domingo, 31 de enero de 2021

Miedo, pero no dudas

 Te echo de menos, como el que piensa en la imposibilidad de volver atrás y se entristece. Sentada en la ducha me replanteo absolutamente todas las posibles respuestas a mi pasado, analizando qué hubiese pasado de cambiar cada pequeña palabra o cada gesto. Es absurdo, al final descubro que todo acabaría igual: contigo saliendo corriendo de allí. Me sorprende que tengas la fuerza de no escribirme, o quizás es que simplemente no lo necesitas. Ojalá parecerme un poquito más a ti. Algún día se me pasará, como se han pasado todos mis dolores antes. Pero esta noche te echo de menos y ha pasado casi un mes. Aquella noche algo de mí murió contigo y tú te despertaste triste porque sabías que algo de ti también se había perdido. Ojalá quisieras quererme y yo ojala tuviera el miedo que tú tienes y pudiera entenderte.


Pero no es así.
Ya lo dijiste claro: "Yo tengo dudas y tú tienes miedo, pero no tienes dudas".
Supongo que estás en lo cierto.

jueves, 28 de enero de 2021

Qué sabrás...

 No espero nada, sin embargo, me vacío entera. Como si no dependiera de mí darme tanto, como si algo tirase de mis hombros y me obligase, casi por inercia, a caminar hacia precipicios. ¿Por qué el ser humano necesita constantemente estar en riesgo? Asomarse a ventanales y soñar con la línea infinita que rompe entre el cielo y la tierra, soñar con aventuras que no nos convienen o nos harán daño. Me mandarás a la mierda. Se me clavaron bien dentro esas palabras. Y tenías razón. Lo acabé haciendo. Sabía que sería la pérdida total de mi integridad y de cada ápice pequeño de inteligencia (que constantemente, por cierto, me gritaba que me alejara). Sabía que me vaciaría para mostrarme ante ti, y te abrí puertas que no había abierto en mucho tiempo. Al principio era una mezcla de amargor, aventura, miedo y adrenalina. Después se convirtió en nerviosismo, tentación y olor a café. En julio todo cambió; no estaba preparada para ese asalto. Y al final me vi diciéndote adiós. Ya había pasado por algo así, ¿sabes? Las dudas no son buenas compañeras, son unas malditas traidoras. Y ya han dudado tanto antes, que no me caben ya en los bolsillos. No puedo permitirme que alguien dude de mí. Ni siquiera tú. Y yo sabía que ni estabas preparado ni querías estarlo; no para algo así. Demasiado serio, el precio a pagar muy alto. Me está saliendo caro haberte conocido tanto, echo de menos hasta la sonrisa que nunca dejas que nadie vea. Esa que te tapas con las manos, como un jodido crío. Casi vestido de inocencia. 

Estarás en otros brazos, si es que no has estado ya, y pasarán por tu boca otras tantas. Les hablarás de todo y de nada y pronto te verás envuelto en otra historia. Algún día llegará alguien que también tenga dudas, y entre tantas sombras, verás con lucidez que ya estás listo. Para entonces mi vuelo será solo una señal en el cielo y serán otros rizos los que apretarán tus dedos. Olerá a miel y camomila y su espalda será suave terciopelo. Te contagiará su risa y nacerá la tuya, y en un ligero eco resonará la música; la canción ridícula que te escribí pensando que no la oirías nunca y la vergüenza de admitir que no he compuesto nada alegre desde que te fuiste. O me fui. 

Siempre es más difícil para el que se marcha, pero más difícil fue al oírte decir que estaba siendo sensata y que era lo mejor para mí.


