No me quedan ganas de nada.
Solo de huir.
De todos modos gracias, a pesar de todo, eres el único al que seguiría enseñando el alma.
Hoy me has salvado de esta soledad infinita, y solo sé darte las gracias.
Aunque no vayas a leer esto.
Ojalá aún siguieras desnudo a mi lado, como hace justamente un año. Como cuando aún me querías. Como cuando aún estábamos.
Hoy me aparto en silencio, y vuelvo a casa. La soledad me espera, y al entrar me abraza:
'Buenas noches, pequeña' , dice ella.
Y yo le susurro: 'No vuelvas mañana'
Una lágrima me salpica la mejilla justo antes de cerrar los ojos.
Ojalá pudiera despertarme lejos de esta condena.
Y por unas horas - pocas horas- me aparto de la realidad.
Demasiado frágil.
Tiemblo.
Pero al otro lado de la cama nadie despierta mi abrazo.
Vacío.
Es increíble lo que leo por aquí, hace tiempo que sigo tu blog y me parece muy interesante y también intenso lo que a veces encuentro, espero que puedas seguir el mío, saludos desde México Noelia…
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