domingo, 31 de marzo de 2013

Callar el grito con silencios.


Tu rostro a dos centímetros de mí. Mis labios buscando los tuyos y perdiéndose en tu piel. Podría quedarme a vivir en tu olor y no cansarme nunca. Tus ojos gritándome cosas para las cuales aún no se han inventado palabras. Unas manos que entrelazan los dedos y juegan a encajar a la perfección. Tu corazón tan cerca que casi late en mi pecho. Labios que al besarse provocan huracanes. Calmar las dudas a besos. Callar el grito con silencios. Miradas que hablan por sí solas. Arriesgar y ganar. Tus manos en mis caderas. Y estamos tan cerca, que ahora es como si ya nada pudiera hacer que nos separemos. Y me gusta la sensación de andar perdida por el mundo y que me encuentres. Me gusta la sensación de tener la calidez de ti en mí, mirarte a los ojos e intuir tus pensamientos, analizar cada gesto y pensar que por un momento los dos sentimos exactamente lo mismo. Es tan absurdo y a la vez tan perfecto que me entran ganas de creer que solamente es un sueño.  Pero es que si abro mis ojos aún estás ahí, conmigo. Y es que quiero morder todos y cada uno de tus miedos, trazar un mapa con todos los lunares de tu cuerpo y no hacer caso alguno al mapa, para tener la excusa de perderme en ti. Quiero que convirtamos en realidad a todo aquello que vivimos soñando despiertos, que nos dejemos de mitades y seamos dos piezas enteras que puedan encajar. ¿Y qué si tú vas con el sol y yo con la luna?, ¿y qué que se pierda la cuenta de todas esas estrellas que rodean el cielo?. ¿Qué importa? si detrás de ellas estás tú. 

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