Qué sabrás tú lo que es mejor para mí, si ya nunca eres tú. 

domingo, 24 de enero de 2021

Ahora nunca lo sabremos

 Sé que cometí un error al pasar una última noche contigo, sentarme en tus ojos y tumbarme a tu lado. Tenerte cerca y saberte lejos. Pero quizás debía hacerlo, darme de bruces, tenerte sin tenerte para después perderte y acabar perdiéndome esa noche. No dormí más de dos horas y te sentí respirar durante las cinco horas que prometimos dormir. Escuchar tu discurso paternalista, sentirme tan débil mientras decías entenderme, arroparme con el consuelo del que ha pasado experiencias similares, sentirme tan ajena a ese momento. Lo único que sientes por mí es ternura, ahora lo sé. Era lo que necesitaba para romperme, llevaba tantos días haciéndome la fuerte, sin soltar una lágrima...que verme contigo aquel día fue dar rienda suelta al dolor y, al fin, llorarte. Lo único que me consuela es que sé que estoy más cerca de volver a estar bien (aunque ahora me cueste creérmelo). 

Creí haber visto algo en nosotros, y tú confesaste que también lo viste. Pero pesa más el desastre, la incertidumbre, la indecisión y el no tener las cosas claras. Lo entiendo. Lo peor es que lo entiendo. Lo peor es que siempre me fuiste sincero y yo me empeñé en mentirme a mí misma. Ya me advertiste, tenías razón en todo. Algunas noches cierro los ojos y me veo con aquella falda tejana negra y mi top verde, sentados en aquella terraza, cenando un bocadillo simple. Me levanté y me dijiste que estaba preciosa, me besaste la mano y yo me sentí una cría. Nos besamos durante horas en un banco, en medio de la ciudad, como un par de adolescentes, sin importarnos si alguien iba a mirar. ¿Por qué duele tanto algo que ha sido tan efímero? ¿Por qué no me di cuenta antes y salí corriendo? Pensaba que sería solo una tontería, que no íbamos a llegar tan lejos, que ni siquiera iba a conocer lo suficiente de ti como para no querer marcharme. Pero supongo que de junio a enero no pasa tan poco.

Cuando quise darme cuenta estaba entrando de puntillas en la habitación para darte un beso en el hombro antes de irme. Cómo me jodía siempre irme a trabajar antes que tú, desayunar sola, de pie, en tu cocina. Recuerdo que siempre pensaba que ojalá un día nos despertásemos a la par y desayunásemos hablando de la vida. Nunca llegó a pasar, supongo que tampoco lo pretendías.Que esos lunes o miércoles estúpidos nunca iban a ser domingos de película, ni de paseo, ni de sexo y cruasanes. Y no pasa nada. Ya llegará alguien que te arranque de un suspiro las palabras o te robe el corazón. Yo sonreiré siempre que piense en tus estupideces, en tus bromas ligeras y en tu manera de fingir que lo tienes todo siempre bajo control. 

No te voy a mentir, sé que estás lejos, y escuece saber que te has ido a propósito, a sabiendas de todo lo que dejabas aquí, en este lado. Te echaré de menos porque, ante todo, fuimos siempre amigos. Echo de menos contarte cualquier estupidez, tomarme un café contigo con la excusa de verte. Tus "con avena y sin azúcar, ¿verdad?". Vaya tontería. Lo cotidiano que era todo, lo que parecías entenderme cuando te explicaba cualquier problema. Te voy a echar jodidamente de menos. Estuviste ahí cuando caí, hace ya casi un año, y después te encargaste de hacerme saber lo mucho que valía, de recordármelo. "Eres una mujer, una mujeraza". Y tú todo un hombre, pero un hombre que no se atreve a estar conmigo. O que no quiere. Supongo que en ambos casos es lo mismo. 


Quizás hubiésemos sido infelices. O tal vez habría sido todo tan fácil, que nuestra química habría hecho historia. Qué eléctrico era sentir esos segundos de silencio antes de un beso o nuestra forma de entendernos en absolutamente todo. Cuerpo y aura. Nosotros nunca hablábamos de dudas existenciales, ¿recuerdas? detestabas esa expresión. "Tú y yo lo llamaremos catarsis". Eso dijiste. Quizás hubiese sido complicado, duro o habría sido eterno.


