sábado, 29 de octubre de 2016

Auxilio.

Vacío en el pecho.

Me revuelvo entre la gloria robada
y las espinas que hoy me lloran,
pidiendo auxilio,
afónicas.

No digo nada, cruzo las piernas
me vence el miedo.
Soy casi impermable,
aunque las lágrimas me rozan.
Pasión rota, calma intranquila
visión nocturna en un día eterno.

Versos sin sentido
en las 'notas' de un móvil
casi entero.

No existo.

He cogido el metro
hacia cualquier sitio.

No sé estar tranquila
y esa es la condena;
la misma que me sigue y aprieta
la misma que estira las piernas;.
Se aleja.

Castigada sin postre
(el postre es la risa)

Cómo me echo de menos.

Si esto tuviera sentido, al menos.
Pero no.

Pero nadie mira, nadie habla,
nadie espera, nadie nada.

Y cómo quema
y cómo duele
llamarte a ti misma
víctima.

Pero todos esperan algo
y nunca llego.
Ahora entiendo bien mi sueño.
Por eso perdía los trenes
por eso esperaba al infierno.

Ahora me entiendo.
Esa era la pena, el delirio
la espera.

Casi
casi
casi
casi
intocable
(casi).

Pero vuelvo a caerme,
las vías de siempre,
el óxido eterno,
casi sin sostenerme,
débil y prieto.

Me ahorcan las palabras
atravesadas
contra el viento.
Qué tortura,
desconfiar
hasta de mi sombra.

Y qué valientes
mis zapatos
que aguantan lo que mis piernas no,
que besan lo que mis labios no,
que golpean lo que mis puños no.

Estoy sola en el vagón
solo observo silencio.
Sería más trágico saber
que en realidad
los sueños
(los peores)
suelen ser
los que no avisan
de que ya estás despierta.

Eterno descanso
(a medias)
aquí estás.

Y, mierda, esto no es el cielo.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Imagen de Sara Herranz 


¿Dónde me guardo yo, ahora, el corazón templado?
Si no soy capaz ni de ayudar a quien más amo.
¿Seré peor de lo que nunca he sido?
¿Por qué grito si estoy sola en el cuarto?
¿Por qué no puedo ser capaz de relajarme un rato?
Me estoy buscando en todas partes
pero no sé si es que hago daño.
Quizá el problema era mío,
cuando todos decidían largarse,
dejando el mal sabor de boca
como permanente en mis labios.
No puedo ocultarme,
bajo este manto de incertidumbre,
acabo siempre encontrándome
con mi mirada lisa y siniestra,
en el espejo,
aunque evite mirarme.
Me rasgaré el alma,
intentando explicarme
por qué ya ni siquiera me siento a escribir,
por qué el fracaso parece mi apellido
por qué me es tan fácil frustrarme.
Porque me siento sola tan a menudo,
porque no soy capaz de leerme
entre líneas,
por qué cuando miro al cielo solo veo lluvia,
por qué se me distorsiona el mundo
cuando meto la cabeza bajo el pañuelo
que me rodea el cuello,
con la música a 200,
y el corazón apoyado en el pecho.


Dónde
estoy
dónde




Ojalá, Noelia,  hoy no nos encontremos.



miércoles, 12 de octubre de 2016


Nunca olvidaré que estuviste en uno de los peores momentos que he vivido en estos 20 años. 
Siempre vas a cuidarme, por eso y por mucho, te quiero papá.
Aunque no suela decirlo.


Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe

 Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe. Así empezó y acabó nuestra historia. Si sólo me hubiera fiado un poquito má...