lunes, 29 de junio de 2015

La verdad aparece cuando una palabra deja de tener sentido.

¿Por qué a pesar de saber que soy la suplente de la protagonista de tu vida insisto en quedarme a ver terminar la obra? 
Hasta que te vayas.
Y mi soledad me recuerde lo idiota que es pensar en la esperanza cuando esperas por el circo que ya no volverá a pisar tu ciudad.
No estamos en ruinas. No somos Roma.
No nos hundimos, como Venecia.
Solo somos dos líneas inquietas, paralelas, luchando contra la gravedad de la vida.
Dos pesas sobre un estrecho hilo jugando a equilibrar versos que no riman.
Metáforas que se contradicen.
Complejas gotas de verdad camufladas en mil vidas que prometer.
Lo hemos sido todo
y todo ha quedado
reducido
a polvo. 
Me va a faltar coraje
y me sobrarán inviernos.
Y en esta casa seguirá oliendo a veneno
la ropa seguirá estando impregnada 
de todo lo que prometimos ser
y no fuimos.
Quedará en el aire
el suspiro
y una tarde de domingo
mientras alguien grite 'gol'
vamos a vernos
en otra vida
en otra voz
con otra risa
en otra sala
siendo todo lo que no nos dejaste ser.


Te llamaron egoísta y nunca lo entendí bien
pero siempre he sabido por qué lo decían.
Aun viéndome coger ese tren
no me pediste que me quedara.
Aun con la maleta hecha
no deshiciste mis medias verdades.
Nunca dijiste que no me querías
pero tampoco negaste los hechos.
Dejaste el expediente a medias,
un caso abierto, 
en el que nunca se encuentra al culpable.
Lo llamé amor y no supe su nombre.
Ahora estoy nadando entre cicatrices.
La sal no le hace justicia a este silencio
y suplico por una paz que ya no existe.
Te voy a echar de menos siempre
incluso cuando te olvide.
Y ojalá algún día me mires
sabiendo que lo que perdiste
está cerca y nada lejos.
Ojalá un día,
cuando ya no duela
seas capaz de mirarme las heridas
sin sentirte culpable.
Ojalá no sientas pena
al mirarme.
Y yo deje de ser la vagabunda 
por las calles en las que un día
fui feliz.


Ojalá me vaya todo bien
y mis pies besen este suelo ilógico en el que no sé estar de pie.
Porque volar me resulta tan fácil desde que nada se me da bien
que prefiero alejarme kilómetros a quedarme en esta taza de café
ahogando ojeras que tienen nombre
maldiciendo todas esas veces en las que lloré
por no marcar un número
y huir después.




Ojalá me hubieras besado
en vez de marcharte.
Pero quisiste un 'adiós' bañado de tiempo.
Para siempre había bastado
aunque ya nada sea eterno
La imposibilidad del naufragio
me hace nadar
en dirección contraria
a lo que fui.
Y en silencio mientras rompo las cuerdas del presente
me imagino en un futuro
en el que ya sé sonreír
sin apretar los dientes.








Lo llamaron final feliz,
Yo lo llamo no tener suerte. 

sábado, 27 de junio de 2015

Tan complicado y simple como eso...



Hemos anochecido y no nos importa. Te calmo los silencios con las manos, acariciándote la voz. Aunque sepa que ya te vas, que has encontrado por fin ese punto de luz, que nadas hacia la superficie, sigo anclada en el fondo de este mar y te miro. Como el loco mira al cuerdo y se pregunta qué esconde su razón para hacerle diferente del resto.
Ojalá hubieras estado cada noche que rezaba a un Dios, en el que ya no creía, que te trajera de vuelta. Como si fueras ese ansiado verano por el que esperamos durante el largo invierno. Como si fueras  oxígeno que llena estos pulmones cuando la realidad asfixia los sueños. Como si fueras ese momento en el que estallas de risa y sientes que el mundo es increíblemente incierto. Fuiste mi religión, fuiste mi herida. Por eso cuando te marchaste no creí en nada. Me arañé la fe, me dejé en la espalda dudas a las que aferrarme en las noches más oscuras. Me defendí diciendo que el que más tarde se cura es el que ama de verdad, cuando lo único que sentía era que eso solo servía de excusa para no avanzar. Porque avanzar dolía.Y no estaba preparada para partirme las alas. Porque soy una cobarde que no para de tachar días en el calendario sin sentirlos. Porque hace tiempo que dejé de sentirme feliz y aún no he sido capaz de admitirlo.
Nada, sal de aquí.
Cuando llegues a la superficie respira. 
Seguiré recordándote cuando tú ya no lo hagas. 
Y les hablaré de ti
de cómo me salvaste
de cómo nos quisimos
de cuánto nos dimos
de lo felices que éramos cuando un tren sin destino nos dejó aquellas navidades en un parque lleno de magia.
Les hablaré del niño que vi en el hombre del que me enamoré.
No les hablaré de tu cuerpo, la magia prefiero recordarla en soledad, las noches en las que necesite recordar cómo era que alguien amara mi cuerpo y mi insensatez. 
No les hablaré de eso, pero sí les contaré que me enamoré del niño que llevabas en los ojos cuando reías con una película de dibujos animados. Les contaré que me sentí viva durante esos 605 días. 
Les voy a decir a todos que ojalá te hubieran conocido tanto como yo, para que entendieran lo fácil que es necesitarte cuando ya no necesitas a nadie más.
No voy a utilizar de excusa que te fuiste para proclamar que no soy feliz. Supongo que si no soy feliz es porque yo misma eché el ancla que maldigo en el fondo de este mar y aún me niego a nadar hacia arriba porque no veo la luz, o no la quiero mirar. Así que no voy a decir que me cueste ser feliz por tu culpa, porque no es así. Me cuesta ser feliz porque supongo que no quiero salir a la superficie y contemplar un mundo en el que ya no estés tú.