Ahora nunca lo sabremos. 

martes, 19 de enero de 2021

Cruzar al otro lado de mí y serme sincera

 Hoy me he roto. Quizás porque todo este tiempo me he estado convenciendo de que en cualquier momento recularías, volverías hacia atrás y me dirías que en el fondo tú también lo sentiste. He sido ingenua, me he intentado proteger y lo único que he hecho es retrasar el duelo, como siempre. Todos tenemos nuestra forma de procesar el dolor, y yo me hago escudos, escudos y escudos para cubrir mi rostro y que nadie intuya lo mucho que escuece. Porque escuece. Si leyeras todo esto, estoy segura de que te sorprendería. Te lo vendí mejor que a nadie, te mentí mejor que a nadie (y eso que yo detesto las mentiras). Te dije que estaría bien y que se me pasaría, y probablemente, sucederá, pero a ti te dije que todo eso pasaría mucho antes. Lo peor es que hay alguien a quien mentí más: a mí. Rebajándote de toda esa lista de prioridades, haciéndote creer que podías estar en las últimas posiciones. No era cierto, como tampoco es cierto que esté preparada para mirarte y fingir que no pasó nada. Para mí sí que pasó. No te culpo, siempre fuiste honesto, y eso es lo peor, que al no poder culparte solo quedo yo. Solo me puedo culpar a mí de ser feliz con un par de nesteas y mi coche. De esas noches de verano que acababan a las tantas. Cómo fingía delante de todos que no importabas tanto, esos días de playa. Yo soy así, me voy llenando de dolor, mientras lo tolero, hasta que llega un día que me rompo y el mundo se me deshace. Ha llegado ese día. Llevo tiempo esperándolo, porque me conozco, y sabía que era el paso final antes de poder continuar, antes de dejar atrás esta historia que ha pasado a medias. Como todo en mi vida, últimamente pasa solo a medias. Hace tanto tiempo que nadie lucha por mí que he olvidado lo que era sentir que había alguien detrás del cristal. 

Creo que en el fondo soy yo, que no me atrevo a estar bien y por eso me busco excusas para no intentarlo. Si te lo hubiese dicho antes, me habría ahorrado muchos meses de vivencias. Fui incapaz, hasta que no lo he visto delante de mis narices no he sido incapaz de hacerte frente. Y me duele más de lo que admitiré. Ni siquiera sé si estoy preparada para verte de nuevo, o tal vez solo lo pienso porque hoy es uno de esos días de mierda. No paro de pensar en lo tonto que suena todo. Suerte que jamás sabrás de la existencia de estas letras, y mejor que así sea. En unos meses lo verás como un casi que fue fugaz en el tiempo. 


Y me guardo esto para mí,

como siempre. 

Qué más da. Solo eran sueños en polvo. Le eché valor demasiado tarde y demasiado tarde volé.


Mereces que alguien se sienta afortunada al mirarte desde el otro lado de la cama. Como me sentí yo.

domingo, 17 de enero de 2021

Qué absurdo


Puede que esté loca aceptando estas condiciones absurdas que nos ofrece la vida después de nuestra casi despedida. Siento que jugamos con la suerte, con el fuego y las ganas. Somos demasiado apasionados como para dejarlo pasar y tú lo suficientemente cobarde para no arriesgar. Nos acercaremos al precipicio y lo miraremos de cerca, sabiendo que podríamos saltar, queriéndolo hacer, pero en silencio. Intento imaginar cómo será el momento de tumbarnos en la misma cama, mirarnos de cerca y no poder tocarnos. Sentiré todas las estrellas cayendo, iluminándonos. Sentiré el rechazo, porque estarás frío, lejos. Para ti será un tú lo has querido así, y para mí continuará siendo un lo escogiste tú. Me culparás (aunque jamás vayas a admitirlo) de nuestra situación para no aceptar que fuiste tú quien cerró las puertas. Lo podríamos haber tenido todo, tú querías solo la mitad y yo no aguantaba más a tu lado existiendo solo a medias. 
Lo quise todo contigo, incluso lo malo, pero supongo que para ti no era tan fácil.
Ojalá pudiera ver qué habita en tu mente, encontrarme con mi yo que tú contemplas y ver si se parece a la chica que está escribiendo estas letras. 
No serviría de mucho, te seguiría dando miedo el amor y yo seguiría siendo una kamikaze.



