domingo, 29 de noviembre de 2020

Frágil momento

 Qué frágil fue el momento de la verdad y qué dureza contemplaste en mis ojos. Inocencia perdida en unas simples palabras, un "nada" que se me clava después de oír un "no somos". Cambia mi visión sobre ti y tus hombros, te contemplo desde algún lugar un poquito más lejos ahora. Parecía verdad tu caricia, pero creo que solo eran mis ganas de sentirla. Iremos desvaneciendo, no te darás cuenta y estaré un pelín más lejos, sin rozarte apenas. Tal vez sí lo veas, y en algún punto lejano o cercano lo comprendas. Quizás entonces vendrás a buscarme a la estación de las promesas y pronunciarás algunas palabras sinceras.


O puede que todo forme parte del aprendizaje y que la vida de nuevo me esté poniendo a prueba. Ya sé que fallé la última vez y les dije a todos que había aprendido la lección. Soy una mentirosa sin escrúpulos.

jueves, 26 de noviembre de 2020

Le hablo al pasado

 Podría haber sido lo que nunca llegó a ser. Me cerraste las puertas, aunque por fuera pareciese que siempre estaba abierto. Me invitaste a pasar a sabiendas de que yo querría quedarme y a ti te entrarían la urgencia y las prisas. Me querías en tu vida, pero no del todo. Me querías a tu lado, pero no siempre. Me querías de algún modo, pero no sabías cómo. Yo te quise del todo, y quería que estuviésemos juntos; sabía el modo exacto en el que te sentía. No fue suficiente. Te fuiste, desvaneciéndote. Una disolución mal resuelta. Un rompecabezas sin alertas. Te fuiste como el que elige un día el color del sofá, con la indiferencia entre los dedos. Nos hemos hecho un favor, al final. Nos has hecho un favor. Tú me habrías hecho trizas y yo a ti ceniza.

Tú crees que me querías de verdad, pero en el fondo sé que algún día descubrirás que solo eran tus ganas de que no me fuera. Si me hubieses querido no habría importado nada de lo que te impidió estar conmigo. Sin embargo elegiste todos los motivos por los que no estar, pasando por encima de nosotros.
Te elegí dos veces a sabiendas de que podrías marcharte. Intuyendo que llegaría el día en que lo hicieras. Y lo que más me dolió fue ver que en el fondo, y por mucho que lo deseara, no estaba equivocada.

domingo, 22 de noviembre de 2020

Se conocía al dedillo la química del amor

Lery sabía que si lo decía en voz alta desmantelaría absolutamente todo lo que había estado intentando controlar. Una maniática obsesiva compulsiva del orden mental. Siempre almacenando cada parte de sus emociones en un tarro de cristal. Odiaba sentir que no tenía el control de algo, y cuando alguien la descolocaba, se empeñaba en analizar cada una de sus emociones para poder entenderse. Se negaba a abandonarse a la pasión o el desenfreno sin antes tener claro qué crecía en su interior. Era vertiginoso pensar en todas esas emociones sacudiéndola, desafiándola, retándola, acorralándola. Ella no podía quedarse quieta, había aprendido a sacar las garras ante todas y cada una de las situaciones, desmembrar cada parte de todas aquellas cosas que no conseguía comprender. ¿Cómo iba a enamorarse? Lery sabía perfectamente cómo funcionaba la química del amor, se sabía al dedillo todo el proceso: primero venía el toque de atención, después el fijar la vista durante más de un segundo en alguien hasta empezar a entender la vida de la otra persona, empatizar con lo peor de él y amar lo bueno y positivo. Después venía el descontrol, el caos, las dudas, el ¿qué significa esto para mí?, los pensamientos pesados todas las noches, la química innegable, la tensión sexual creciendo. Posteriormente, el momento del beso. Se rompe la barrera, cae el telón, se prende fuego. Llamas por todas partes. Un calor desafiante quemando cada poro, cada nunca, cada lastre. El pasado y el futuro se mezclan, el presente parece inválido y manifiesta que el momento de decidir es ahora. Se decide algo. Si continuar hacia adelante o no, si posponer lo inevitable o no. Y cuando decides que sí, ahí estás, enamorada. Qué pequeñas y grandes palabras, qué aliteración esconde esa parasíntesis dichosa que nos vence todas y cada una de las veces que se lo propone.


Lery lo sabía, y se conocía tan bien, que empezó a maldecirse al ser consciente de que estaba metida hasta el cuello. Lo inevitable, que parecía más que evitable, se había empeñado en condenarla. Y a ella pareció no importarle. 

jueves, 12 de noviembre de 2020

Demasiado pronto, siempre demasiado pronto

No sé hacia dónde nos llevará esto. Mi yo más optimista me alienta; mi yo destructivo (que ahora es mucho más fuerte, por desgracia) me advierte. Hay historias que parece que están escritas por el mismísimo destino, aunque no las veamos llegar. Se instalan en nuestras vidas camuflándose, se quedan, quietas y ligeras, expectantes. Y nos atrapan de nuevo. Aun habiéndonos prometido que no volverían jamás a capturarnos. Nos dejamos llevar como estúpidos kamikazes, nos sumergimos en la aventura, en la novedad; nos dejamos sacudir por las olas del tiempo y llegamos hasta la orilla más cercana sin darnos cuenta. Llegamos. Llegamos aunque no lo creamos. Llegamos aunque siempre hubiésemos contemplado la tierra, firme, muy firme, de lejos. 


Y perdemos la razón demasiado pronto. 

lunes, 9 de noviembre de 2020

 No espero casi nada. No quiero casi nada. No tengo casi nada. Insuficiencia constante en esta base de datos con complejo de sueños. La oportunidad perdida justo delante de un micrófono, afonía absoluta. ¿Creías que ibas a ser tú? No me hagas reír. Aún no he escrito nada. Melancolía redonda. Libreta vacía. Rencor absoluto. 


No has cantado nada.

No has escrito nada.

No habías sido nada. 

¿Qué haces sin hacer nada?


No has intentado nada. 

Ya me gustaría

 Es casi inconsciente este pensamiento recurrente que me atraviesa. Me cuento y les cuento que no es para tanto y lo cierto es que soy dos p...