Qué difícil es mirar al sol de frente sin que me ardan los ojos. Qué difícil tocarte el corazón sin salir ardiendo.  

martes, 23 de junio de 2015

Vacío.

Ojalá pudiera haber cogido el primer vuelo hacia la indiferencia y no volver.
No me quedan ganas de nada.
Solo de huir.
De todos modos gracias, a pesar de todo, eres el único al que seguiría enseñando el alma.
Hoy me has salvado de esta soledad infinita, y solo sé darte las gracias.
Aunque no vayas a leer esto.
Ojalá aún siguieras desnudo a mi lado, como hace justamente un año. Como cuando aún me querías. Como cuando aún estábamos. 
Hoy me aparto en silencio, y vuelvo a casa. La soledad me espera, y al entrar me abraza:  
'Buenas noches, pequeña' , dice ella. 
Y yo le susurro: 'No vuelvas mañana'
Una lágrima me salpica la mejilla justo antes de cerrar los ojos.
Ojalá pudiera despertarme lejos de esta condena. 


Y por unas horas - pocas horas- me aparto de la realidad. 
Demasiado frágil. 


Tiemblo.
Pero al otro lado de la cama nadie despierta mi abrazo.  
Vacío.

domingo, 21 de junio de 2015

Luchar, a veces, significa aceptar.




Así fue cómo el chico tímido de segunda fila se olvidó del huracán de Noelia. Así fue cómo pasó de ser él mismo junto a ella, a ser simplemente alguien alejado de su mundo.  Así fue descendiendo el brillo de sus ojos, ya perdidos en otras faldas. Así fue como la olvidó, tapándose las heridas con un:
 '' No estaba bien conmigo mismo.'' Cuando la verdad era que había dejado de querer una vida junto a ella. Que no quería atarse con veinte años a una sola risa. Que sentía que era joven como para anclarse en un mar tan infinito como era el mío. Como es el mío. Así fue cómo le destapé los miedos. Así fue como le animé en sus pasiones para que jamás abandonara. Le curé las heridas. Le prometí que siempre, todo, mientras estuviéramos juntos, saldría bien. Y no fue suficiente.
Quizá yo también me equivoqué. Desde que no estoy parece resplandecer. Desde que se fue, o me fui, o nos fuimos, la suerte le sonríe. Ahora tiene un lugar en la cima. Su cima. 
Y a la chica loca que le observaba aquel septiembre le queda marcharse con los puños cerrados y la cabeza baja. Agachará la mirada y esconderá el dolor. Así será cómo ella camine. Sin un beso de despedida, un gesto de ternura, una sonrisa cómplice. 
Y otra mujer verá las manos de él, y se enganchará a su risa, a su manera rara de mirar el universo. Otra, será otra, la que teorice sobre la existencia de vida en otros planetas. Será otra la que comparta su pasión por los zombies o vea esos largos partidos de fútbol. Otra. Será otra. Otra mujer le enseñará el amanecer de un verano nuevo. Otra mujer encenderá sus sábanas en San Juan. 
Será otra persona la que ponga fuego en cada jarro de agua.
Otra mujer mirará sus ojos y besará sus párpados.
Quizá esa mujer oiga, algún día, cuando él esté preparado, mi nombre.
Le hablará de que cumplimos menos sueños de los que creíamos que haríamos realidad.
Pero se callará otros muchos secretos que serán nuestros para siempre. A ella no le contará cómo le hice reír aquel día en el que discutió con su madre y estaba de brazos cruzados en el sofá, mientras yo buscaba mil maneras de alegrarle las mejillas. No podrá hablarle sobre el puerto, ese primer día de una larga lista de días, en los que compartiríamos más que una vida. No le podrá poner nombre a lo que tuvimos, porque era excepción. No le podrá contar qué sentía cuando yo cantaba. Ni cómo lloró aquel día, incapaz de cumplir aquello que tanto deseamos. A ella no podrá contarle nada de esto, no podrá hablarle del empeño que puse siempre para que saliera a flote. 
El chico tímido olvidará a la chica valiente que le llevó a lugares insospechados. Aquella que compartió sus aventuras, sus locuras. El chico tímido olvidará que fue a ella a quien le confió todos sus miedos, sus inquietudes.
La chica huracán se irá cuando el chico tímido se despida gentil, con la mano en el corazón, ahora indefenso. 
Él moverá ficha.
Ella se volverá tablero.
Él ganará una dama.
Ella estará fuera de juego.


