Quiero tus te quiero, tu voz, tu forma de caminar, te quiero a ti, conmigo, ahora. Y no acepto un no por respuesta, porque te miro y sé que te mueres por escaparte conmigo, como yo...

miércoles, 10 de octubre de 2012

Incluso en lo más difícil.

Yo también sé qué es esperarle ansiosa mirando la puerta, rezando por que aparezca ya en clase. Yo también le he visto con gafas, y sin. Yo también he observado cada uno de sus movimientos, y le he mirado mientras gesticulaba exageradamente. Yo también me he sentido orgullosa de él cuando ha ganado una carrera, o cuando acierta una pregunta complicada en clase. Sí, sé lo que es verle a lo lejos y que te tiemble hasta el corazón, que te sonría y se te olvide hasta la primera declinación de latín, sé qué significa sentirse querida, porque él también me ha llamado ''bonita'' y me he caído del mundo.
Sé lo que significa que te mire mucho, y sé lo que te tiembla el pulso cuando sientes que tiene sus ojos fijos en ti. Sé lo que son sus manos rozándote la piel, sé lo que es su mirada de avellana. Lo sé.
Por eso te digo que si de verdad te sucede eso, que si de verdad sientes que él es el único fin del mundo que podría hacerte temblar, si de verdad quieres que te devore el cuello a besos, o que te diga '' te quiero'', si de verdad quieres todo eso....te suplico que luches. Porque luchar siempre vale la pena. Incluso en lo más difícil, que es amar.

viernes, 5 de octubre de 2012

Manos frías y suaves. Mirada marrón, de terciopelo. Sonrisa bonita. Pantalones verdes. Camiseta holgada. Orejas pequeñas. Brazos largos. Pestañas rizadas. Pelo rizado.
Me mira, se ríe. Vamos, esto no puede acabar así. Le miro, su sonrisa podría romper cualquier barrera. Me habla sin hablar. Quiero acariciar su voz. Susurros. Tonteo. Hueco en el alma.
Quiero besar su sonrisa.

Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe

 Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe. Así empezó y acabó nuestra historia. Si sólo me hubiera fiado un poquito má...