miércoles, 13 de enero de 2021

Memoria

Quizás no estuviese loca y tú también lo viste, nos viste. Ayer me eché a llorar como una niña al pensar en ti, en nuestra complicidad, nuestra química, nuestra forma de ver el mundo, en tus miedos. Pienso en todo y duele. Me imagino sin darte las buenas noches allí, en esa cama gigante y me mata la pena. Sin ponerte mis cremas, sin que me cocines. Intento pensar en tus muros, en tu frialdad, para refugiarme de ti y pasar página,  pero inevitablemente me vienen esas conversaciones en el coche mirando las estrellas. O esas tonterías absurdas que casi me obligsbas a hacer para reírnos de la vida, tus caricias por las noches, tu bendita inocencia. Te recuerdo tapándote la boca al reír y me entristece, y eso que odio que ocultes tu sonrisa. Sé que piensas que no es la más bonita del mundo, pero la belleza es tan relativa...¿Cómo puede ser que ni te mirara al conocerte y ahora no deje de pensarte? ¿Cómo puede ser que esté volviéndome loca? Ya sabes que odio sentirme débil, y te he abierto absolutamente mi corazón. Te he hablado tan honestamente que no has tenido más remedio que plantearte y preguntarte qué sentías tú. Me hubiese gustado verme contigo y coger un avión juntos. Reventar los parámetros del placer y la felicidad, besarnos hasta desteñirnos. ¿Te imaginas? De algún modo esperaba que te dieses cuenta de que te pueden más las ganas de intentarlo que esas dudas que llevas pegadas a la garganta, pero esto no es una película Disney ni somos los protagonistas de una comedia romántica. Nuestra historia pasará a la memoria y quedará para siempre la duda, el no haberlo intentado. Nos quedará un amor platónico que pudo haber sido, que estuvo tan cerca que te asustó. A mí me asustó también, pero sin riesgo sé que no habríamos ganado nunca. Tenía que intentarlo, porque no me habría perdonado nunca echar a perder lo nuestro sin haber saltado por ti primero.






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