Él será feliz, y quién sabe -quizá- si ella volverá a sonreír algún día de verdad.
Dejarán abiertas todas las heridas
por si quieren cicatrizar pronto.
Le echarán alcohol
y por qué no,
también sal,
a la incertidumbre.
Volverán a apretar el gatillo.
Y esta vez ella apuntará al infinito.
Tocada y hundida.


El tiempo pasará y el recuerdo se hará solo eso, recuerdo.
Y no hay nada más triste que ver cómo la historia más bonita del mundo se deshace en manos del huracán de Noelia, sin poder hacer nada por salvarla. 










Luché. Eso no significa que rogara. No significa que te pidiera que te quedaras. Luchar para mí significó vencerme a mí misma todas esas noches en las que aunque deseé llamarte y no te llamé. Luchar significó ver cómo tu vida seguía y mi huida se hacía cada vez más evidente. Luchar significó perderte. Luchar significó darte la opción de que te quedaras y ver cómo no lo hiciste. Para mí luchar no fue pelear. Ni fue golpear tu felicidad. Para mí, luchar, fue estar ahí, cuando me pediste que me fuera. Luchar fue quererte hasta que pusiste la palabra 'fin' entre tus labios.
Luchar fue perderte y aun así seguir escribiendo para contar nuestra historia.













sábado, 20 de junio de 2015

Tuvimos 605 días de paz.



La noche volverá
a pasarme factura.
Me romperé los huesos
por la luna.
El ron sabrá aún 
a tu boca.
Y me veré sola ahogándote en silencio.

Siempre cojo el amor
por la parte en la que quema.
Torpe de mí
amando como se amaba antes,
con todas las letras
y sin mirar la parte del contrato
en la que decides
marcharte tras 
605 días
de paz.

Así fue como declaraste la guerra.
Y así puse el primer pie en esta trinchera
sin bandera blanca que valiera.


Las horas se han vuelto años,
la esperanza solo un cuento
en el que la princesa,
que no es princesa,
muere,
como siempre.

Y alguien cierra el telón,
y ante un público silencioso
interpreto que nada hiere,
que el quemazón es solo
una herida
apunto de cerrarse.

Mala actriz
que no puede hablarles de ti
sin que se le quiebre la voz.
Mala actriz
que no sabe mentir
cuando le hablan sobre  amor,
y sin querer
pronuncia tu nombre.




Últimamente nunca amanece.
Y parece que la noche
sea interminable.
Desde la trinchera no veo bien
el color
de aquel mundo en el que tú,
un día ya muy lejano,
sembraste la paz.
Ahora la gente 
solo ve guerra en mis ojos,
batalla incansable,
dos espadas que se cruzan
ante la verdad
innegable:
No van a volver
a sangrar 
estas ganas de ti.
Pero voy a volver a llorarte.






Y tú vas a volver a olvidarme.









viernes, 19 de junio de 2015

Ya nunca me verás, aunque una parte de ti me imagine.





