Hay una fortaleza mayor a la de tener músculos y levantar cien kilos con una mano. Y esa es la fortaleza que obtienes cuando la vida te da un golpe duro. Encajas los golpes, y atacas. Es cierto,a veces cuesta meses salir del pozo donde te encuentras, pero llega un día en el que te levantas y piensas: Yo también merezco ser feliz. Y ahí empiezas a vivir tu vida. Cierras un capítulo que te dejó un sabor amargo, y te dispones a escribir uno nuevo. Uno al que llenar con mil cosas increíbles, y como todo capítulo, quizá con cosas malas también. Pero al fin y al cabo es una fortaleza admirable esa de levantarte cuando más jodido estás, sacar el polvo de tu suéter, mirar hacia adelante, apretar los puños con fuerza, y decidirte a sonreír, a ser feliz, a caminar, con ganas, queriéndote a ti por encima del mundo entero, chillándole a todos que tras una caída más, tú has podido levantarte. De nuevo. Y susurrándole a todo aquel que pase por tu vida que te volverás a levantar una vez más si la vida vuelve a golpearte con fuerza.
Yo pienso que esa es la verdadera fortaleza, la del corazón. Y esa fortaleza, es la que nos hace valientes.
Al final se hace cierto aquello de que la única lucha que se pierde es la que se abandona.
ResponderEliminarPor más que nos caigamos, hay que levantarse siempre.
:-)