viernes, 24 de octubre de 2014

Para el pequeño más grande.

Era apasionante contemplar el balón bajo sus pies. Con un manejo impecable, casi irreal.
Y mira que yo jamás he sido una fanática del fútbol.
Pero él con la agitación de sus piernas al elevar el balón conseguía elevarme también al cielo.
Era como un suspiro. Como una bocanada de aire fresco. Como el parpadeo de una señal que emite la luz más potente.
Nunca había visto nada igual. E incluso cuando el balón no lo tenía él, yo no podía apartar la mirada de esas dos piernas que corrían en busca de aquello que él llamaría felicidad.
Y es que pienso que cuando observas a alguien haciendo lo que más le gusta de repente te sientes la misma persona. Y por un momento he sentido esa pasión por el fútbol, esa intachable sensación de bienestar, esa relevante ocasión de sentir que una victoria no es solo ganar, sino saber que te has esforzado al máximo para llegar donde estás.
A mí nunca me ha gustado el fútbol, pero con él me gusta. Y puedo verlo sin parpadear, porque sé que la persona que está ahí es la persona que me cuida, me protege y me da aliento. Y su fuerza se convierte en mi fuerza, y una mirada des del otro lado del campo se convierte en complicidad.
Porque...¿A ti no te ha pasado nunca que conoces a una persona y de repente su vida también empieza a pertenecerte? Y poco a poco tu vida empieza a ser también suya.
Y entonces sientes el dolor que él siente, la felicidad que él muestra. Porque pasas a ser la otra mitad, el otro peso en la balanza que consigue equilibraros. Empiezas a ser importante y el balón se convierte en una motivación y tú junto a él también te elevas. Y él sonríe. Porque si marca un gol te señala, como diciendo 'Esto va por ti'. Porque si tú estás ahí él se recupera de cualquier caída.
Porque junto a la derrota tus hombros sanarán sus heridas y contra la victoria tus labios alzaran la voz para cantar su melodía.


Y es por eso que te digo, que aunque el fútbol no sea mi pasión sí que se convierte en ella cuando eres tú quien lo juega.

jueves, 23 de octubre de 2014



A veces era otoño, otras tantas fui invierno.
Y siempre nevaba.
Caían los copos con tanta facilidad que parecían
existir solo para ello.
Caer.
Qué ironía tan trágica de la vida,
existir para ser,
y ser para después morir.
Supongo que por eso cada persona tiene su estación favorita.
Porque al igual que unos aman el verano y su calor,
otros la primavera y sus flores,
otros el otoño y su grisácea luz,
yo adoro el frío que un invierno te regala,
porque se hace lento y resbala,
y a mí me gustan las cosas que van lentas.
Me gusta pensar en  cosas a las que no poder escribir un final.
Como por ejemplo, este texto estúpido.
Como por ejemplo, esta frase ilógica.
Como por ejemplo, estas ganas locas que tengo de tenerte aquí. 


martes, 21 de octubre de 2014

No-pensamientos de tardes bohemias.

Cuando tienes tantas cosas que decir ninguna palabra es buena para transmitir lo que llevas dentro.
Es el síndrome del escritor, simplemente decir algo que se le parece. Pero nunca será lo que es.
Por eso hoy voy a decir que te echo de menos, aunque no sea cierto. Porque una parte de mí así lo piensa. Quizá ya no aparezcan cicatrices y no duelas, pero es extraño mirar cómo pasa el tiempo y no das señales de vida, ni de humo, ni de risa.
Quizá un día al encontrarnos finjas que soy una vieja conocida, y que no me pega la palabra amiga, y así puedas saludarme sin la incomodidad de un ' ¿Qué? ¿Cómo te va la vida?'. Porque no apetece saber que alguien puede prescindir de ti y seguir adelante.
Sí, es cierto. Tampoco seremos los mismos. Tampoco serán estos tiempos. Tampoco estará este rencor. Solo el recuerdo precipitándose hacia nuestros gestos, imitando el ligero pensamiento que nos atormenta, y que nos hará decir esas palabras tan increíblemente ingenuas e hipócritas: 'Espero-que-todo-te-vaya-bien'. Y una mierda.
Porque todas las personas de este planeta esperamos que nos necesiten, porque necesitamos sentirnos importantes, y porque no podemos aceptar que alguien pueda echar la vista a un lado y continuar sin derramar ni una lágrima. Ni una lágrima por nosotros.