Envidio la forma en la que huyes, silencioso,
sin despertar los demonios que dejaste en mí.
A pesar de que el pecho se me sigue partiendo,
tú sigues siendo el mar tranquilo que me incomoda.
Me dan miedo tus manos repletas de arrugas
en las que guardas secretos que jamás contamos.
Lealtad de dos personas que compartieron más que cama,
ocho vidas, sal y tequila, y ron de nostalgia.
Lo fuimos todo saltándonos las normas,
excepción entre mil causas perdidas.
No nos lograron separar mil corazones 
ni lo hicieron nuestras dos despedidas. 
Voy a seguir anclada a nuestro mar,
esposada a los recuerdos,
como aquel que mira atrás sabiendo
que en nada se parece a lo que hay delante.
No tengo miedo. Ya no sé tenerlo.
Tus dos palabras envenenadas me miran
como diciendo: Fuimos verdad algún día.
Aunque 'algún día' ya no sea 'ahora'.
No me va a bastar.
Sé que volveré a buscarte,
sé que cuando estés apunto de marchar
me veré en la estación atándote a mis versos
pidiéndote, por favor, que reconstruyas una nueva vida
en la que, esta vez, sí esté mi nombre.
Voy a verme rota cuando el marcador indique
que ganas de nuevo. Tendrás el sabor de la victoria.
Y créeme, todos aplaudirán tus logros,
y yo desde la sombra,
en el rincón más oscuro,
en el último banquillo de todos,
te miraré inmune al ruido.
No me verás, no, ya nunca más me verás,
aunque una parte de ti me imagine.
Entre todos ellos estará la única persona
que te ha querido con heridas,
sin reproches, sin dudas
con tus doce batallas vencidas
y tus mil doscientas veintiséis derrotas. 



martes, 16 de junio de 2015

Absurda.

Dejo que mi espalda impacte bruscamente contra la pared. Está fría y a mi cuerpo parece no importarle. Me deslizo hasta abajo mientras el agua moja mi pelo. Abrazo mis rodillas, mantengo la barbilla en una de ellas.
Y otra vez el huracán del dolor vacila ante mis ganas de dejarlo atrás. Te me apareces, como un sueño. Y me rascas la espalda con el recuerdo. Me estás vaciando por dentro.Me estoy quedando sin mí.

El agua parece ajena al dolor, pues resbala, ha nacido para eso. Y se me hace inevitable no querer echarte de mi cuerpo, con ella. 
Pero es imposible despegarte de mí.
Miro el cristal. Cada gota parece dibujar mi reflejo. Qué feo se me ve el corazón desde ahí. 
No recordaba mis ojos tan opacos.
Mi mirada tan vacía.
Mi marrón tan apagado.
Mis ganas tan incoherentes temblando ante mí.
Te recuerdo. Te recuerdo y se me va la vida.
Perdida en muchos momentos que en vez de ser buenos se están volviendo pesadilla. El ya deberías estar mejor de la gente, no me deja indiferente. Y empiezo a preguntarme por qué a ti te ha costado tan poco tacharme y a mí se me hace imposible borrar la primera letra de tu nombre. 
Batallo contra mi pelo, que juega a pegarse en mi espalda, y lo echo hacia adelante. Quizá si no me veo no me sienta.
Pero qué va.
La tregua se acaba y en mi cabeza vuelves a ganar.
Ten, tu victoria. Ha sido una batalla justa. Yo ya sabía sobre mi derrota mucho antes de que empezara todo esto.
Cuando te vi sentado en aquella clase, y era 2012, y tú parecías haber borrado los dieciséis anteriores años de mi vida con tu sonrisa gélida y tus manías. Ahí ya lo sabía.
Sabía que contra tus ojos jamás podría haber vencedor que no fueras tú.
Me costó alcanzarte. 
Me costó tenerte.
Sin embargo no me costó quererte.
Pero te acabé perdiendo.
Como se pierde tu jersey favorito en pleno invierno y te mueres de frío y tristeza porque ya ninguno te abriga tanto, ni te sienta tan bien.
Has sido, sin dudarlo, la suerte de mi vida. Todo lo bueno que me queda lo aprendí amándote. Porque fuiste la primera persona por la que hice cosas sin interés alguno más que verte feliz.
Porque te luché hasta el final, y yo antes era de las que no acababa las cosas que empezaba. Me enseñaste a llorar. Y me amé, por primera vez en toda mi vida, cuando tú me amaste a mí.
Es increíble que no estés. Bajo esta ducha también, masajeando nuestros sueños. Tu risa no rebota ya en cada rincón de esta casa absurda, más rara que nunca, sin ti. Echo de menos que te rías como si se te fuera la vida, como cuando estallabas en mil mariposas cuando mis tonterías apuntaban directas a ti.
Echo de menos el latido intenso de tu corazón, siempre mucho más veloz que el mío, que escuchaba esos días en los que dormía entre tus brazos. 
El agua sigue cayendo y no huele a ti.
Me abrazo más fuerte, porque dicen que el contacto con uno mismo alivia el dolor. Pero estos científicos me han vuelto a mentir. Esto no funciona cuando no estás tú.
Claro, si es que no te conocen.
Entonces no sé qué coño hacen teorizando acerca del universo.
Apoyo los pies contra el cristal. El contacto frío de los vidrios hace que se me erice la piel. Desnuda e indefensa hablo con el cielo de mi memoria y le pregunto si he sido alguna vez más feliz que ahora. No me hacen falta respuestas.
Se le ha olvidado qué era ser feliz.
Ha pasado mucho desde la última vez que me sentí llena.
Completa.

