sábado, 19 de septiembre de 2020

5 microrrelatos (parte III)


Parte I

Parte II


11.“El invierno era la única estación en la que podíamos estar juntos”.

Nunca te he contado esta historia, ¿verdad?. Él pasaba casi todo el año con su familia, en la ciudad. Vivía cerca de la playa, rodeado de gente. Su familia cada invierno, a mediados de diciembre, hacía sus maletas y volvían aquí hasta la llegada del buen tiempo. Eran los cuatro meses más maravillosos del mundo. Vivía en una cabaña muy cerca de aquí, justo al lado de la gran casa de árbol. Quedábamos para leer, encendíamos velas y pasábamos horas mirándonos de reojo, sin decir nada. Al final siempre encontrábamos una excusa para romper a reír y contarnos todo lo que habíamos hecho durante el resto del año; al fin y al cabo el invierno era la única estación en la que podíamos estar juntos”. “¿Por eso dices siempre que el invierno es tu estación favorita, mamá?”. “Sí. Me trae buenos recuerdos. Pero ahora solo quedará en mi mente, él seguro que ni siquiera lo recuerda. Hace ya tantos años”.” El otro día, cuando estaba jugando con Marcos en la casa de árbol vino un señor. Parecía tener los ojos llenos de chispas, como si estuviese recordando cosas bonitas. ¿Te imaginas que fuese él, mami? ¿Te imaginas?”. 



                            12. Una historia titulada: “El destino del operador de telégrafo”

Saberlo era su destino, prevenirlo también, pero él no lo sabía. Se sentaba cada noche junto al telégrafo y recibía mensajes sin destinatario. Simples palabras que se mezclaban en su mente, complejos códigos que no conseguía entender. Se había encontrado el telégrafo cerca de casa y supo cómo hacerlo funcionar. Cada día recibía mensajes a mansalva; eran absurdos en apariencia, pero cuando se sentaba y los leía lentamente, cobraban sentido. “Mundo”. “Perdidos”. “Fin”. “Atención”. “Falta”. “Nosotros”. “Poco”. “Tiempo”. Esto es una idiotez. A veces, se sentaba en el sillón y leía un libro, intentando evadir ese sonido que le taladraba el cerebro. Tac-tac-tac. Tac-tac-tac. Y caía en la trampa. Lo leía siempre, y lo ordenaba sin esperanza. NO TIENE SENTIDO. Lo tuvo aquel domingo de mayo, cuando oyó un ruido que lo dejó sordo. Impactó contra el suelo y entonces lo supo: “Atención: falta poco tiempo. Es el fin del mundo. Estamos perdidos”. 



13. La vida de alguien adquiere un nuevo significado después de descubrir un árbol inusual.

Era fuerte, imperial, majestuoso. De sus ramas colgaban piedras preciosas que destellaban cuando las besaba el sol. Era el árbol más bonito que había visto en su vida y lo tenía justo delante. Roger se había adentrado en el bosque huyendo de los guardias, que lo perseguían por haber robado un par de manzanas y un panecillo. Cuando oyó que se acercaban, decidió colgarse la bolsa en la espalda y trepar por el árbol hasta llegar a la zona más alta. A medida que iba alejándose del suelo, el cielo iba cambiando de color. De repente, dejó de escuchar el ruido de los guardias. Solo podía escuchar el sonido de los pájaros, el crujido de las ramas tras su pisada y su respiración ya calmada. “Si saltas justo ahora, no te encontrarán”, le dijo una voz profunda. “Pero moriré”,respondió Roger, con temor. “Aquí no puedes morir”. “¿Dónde estoy?”. “Salta, Roger, o será demasiado tarde”. El pequeño saltó y descendió por el cielo como si fuese una pluma movida por el viento. Al llegar a tierra firme y abrir los ojos, contempló que el árbol había desaparecido y en su lugar solo habían quedado tres piedras preciosas.“Ha sido real”. 



14. Un marinero que vuelve a casa descubre que su mujer conocía cada detalle de su vida estando él fuera. 

Simbad había cometido un grave error casándose con la diosa Eris. Seducido por su cabello negro, liso y largo, por su caderas escandalosas y su cuello fino, se dejó enamorar y se casó sin apenas pensarlo. Empezó, días después, el viaje de su vida, que duraría seis meses. La despedida fue mágica, triste, entrañable. Eris lo echaría tanto de menos que utilizaría su oráculo mágico para conocer cada detalle de la aventura de su esposo. Vio cada desembarque, cada mujer que su marido besó, cada pieza de pollo de la que se alimentaba, cada tormenta. El dolor fue tan grande que no pudo soportarlo, y con su cuchillo de acero, se atravesó el corazón, dibujando antes una cruz en su pecho. Cuando Simbad regresó a casa vio a Eris tumbada en el suelo, con los ojos cerrados y el oráculo brillante donde se vio reflejado. Él rompió la promesa de serle fiel toda la vida y ella la de amarlo más allá de la muerte. 



                                                        15. Una plaga, un trozo de tiza y turquesa.

Todo empezó por ese maldito trozo de tiza, si no hubiera estado aquel día en aquel patio de colegio, no habríamos llegado hasta aquí. El polvo de la tiza atrajo a las moscas verdes de tal forma que en cuestión de segundos no quedó un ápice de cielo descubierto. El zumbido estridente y el aleteo constante de las moscas provocó que todos los niños se taparan rápido los oídos. Un simple tiza turquesa que Anabel se había guardado en el bolsillo en clase de matemáticas y que cayó al suelo de forma súbita mientras saltaba a la comba, cambió el destino de la humanidad, pues la plaga de moscas verdes no tardó más de dos días en invadir el planeta entero. Anabel, desde su habitación, miraba por la ventana y veía la desolación en cada farola encendida. “Yo solo quería jugar a la rayuela, mamá, yo solo quería jugar”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ya me gustaría

 Es casi inconsciente este pensamiento recurrente que me atraviesa. Me cuento y les cuento que no es para tanto y lo cierto es que soy dos p...