miércoles, 13 de marzo de 2013

Me ahogan mis propias palabras.


Estoy hundida. Soy incapaz de mirar al frente y preguntarme un ' ¿y por qué no?' si no hago más que mirar hacia atrás y preguntarme ' ¿por qué?'.
A veces se hace duro, otras, soportable. Mirar unos ojos que no reflejan amor es como mirar hacia un papel en blanco que ya no contiene una historia que contar.
Siempre he creído que volverías a buscarme, pero después de tantos meses empecé a creer que no. Y por eso me tomé la molestia de comenzar a ser feliz, pero en días como hoy, se hace duro. Me duele que esas conversaciones en las que cualquier tontería bastaba se hayan convertido en conversaciones de diez minutos que contienen 'jajaja' de cortesía y palabras vacías que llenan un espacio. Que después me reflejan un 'Visto' y ahí llega el final de ella. Lo que más me duele de todo esto es que ya no necesites de mí todo lo que yo he necesitado de ti. Lo que más me duele de todo esto es que pasen los días tan ajenos que sienta que vacilan tras de mí. Lo que más duele es mirar fotos que ya no tienen sentido alguno. Si tuviera la fuerza suficiente podría borrarlas, las borraría. Pero no la tengo.
Supongo que ha sido sencillo, más rápido, para ti. Supongo que nadie necesita a una loca que escriba más que vive y se preocupe demasiado por los demás. Supongo que a nadie le hacen falta las palabras de amor que alguien como yo escribe todas las noches con la intención de llenar ese vacío que hay en mí. Que me dejaste de necesitar, y nunca he querido admitirlo. Que ya no es mi abrazo el que buscas, y no he querido verlo.
Pero lo que más pesa aquí dentro es que intente salvar esto con mis dos manos, luchando con el viento en contra y la esperanza dándome la espalda. Que lo que más duele es que se me partan los planes y se me rompan los esquemas si me miras. Que lo que no he aprendido todavía es a darte el valor que tú me das a mí. Que no sabes cuánto duele pensar en promesas que se han hecho ceniza y en besos que ahora solo son recuerdos.
Y todavía me creía feliz por haber aprendido a disimular el dolor, pero solo es un maquillaje para cubrir la sensación de tristeza que me invade por las mañanas.
Que a veces escucho esa canción solo con la excusa de recordar cosas que se han ido. Que otoño acabó y yo solo intento retroceder y llegar hasta él todo el tiempo. Que me rompo y no me reconstruyo porque no me quedan fuerzas. Que quiero intentar dejar de luchar por ti, pero a veces se me hace difícil no querer volver en esos días en los que tu abrazo era mi única protección...pero quizá la mejor.
Que me tragaré todas y cada una de las palabras que quiera dedicarte, que me tragaré las lágrimas y sonreiré, como si así pudiera ser fuerte, como si realmente no me importara tenerte a menos de un metro sabiendo que te encuentras a kilómetros. 

No podía pretender que esta vez saliera bien, si a mí las cosas nunca me han salido bien.
Porque pensé que eras mi chaleco salvavidas...pero supongo que acabé hundiéndome igual. Con la diferencia de que ya no espero que nadie logre sacarme a flote, porque tampoco me apetece salir hoy ahí fuera. Porque se consumen las esperanzas y con ellas las ilusiones. Y la vela...al final, se apaga.
Porque ya no tengo ganas de que nadie me dé la mano para intentar levantarme, porque ahora me gusta mirar al vida sentada, en esa esquina, des del suelo. Ver como a cada paso avanzas mientras yo me quedo quieta. Porque a veces te miro y se me olvida que tú y yo ya no estamos juntos, que nunca más volveremos a estarlo. Y quizá pesa utilizar el pretérito imperfecto al hablar de tus besos. Esos besos que ahora son solo eso, besos. Cuando hace mucho fueron mucho más que eso.
Me pregunto cómo coño se hace, cómo habrás hecho para que al mirarme ya no recuerdes absolutamente nada. Cómo se resetea el corazón, cómo se borran las pisadas, las huellas en esa playa donde un día nos sentamos para hablar de nada. Cómo se olvidan los besos, ¿cómo? Si a mí todavía me quema recordarlos.
Cómo no verme patética escribiendo sobre lo que ya no es nuestro otra vez.
Cómo no verme patética cuando te pienso mientras tú ya vives tan lejos de mi vida.
Cómo no sentirme estúpida al mirar hacia todos lados buscando cualquier excusa para sonreír. Cómo no sentirme gilipollas cuando me miro al espejo y veo que sigo siendo la misma cría de siempre sufriendo por dar lo mismo de siempre. Cómo no sentir la debilidad en cada poro de mi piel si me veo tan absurda intentando continuar sin tropezar con el pasado. ¿Cómo se hace para ser fuerte?
Mis propias palabras me hacen llorar. Y ahora solo me veo perdida entre un millón de luces sintiendo aún así oscuridad. No me consuela ningún libro, ni escribir. Ni si quiera la música me abraza. Pero todos creen que soy fuerte. Todos creen que 'lo estoy superando'. Todos creen en esa Noelia que a veces construyo para los demás. Pero nadie sabe todo lo que he hecho por las personas y pocos lo valoran.
Supongo que un día aprenderé a quererte lo mismo que tú a mí, a verte solo como algo pasado, y me imagino que un día será más fácil mirarte.  Imagino que algún día estas palabras serán un recuerdo borroso. Pero sé que esta es una noche más en la que voy a hundirme, y lo peor es que mañana, cuando me levante, me creeré fuerte otra vez.
Pero esto se convirtió en lo que soy, esto se convirtió en ese 'te echo de menos' constante que ya no repito en voz alta.
¿Volverás? No lo creo. ¿Me echarás de menos algún día, cuando veas que he desaparecido? ¿Recordarás que mis sueños fueron enlazados a tus sueños? ¿Te arrepentirás de tus palabras, o de haber decidido olvidarnos? ¿Algún día pensarás en qué habría pasado si jamás te hubieras marchado de mi vida? Cuando ya no esté sentada mirando cómo paseas ese balón por tus pies y sintiéndome orgullosa de ti con cada poro de mi piel, cuando ya no haya mensajes, ni palabras que hablen de nosotros, cuando ya no seas parte de mis pensamientos y esa canción ya no suene en mi móvil. ¿Entonces verás si te he importado de verdad alguna vez?
Quizá todo fue mentira y yo me auto-convencí para convertirlo en realidad.
A lo mejor es que sigo siendo la misma ilusa de siempre con los mismos sueños contradiciendo esta maldita realidad.

Ojalá te hubieras arrepentido de aquel adiós y hubieras vuelto a buscarme.
Pero es una noche más en la que no leeré ningún te quiero que venga de ti, ni compartiré ningún sueño que hable de nosotros.
Una noche de tantas.
Pero supongo que se ha convertido en costumbre. 

















¿Puedo preguntarte algo?- dije sin apenas aliento- ¿Si no me querías, por qué me mirabas a los ojos y parecías tan sincero cuando lo decías?
No contestó. Bajó la mirada y después se marchó.

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