Me tacho la espalda en silencio. Adiós, recuerdos. Invento algo con lo que entretenerme. Parece que el universo está en mi contra, pues las lágrimas aparecen y se disuelven mezcladas con el agua.
Los tres cristales que me rodean me reflejan sola.
Sin ropa.
Sin capas de mejores versiones de mí.
Sin mí.
Me sangran los hombros, el peso de tu ausencia quiebra mi fe.
Empiezo a perder la esperanza de oírte decir que me echas de menos.
Quizá mis oídos sepan, antes que yo, que jamás te arrepentirás de haber cancelado el vuelo de nuestras ocho vidas.
Y cien mil gatos observan tu huida. 
Y me quedo mojada, sin la lluvia que tanto nos podía.
Sin el puente rojo que nos miró de frente aquel día
en el que sentí que no había problemas a nuestro alrededor.
Construiste la mejor versión de mí
y ahora está llorando ante la toalla.
La cojo para salir.
Y me seco las lágrimas antes que los hombros. Y me seco la piel desprendiéndome del aroma intenso de la melancolía.
El espejo está empañado, y menos mal.
Porque hace días que no soporto el reflejo de esos ojos grises que ya no quieren soñar.






Qué injusta es la huida ahora que ya no me sé el camino de vuelta a casa.










Ahora rima con melancolía.

Andrés dijo: 'Cuenta conmigo cuando cuentes'. Me recuerda a mí diciéndote siempre que te eches del alcohol de mi abrazo cuando las heridas quemen. Me recuerda a lo pasajero que se vuelve el tiempo cuando cruzas por el paso de peatones de mi vida, sin pisar las líneas blancas de la mala suerte. 
No tengas miedo, te sobrará la suerte, y llegará el día en que vueles sin mí. Te desprotegerás deshaciéndote de mi abrazo y hallarás cobijo en otras letras que ya no escriba yo.
Soy valiente cuando estás, y me vuelvo una completa tormenta cuando desapareces. Los meses en los que no supe de ti fui la mujer más infeliz del mundo. Luchaba constantemente contra el recuerdo, contra el humor de las paredes que me gritaban sarcásticas que tu olor empezaba a desaparecer de la habitación. La misma cama pero sin ti. Ya no nos sujetaban esas sábanas los viernes, ni tapaban nuestros cuerpos desnudos, conocidos, sincronizados.
Tu olor desaparecía, y ya hace medio año que por aquí no hay rastro de un 'nosotros'. A veces mis sueños me traicionan y te pintan a mi lado, como si aún me esperaras en cada puerto, como si nunca hubiera llegado diciembre, como si no me hubieras roto el corazón. Ya sabes lo que dicen,
los sueños sueños son.

Yo he pasado de tenerte a recordarte.
Y eso ya no hay sueño que lo arregle.


Mi nombre ya no tiene 6 letras.
Ahora rima con melancolía. 


domingo, 14 de junio de 2015

Te conozco, y empiezas a ser feliz.