                    Quizás merezca abrir otra puerta. Aunque no seas tú el que aparezca detrás de ella.
                    Y qué pena. Tienes unos ojos que invitan a atravesarla, entrar en tu casa y quedarme
                                                                            a vivir en ella.


miércoles, 13 de enero de 2021

Memoria

Quizás no estuviese loca y tú también lo viste, nos viste. Ayer me eché a llorar como una niña al pensar en ti, en nuestra complicidad, nuestra química, nuestra forma de ver el mundo, en tus miedos. Pienso en todo y duele. Me imagino sin darte las buenas noches allí, en esa cama gigante y me mata la pena. Sin ponerte mis cremas, sin que me cocines. Intento pensar en tus muros, en tu frialdad, para refugiarme de ti y pasar página,  pero inevitablemente me vienen esas conversaciones en el coche mirando las estrellas. O esas tonterías absurdas que casi me obligsbas a hacer para reírnos de la vida, tus caricias por las noches, tu bendita inocencia. Te recuerdo tapándote la boca al reír y me entristece, y eso que odio que ocultes tu sonrisa. Sé que piensas que no es la más bonita del mundo, pero la belleza es tan relativa...¿Cómo puede ser que ni te mirara al conocerte y ahora no deje de pensarte? ¿Cómo puede ser que esté volviéndome loca? Ya sabes que odio sentirme débil, y te he abierto absolutamente mi corazón. Te he hablado tan honestamente que no has tenido más remedio que plantearte y preguntarte qué sentías tú. Me hubiese gustado verme contigo y coger un avión juntos. Reventar los parámetros del placer y la felicidad, besarnos hasta desteñirnos. ¿Te imaginas? De algún modo esperaba que te dieses cuenta de que te pueden más las ganas de intentarlo que esas dudas que llevas pegadas a la garganta, pero esto no es una película Disney ni somos los protagonistas de una comedia romántica. Nuestra historia pasará a la memoria y quedará para siempre la duda, el no haberlo intentado. Nos quedará un amor platónico que pudo haber sido, que estuvo tan cerca que te asustó. A mí me asustó también, pero sin riesgo sé que no habríamos ganado nunca. Tenía que intentarlo, porque no me habría perdonado nunca echar a perder lo nuestro sin haber saltado por ti primero.






jueves, 7 de enero de 2021

No hay luz

 Me sacude esa emoción intacta de esperar de ti como el que espera que un pájaro vuelva al nido después de haber volado. De haber sabido que iba a doler tanto habría tomado esta decisión mucho antes. Seguro que tú sigues con tus planes, con tu vida segura y tu aventura incierta; barajando las cartas de siempre, añorando el calor de siempre. Quizás fue tu infancia difícil la que te hizo trizas y te educó para no encariñarte mucho con nada. Eso explicaría por qué siempre pareces tener una barrera protegiéndote, por qué nunca llegué a pasar del todo o por qué la noche en la que por fin me sinceré me abrazaste con esa fuerza. ¿Sentías compasión? ¿Pena? ¿Eso es lo que ha ocurrido? Creí haber visto en nosotros algo más que un fuego vivo, o un espíritu sediento de aventura. Tal vez fue solo el eclipse de los principios, de la ternura y la confusión que me otorgaron aquellos dos momentos cruciales para mí: el mirador y tu cena perfecta y aquella tarde que acabó bañándonos de besos al salir de aquel museo en el que aprendí más de ti que de cualquier exposición. Recuerdo que dijiste que volveríamos y pisaríamos el Planetario porque nunca habías estado. Yo ahí ya pensé en lo especial que sería regalarte un pedazo de cielo y me imaginé que podría ser verdad nuestra historia. Me imagino que todos esos pequeños rayos de luz fueron parte de mi yo más crío pretendiendo recuperar la esperanza en las historias auténticas. 