Es por eso que te echo de menos, ya sabes,no porque lo haga realmente,
sino porque el pasado me dice 'Eh, Noelia, recuérdale que fuiste importante'. 
Y así lo hago, y así lo escribo, y así lo leerías - si lo leyeras-.
Y sí, pensarás, qué puta la vida. Y qué vienes a contarme tú ahora.
Y yo te diré que solo son delirios, porque hoy me siento bohemia, y creo que aún sé esconderme en el humo de tus recuerdos.

Pero no me hagas caso, quizá escribo y no pienso, o lo que pienso no lo escribo.
Y nos quedaremos con la duda de qué quiero decir al decir lo que digo.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Tantas son las cosas que dejamos atrás...(Despedida BS)

He pasado toda mi vida creyendo que tenía que ser de cierto modo para encajar en algún lugar. Y me he dado cuenta de que en realidad no hacía falta nada más que ser yo misma. Ahora lo sé.
Me he culpado tantas veces por cosas que no eran mi culpa que solo el cielo sabe las lágrimas injustas que he derramado. Quizá creas en mí como lo que pensaste conocer, pero lo cierto es que tal vez yo era la única que aún no se había conocido.

Os dejé atrás. A vosotras. Mis dos almas alocadas que me acompañaron durante 4, 5...¿6 años?. A vosotras, que creía deberos todo.
Estaba equivocada y no me he dado cuenta hasta que he tenido que labrar mi propio camino. Aquella Noelia de quince años habría llorado y se habría hundido ante todo esto, pero lo cierto es que me he convertido en una persona que asume los golpes y las señales de la vida. Debía dejaros atrás para ser feliz y ahora lo sé.
No podía vivir a vuestro lado, no podía quereros si de vuestra parte faltaban muchas piezas. 

Y claro que os he echado de menos, pero no como quien quiere volver, sino como quien quiere alejarse de aquello que le ahoga el alma.
A ti, B, quizá te vuelva a ver. Dentro de muchos años y de muchas risas, quizá vuelva a saludarte con más que un 'hola'. Quizá algún día me cuentes que alguien te ama de verdad y hayas dejado atrás todas tus inseguridades, tus miedos y sobretodo..tu 'Sé que a veces me dejo llevar...' Quizá encuentres amigas que te aprecien tanto y ayuden de la manera en que lo hice yo. Sabes de sobras que a pesar de estar cabreada, y pensar en lo injusta que has sido, siempre tendrás un hueco en mi corazón. Un hueco que nadie ocupará, porque nadie puede sustituir jamás a las personas que pasan por nuestras vidas, pero un hueco que no tendrá lugar ya en mis noches tristes.
Y a ti, S, qué podría decirte. Hoy sumas un año a tu vida, quizá un año especial, porque los dieciocho no se cumplen todos los días, pero de cierto modo no me arrepiento ni me siento culpable por no estar.
Tú también merecías saber lo que era una vida sin mí. Unas espaldas descubiertas que ya no puedo, ni quiero, ni debo cubrir. Conocerás a otras personas y quizá, o eso espero, esta vez, lo sepas hacer bien. Confío en que mi adiós solo te ha hecho más fuerte. Aprovecha esto, es una oportunidad que te he ofrecido de arreglar el pasado, pero no conmigo, nosotras ya no lo necesitamos, sino de arreglarlo contigo misma y saber perdonarte. La vida te perdonó en el momento en que asumimos que estar juntas ya no era lo correcto, ni lo que ansiábamos. Perdónate tú también. Sé que a veces no lo haces.


Si leéis esto, chicas, que lo dudo,
tenéis que saber que un día dentro de mi mundo fuisteis lo más grande. Y que os he perdonado, ya no doléis. Haceos un hueco en el mundo y creced en él.
Lo haréis bien.
No es un 'Hasta nunca', tampoco un 'Hasta luego', yo solo espero que la vida os lleve por el camino que os haga más felices.

Es un 'Hasta que la vida quiera que nos encontremos'.




Adiós, agridulce pasado.

Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe

 Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe. Así empezó y acabó nuestra historia. Si sólo me hubiera fiado un poquito má...