Te conozco y veo señales en cada palabra o cada gesto. Puede que haya llegado la hora y hayas olvidado mi nombre. Lo veo en tus ojos, en tus pasos indiferentes. Sé que ha llegado el día en el que te has despedido de la melancolía, de mí. Ha aparecido alguien en tu vida y no te culpo, yo deseo que seas el chico más feliz. Aunque duelan las heridas hechas con sal y recuerdos. Has dejado pistas en cada palabra arrastrada, en frases, en sonrisas. Creo que vuelves a ser feliz y que en tu corazón asoma una futura nueva herida. Ya no ocuparé tu mente aislada del mundo por las noches, no. No será en mí en quien pienses cuando todo vaya mal, o cuando algo salga bien. Sé que vas a volver a amar y que voy a verlo. De lejos te diré adiós cuando eso pase, aunque tú ni si quiera estés mirando al marchar.
Sé que ha llegado la hora más dolorosa, la más temida: Aceptar tu huida sin más. Aceptar la posibilidad de que no vuelvas nunca a pasarte por estos rincones de mí. 
A veces aún me quedan lágrimas para ti.
A veces aún el ron me habla de ti
de todo aquello que no llegamos a hacer
y que hoy duele.
Deseo que seas feliz. De verdad, más de lo que lo fuiste conmigo. Deseo que alguien te lama las heridas de nuevo, como hice yo con tus pasadas cicatrices. Espero jamás ser una piedra en tu camino, y que le hables a ella de mí como la chica que te salvó y te volvió a dejar sano y salvo en la tierra.
Háblale de todas esas canciones que no llegué a cantar, de lo que nos gustaba el invierno.
Dile que no fui tu primer amor, pero que tú sí fuiste el mío.
Cálmale la vida como te calmé el alma y no te gires si paso por al lado y una lágrima delata mi insensatez.
Ojalá nunca sepas que a pesar de que me perdí muchas veces, intentaba siempre quedarme cerca del recuerdo por si querías volver.
Sé que es tarde para esto pero perdóname por nunca pedirte que te quedaras cuando tú insistías en marcharte. Una parte de mí sabría que estarías mejor sin tener que mirarme la espalda desnuda.
Una parte de mí siempre miró antes por ti que por mí en esto.
El juego terminó y ya sabes que siempre queda un perdedor en todo juego, y es que el amor es un misterio, pero todo amor es el mismo. Uno siempre gana y levanta cabeza mucho antes que el otro, vuelve a amar, vuelve a sonreír, antes que el otro. Siempre fuiste el ganador del juego.
Yo fui todo peón de tus miedos.
Siento haber sido la escalera que te llevó a tus sueños.
Siento haberte dicho que te quería,
aunque no lo siento, porque fue cierto.
Ojalá ella tenga las pupilas tan grandes que pueda guardarte como yo te guardé, ojalá sus piernas sean grandes catedrales que rodeen tu cintura entre esas sábanas tuyas todos los inviernos. Ojalá a ella sí le guste el café, y su risa no suene tan mal.
Yo seguiré perdida en la ciudad de siempre, la misma que compartimos, aunque no logremos vernos. La ciudad donde fabricamos la mayoría de nuestros recuerdos. La que no logro pisar sin acordarme de tus manos tocando mis directrices.
Siento ser la que se quede atrás, de veras que lo siento.
Pero solo estoy hecha de silencios, y te miraré sin que me veas
te veré feliz y te juro que me arderá el corazón por no ser yo la que te sujete en las caídas
pero desde la distancia sonreiré a tu mundo.
Veré cómo logras todo aquello que te acojonaba y me daré la razón. Me darás la razón.
Tú podías con todo,
aunque no conmigo. 
Necesitaste escalar solo para darte cuenta de que la cima no estaba tan lejos. 
Y aunque te haya acompañado sin hacer ruido durante todo el camino, para ti, es como si mis ojos no apuntaran a tus miedos. Para tu corazón el mío no ha estado desde aquel adiós, aunque suplicara por ti en silencio.


Sé que ha llegado el día, y tranquilo, no le tengo miedo a esto.
Te tengo miedo a ti.
Porque vas a desaparecer y voy a tener que hacer las maletas y cambiar de sueños para no verte en cada momento en el que soñé.

Hoy no me caben más cicatrices en el pecho, pero seguiré hacia adelante.
Tú estás mejor así.
Tú sí sabes vivir sin mí.
Y no sabes cuánto me alegro de que uno de los dos, al menos, pueda salvarse.



Uno de los dos tenía que hundirse.
Y prefiero ser yo la que olvide nadar,
voy a dejarme vencer por el naufragio.
Hasta que las olas vuelvan a dejarme en la más profunda nada.
Y deba empezar mi historia de cero
sin recordar si quiera mi nombre,
sin recordar si quiera el naufragio,
sin recordarte a ti.
Sin ser contigo
y ser sin mí. 

sábado, 13 de junio de 2015

He conocido al que ha escrito las letras en las que me refugio.




Tú no me conoces. Y probablemente nunca vas a recordar mi nombre, mi cara o mi sonrisa.
Probablemente hayas conocido a más de 3.000 mujeres en todos tus conciertos. Pero déjame decirte, querido gallego, que has hecho que Barcelona tiemble. Te tenía a menos de un metro, ahí estabas, arriba, tan cerca....
Verte por primera vez después de llevar un año escuchando tus canciones, después de descubrirte, de apoyarme en las cuerdas de tu guitarra, de refugiarme en tus letras, ha sido mágico.
Sentía que cada nota hablaba de mi historia, no solo tu pequeña historia. Era mía también, y de todos los que te mirábamos asombrados. Me temblaba hasta la voz cuando te tuve delante  y dijiste ''Encantado'' sonriendo. Para ti era una fan más. Una chica más colgada en tus sueños y tu mirada. Para mí has sido mi apoyo por las noches cuando me ponía tus canciones una, y otra, y otra vez. Cuando veía que en cada letra hablabas de mi corazón roto. Para mí has sido la melodía en la que perderme de camino a la universidad. Y has sonado de fondo cuando me he puesto a mirar fotos que no debía mirar. Has estado presente en todos mis momentos de melancolía.
Andrés, no sabes lo que eres capaz de hacer con tu música. Me erizaste la piel y el corazón, y necesitaría mil noches perfectas para olvidar esta pasada noche. Y aun así, créeme, sería difícil hacerlo. Empezaste el concierto con No saben de ti, mi canción favorita de este último disco, y ahí perdí las señales, la vida. Barcelona te aplaudía y yo solo podía mirarte mover los dedos entre las cuerdas de la guitarra. 
Cuando te rompiste la voz cantando Una noche de verano el recuerdo me rompió con los dientes el corazón, y sentí esa letra más mía que nunca. Escuché atenta cómo pronunciabas esas palabras que habían tropezado tantas veces en mi boca esas tardes en las que cantaba a pleno pulmón: Recuerdo que olvidé su despedida, su silencio hasta mañana, sus lunares ya no riman con los versos en la cama siendo toda la poesía, le servía de papel...Recuerdo Benedetti en sus pupilas cuestionando mi pasado, por pasar, pasó la vida una noche de verano.No maldigo su mentira, solamente este querer...