Me importabas de verdad, creí haberte visto. No pretendía salvarte, lo juro, solo coger una mochila y ver el mundo contigo, o que me explicaras todas esas partes de ti que aún no he comprendido. Quería que te abriese conmigo y (por qué no) tener todo el cariño que pensé que podrías darme.

Supongo que yo sabía ya que esto pasaría y que no ibas a mirarme a los ojos la noche que te confesé que se me quedaba pequeño compartir esa cama tan grande.

Habría sido genial escuchar de cerca tu risa de niño grande. Te prometo que sí. Desde tu pecho me dolía un poco menos; fue separarme de él y darte las buenas noches y el mundo se apagó sin que me diese tiempo a despedirme. Han pasado cuatro días y aún no hay luz que atraviese este muro que he levantado a mi alrededor.

miércoles, 6 de enero de 2021

 Un vacío instalándose en este pecho que ha decidido llamar hogar. La sensación de que fue todo un sueño y mis ganas de no haber despertado nunca. Son pensamientos que se transforman en nubes negras, que se acumulan en mi cabeza, que bailotean encima de mí. Llueven y me empapan, yo me resfrio y me pregunto cuánto tiempo más lloverá así. Son solo instantes los que recuerdo y son suficientes para echar de menos todo lo que nunca pasará entre nosotros. Es como si alguien me hubiese quitado una parte importante sin siquiera preguntarme. Se lo han llevado todo, y con todo, mis ganas de que saliera bien. Me pregunto cuánto tiempo tardarás en venir a buscarme o si llegarás. Si te vas a arrepentir de renunciar o con el tiempo te alegrarás. Es absurdo pensarlo. ¿De verdad que nunca hubo ni una pequeña parte de ti que sintiera electricidad al verme? Fuimos una historia que no se llegó a escribir. 

martes, 5 de enero de 2021

Odio las malditas despedidas

 Aquí acaba todo, nuestro principio y final. Por un segundo quise creer que me dirías que sí, ignorando las señales y todas esas palabras que habías pronunciado siempre. Voy a echar de menos lo absurdo y fácil que era todo, aunque quizás de fácil no tuvo nada. Al final solo remaba yo, mientras tú mirabas cómo se hundía nuestro pequeño bote. Ni yo te salvé ni tú me salvaste, pero jamás pretendí que nadie me ayudase a hacerlo. Me hubiese gustado que todo aquello que se me pasó un día por la cabeza se hubiese hecho realidad. Sin duda fue la ingenuidad más genuina que he sentido (o he tenido) nunca. Me quedo con aquella tarde en aquel museo, aquella cena sincera y mis manos besadas por ti. Con lo bien que te sentaba estar relajado conmigo y lo poco que me importaba el resto del mundo en aquel preciso instante. Después vinieron las dudas, los océanos de miedos y tu fría mirada atravesándome. 

Lo he entendido, lo he captado al instante. Yo te regalé la luna, conduje 140 kilómetros para ir a buscarte y te besé cada centímetro de piel y tú ni pudiste mirarme. Te canté y me cantaste. Pensaba que me habías oído. Lo sabía, pero tus palabras lo confirmaron.

Y está bien así.
Aprendí la lección y por eso esta vez he sido yo la que ha querido marcharse. No sabes lo que me jode despedirme de ti.

Ya me gustaría

 Es casi inconsciente este pensamiento recurrente que me atraviesa. Me cuento y les cuento que no es para tanto y lo cierto es que soy dos p...