sábado, 6 de junio de 2015

Mejor leer entre líneas (mis fracasos)

No le miré a los ojos, pues me daba miedo el reflejo que pudiera ver en ellos. Contemplándome a mí, débil y pálida, esclava de recuerdos y melancolía. 
Se apagaron las luces y yo seguía viendo, como el ciego que sabe más del mundo que el que ve. 
Así recorrí su vida, a tientas. 
Con cautela siempre, tropezando con su pasado, que seguía ahí, cuando yo ya había olvidado todo pasado con él. 
Fuimos la unión y la diferencia, acabamos matando nuestras vidas. Esos  primeros meses fueron catastróficos, y sin embargo me doy cuenta de que lo peor viene ahora, porque podría evitar el dolor y no lo evito, porque podría matar mis ganas de huir y no lo hago. Quizá me sienta incómoda dentro de este mundo que me he creado, donde ya no dejo que nadie entre, pero es donde se me da bien estar. 
Sin él y sin mí. Tengo la sensación de que se llevó todo el sentido y me quedé sin saber qué hacía plantada en medio de la nada, cuando solo quedaban esas heridas que me miraban descaradas, de frente. 
Un trago. A su salud.
Por nosotros. 
No(s)otros. Ya no habrá otros. 
Al menos hasta que sienta que no duele tanto. 
Al menos hasta que me cicatrice la vida.
Con sal, que dicen que va bien para las heridas. Procuraré echarle tequila a mi intento y beberme de un trago todos mis fracasos. 
Mírame, pintada de miedos.
Echando de menos esa parte de mí que luchaba por y contra todo.



Se ha marchado ese trozo de mí
está pidiendo ayuda
pero ya nadie escucha
lo que tiene que decir.


Mejor leer entre líneas. 

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