Desde este concierto no he vuelto a ser la misma. Ahora tu voz también me pertenece, ahora tus letras quedan grabadas a fuego en mi piel. Con tinta invisible, para que nadie pueda leerme, pero sintiéndolas como nunca.
Sé que nunca leerás estas palabras, pero te veía y solo pensaba en definir qué era lo que estaba sintiendo: No se puede definir algo que sientes.
Esa es la única conclusión a la que he llegado.

Y eso es lo único que puedo decirte. Gracias por acariciarme los miedos con tu voz, por hacer canciones que parece que hablen de lo rota que me siento yo, al igual que tú, todos los domingos.
Por ti esperaría mil días, por oír esa guitarra en directo y esa voz calmando cualquier tempestad.













Gracias por haber dejado que te conociera, por subirte a un escenario y bajar hasta nosotros con una sonrisa y un abrazo.
Has firmado más que un disco, has dejado huella en mí, en nosotros.
Solo sé darte las gracias.
Y es de verdad.

domingo, 7 de junio de 2015



Creo que lo peor de todo es que no dejo huellas en las vidas que toco.
Todos se van, poco a poco.
Y nadie se gira a mirarme.
Nadie echa de menos estos ojos tristes.


Es lo peor.
Sentir que cada persona que se va se lleva un trozo de ti, y que tú ni si quiera les has podido robar la risa.
Que tú echas de menos.
Que a ti te echan de más.
Que nadie te pidió jamás que volvieras,
que nadie te dijo nunca: No volveré a encontrar a alguien como tú. Y quizá fuera porque ya no querían encontar tu locura en otros ojos. 


Es triste saber que es mucha la facilidad con la que los demás se olvidan de tu paso por sus vidas.
Te lanzan al olvido
sin rescate posible.
Y en tu herida 
echar alcohol
es alimentar
esa huida
en la que últimamente
te sueles acomodar.
Quizá para olvidar
que ya no significas nada
en la vida de los que alguna vez
lo significaron todo.
O quizá para castigarte
por todo lo que hiciste bien
por todo en lo que fracasaste
castigarte al fin y al cabo
por todo lo que perdiste
aunque fuera sin querer. 





Mírate
torpe entre cicatrices
otra vez
abriéndote la vida en canal
lanzando al vacío la esperanza
sin querer calmar ya
la tempestad. 




Ahora el tormento tiene nombre,
y se llama realidad. 




sábado, 6 de junio de 2015

Mejor leer entre líneas (mis fracasos)

No le miré a los ojos, pues me daba miedo el reflejo que pudiera ver en ellos. Contemplándome a mí, débil y pálida, esclava de recuerdos y melancolía. 
Se apagaron las luces y yo seguía viendo, como el ciego que sabe más del mundo que el que ve. 
Así recorrí su vida, a tientas. 
Con cautela siempre, tropezando con su pasado, que seguía ahí, cuando yo ya había olvidado todo pasado con él. 
Fuimos la unión y la diferencia, acabamos matando nuestras vidas. Esos  primeros meses fueron catastróficos, y sin embargo me doy cuenta de que lo peor viene ahora, porque podría evitar el dolor y no lo evito, porque podría matar mis ganas de huir y no lo hago. Quizá me sienta incómoda dentro de este mundo que me he creado, donde ya no dejo que nadie entre, pero es donde se me da bien estar. 
Sin él y sin mí. Tengo la sensación de que se llevó todo el sentido y me quedé sin saber qué hacía plantada en medio de la nada, cuando solo quedaban esas heridas que me miraban descaradas, de frente. 
Un trago. A su salud.
Por nosotros. 
No(s)otros. Ya no habrá otros. 
Al menos hasta que sienta que no duele tanto. 
Al menos hasta que me cicatrice la vida.
Con sal, que dicen que va bien para las heridas. Procuraré echarle tequila a mi intento y beberme de un trago todos mis fracasos. 
Mírame, pintada de miedos.
Echando de menos esa parte de mí que luchaba por y contra todo.



