Puede que esté loca aceptando estas condiciones absurdas que nos ofrece la vida después de nuestra casi despedida. Siento que jugamos con la suerte, con el fuego y las ganas. Somos demasiado apasionados como para dejarlo pasar y tú lo suficientemente cobarde para no arriesgar. Nos acercaremos al precipicio y lo miraremos de cerca, sabiendo que podríamos saltar, queriéndolo hacer, pero en silencio. Intento imaginar cómo será el momento de tumbarnos en la misma cama, mirarnos de cerca y no poder tocarnos. Sentiré todas las estrellas cayendo, iluminándonos. Sentiré el rechazo, porque estarás frío, lejos. Para ti será un tú lo has querido así, y para mí continuará siendo un lo escogiste tú. Me culparás (aunque jamás vayas a admitirlo) de nuestra situación para no aceptar que fuiste tú quien cerró las puertas. Lo podríamos haber tenido todo, tú querías solo la mitad y yo no aguantaba más a tu lado existiendo solo a medias.
Lo quise todo contigo, incluso lo malo, pero supongo que para ti no era tan fácil.
Ojalá pudiera ver qué habita en tu mente, encontrarme con mi yo que tú contemplas y ver si se parece a la chica que está escribiendo estas letras.
No serviría de mucho, te seguiría dando miedo el amor y yo seguiría siendo una kamikaze.
Quizás merezca abrir otra puerta. Aunque no seas tú el que aparezca detrás de ella.
Y qué pena. Tienes unos ojos que invitan a atravesarla, entrar en tu casa y quedarme
a vivir en ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario