lunes, 4 de septiembre de 2023

Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe

 Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe. Así empezó y acabó nuestra historia. Si sólo me hubiera fiado un poquito más de mí y menos de ti, no habría habido un principio y tampoco me hubiera matado aquel final.

He escrito muy poco sobre esto y a veces no sé si es porque he estado intentando huir y no hacerle frente o porque he madurado y no he necesitado vomitarlo todo como antaño. Hoy, sin embargo, me apetecía. Necesitaba este pequeño placer culpable de dejar caer mis dedos sobre el teclado y hablarte. Sólo para explicarte que lo sé todo y que sí que me hiciste daño. Sé que son dos afirmaciones que no significan nada para todos los que me rodean; mi familia, mis amigos, ellos sí saben que fue así, que morí. Tú no. A ti nunca te lo dije. Tuve el coraje o la cobardía de no decirte absolutamente nada ni pronunciar un solo reproche. Quise que te marcharas en paz y yo parecer que estaba también en paz conmigo.

Por eso jamás te dije nada. Y eso me quemó mucho tiempo en la garganta. 

Un pequeño rincón de mí, oscuro, olvidado e inocente, pensaba que no era cierto y que todo estaba en mi cabeza. Que no fue por ella, que no estaba en la ecuación. Pero por suerte o por desgracia, la vida quiso de nuevo ponerme delante una prueba irrefutable de que, una vez más, mis entrañas tenían razón: fue por ella.

En momentos así pienso en la incómoda ocasión de decir la verdad. El momento de la ruptura, cambiar la dulce mentira por la veraz realidad: "Me marcho porque no te quiero y además quiero a alguien más". Puede sonar cruel, despiadado, frío, irreversible. Y lo es. Quizá es todo eso. Pero es la verdad. Es la certeza. Es una liberación.

Sólo esa frase puede cambiar el rumbo entero de tu vida y no hacer que te vayas cada noche a la cama pensando en la pieza que te falta, en aquello que hiciste mal, en la virtud que se resbala y cae en ti como defecto propio. Te ahorra, si me apuras, meses de terapia.

No, tú no hiciste eso por mí. Ni siquiera te creías a ti mismo mientras pronunciabas esas palabras.

Después, todo se desvaneció como si nada y yo tuve que acostumbrarme a una nueva vida en un segundo, mientras me sentía estafada y estafadora. Por un instante sentí que había estado más de un año durmiendo con el enemigo. Y ahí en ese momento me sentí de nuevo diminuta, intranquila, perdida. 

Me despojaste de muchas partes de mí que dejé que te llevaras. Y fue separándome de ti cuando me di cuenta de toda la luz que me habías robado y las sombras que me dejaste encima. 

Te vi marchar y me prometí que nunca nadie volvería a herirme a sí. Y lo sigo pensando.

Fuiste tan cobarde, que ojalá que la persona que hoy te acompaña se dé cuenta mucho antes que yo. Estoy segura que así será, una careta no podrá aguantarse tanto tiempo. En algún momento te la quitarás y entonces verán quién eres.

Sé que no te gusta nada lo que hay bajo el disfraz; y lo único que a ti te duele es que yo lo acabé averiguando. Y ese pequeño fallo nunca te lo vas a perdonar.

Deberías haber mirado más por un plural conjunto, pero habría sido un imposible. Eres alguien que va a vivir su vida mirando sólo hacia dentro.

No te habrías dado cuenta de que todos supieron lo vacío que estás aunque te esforzaras por verlo. Estás tan ciego que probablemente te irás de este mundo pensando que has dejado algo bueno en él.

Ambos sabemos que eso no es así, que sólo siembras viento. Y ya te sabes el refrán. 

Ya me gustaría

 Es casi inconsciente este pensamiento recurrente que me atraviesa. Me cuento y les cuento que no es para tanto y lo cierto es que soy dos p...