Se ha marchado ese trozo de mí
está pidiendo ayuda
pero ya nadie escucha
lo que tiene que decir.


Mejor leer entre líneas. 

martes, 2 de junio de 2015

No puedo dormir. Tengo atravesados los recuerdos. Son las 0:47 y no dejo de pensar en lo que me acojona saber que dentro de 7 días empezarán mis vacaciones y será un verano totalmente distinto. 
Ya no habrán sorpresas.
Al menos no las que esperaba darte.
Adiós a Venecia y a muchos otros sueños rotos ahora.
Sigues aquí sin estarlo, ese es mi castigo. Llevarte dentro sabiendo que tus ojos nunca más van a mirarme con deseo. Tener en los labios mil besos dados sabiendo que no hay hueco para más. 
Es triste porque ni si quiera me apetece conocer a nadie, estar con nadie.
No me apetece nada ser más que la chica que no sabía llorar y que ahora sí sabe. 
Hay demasiadas preguntas
y aún no tengo respuestas.
¿Por qué te marchaste?
Si fuimos la envidia de todos los que deseaban quererse y no lo lograban hacer tan bien como nosotros.
Me siguen temblando las orejas cuando alguien habla de ti. Y siempre les pregunto: ¿Cómo está?
Y siempre me responden: Muy bien.
Y me alegro de que así sea.


Por aquí todo igual. Ni si quiera te contaré mis problemas porque no te quiero molestar. Pero resumiéndolo mucho podría decirte que sigue haciendo frío en mi cama aunque estemos en junio. 

Y creo que con eso te haces una idea de a qué temperatura están mis sueños. 

lunes, 1 de junio de 2015

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Debo dejar de poner fotos.
Así como debería dejar de escribirte.
No nos merecemos esta tortura.
Aunque sienta que solo yo cumplo condena.
Tengo ganas de que seas feliz, muchas más ganas que de serlo yo, para serte sincera.
Y que beses otras bocas que borren la mía.
Que te enamores y dejes atrás mis miedos y mis huellas.
Que alguien te cure las cicatrices.
Yo de momento no quiero encontrar a nadie, he decidido que tengo que hacerlo sola.
Que tengo que caminar en dirección contraria a todos, sudando lágrimas y versos.
Esta es mi mayor derrota, haberte perdido.
No haber podido hacer que te quedaras.
Mi mayor condena, vivir sin tenerte a mi lado como protagonista.
Lo nuestro era un jodido cuento,
y todo cuento acaba.
Es una lástima que te fueras.
Aún me quedaban botes y botes de silencios que regalarte cuando lloraras
y solo un abrazo calmara tus decisiones.
Me quedaban sonrisas que ponerte en los labios,
tardes de invierno que ofrecerte.
Y un verano, el primero sin ti después de dos a tu lado.

Me siento tan triste esta noche que te hablaría solo por saber de ti
pero no lo hago porque sé que no es lo mejor.
Lo mejor, como dicen todos, es esto. Seguir hacia adelante.
Aún sabiendo que lo que más deseo es volver hacia atrás.
Joder, no sabes lo que me alegraría verte.
Feliz, a poder ser.
Contándome que tu vida está bien y que ya no tienes cicatrices.


Me cambiaste la vida
y espero
deseo
poder haber cambiado la tuya
al menos un poco.

Te echo de menos, aunque no deba. Como tampoco debo escribirte.
Pero imagino que seguiré haciéndolo, hasta que sienta que tu corazón ha dejado de leerme.
Quizá ya no me leas y solo sea una estúpida tecleando cosas sin sentido en un blog.
No lo sé.
Tal vez eso no importa.
Solo sé que hoy he hablado con un amigo que me ha hecho ver que siempre acabo huyendo, que llevo meses fingiendo que no pasa nada, cuando ha pasado todo, el mismo todo que se ha hecho nada.

Esta nada está muy triste sin ti.
Y este verano no va a ser nada comparado con los que vivimos tú y yo.



Lo siento,de nuevo, por nombrarte otra vez.
Siempre hablando triste.
Siempre en el mismo lugar.
Desde este ordenador viejo.
Desde este corazón callado.
Desde esta cama rota
sin mí
sin ti
sin nosotros.


Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe

 Lo sospechaba hasta que lo sentí, y lo sentí hasta que lo supe. Así empezó y acabó nuestra historia. Si sólo me hubiera fiado un poquito má...