viernes, 2 de octubre de 2020

Huellas

En ocasiones me sorprendo girando ligeramente el cuello, asomándome al pasado, mirando fijamente las huellas. Las contemplo como ajenas, húmedas aún, propias del reciente y egoísta pasado. Por un momento me planteo si son mías, abro los ojos y analizo cada detalle. Parecen más grandes desde aquí y empiezo a dudar de mí misma. ¿Y si alguien me está siguiendo? Aquí no hay nadie. Mi estúpida manía de buscar un culpable, de repartir el peso, de no ser responsable de mis actos. Retrocedo para poner un pie en la huella más cercana: encaja a la perfección. Cómo no iba a encajar, si aquí solo se oye mi voz. 
Puede que fueran más mis ganas de sentir que alguien me abraza por la espalda y camina pegado a mis hombros. La soledad está húmeda también. No tengo miedo, juro que no tengo miedo, pero mirar al pasado me hace tenerlo. Si a mí jamás me importó el futuro, qué hago aquí sentada, penetrándolo con los ojos, de frente. A mí nunca me dieron miedo los comienzos, siempre fueron los finales los que me encerraron.

Qué hago aquí.
Qué hago aquí.
Por qué sigo mirando las huellas.
Qué hago aquí.

Qué hago aquí.
Por qué no estoy caminando.
Qué hago.
Qué.
Por qué se me ocurre retroceder.
Por qué estoy aquí.
Qué hago aquí.

¿Por qué han desaparecido las huellas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ya me gustaría

 Es casi inconsciente este pensamiento recurrente que me atraviesa. Me cuento y les cuento que no es para tanto y lo cierto es que soy dos p...