lunes, 13 de abril de 2020

No son ni la una de la mañana y se me ha agarrado al pecho esta sensación de pérdida constante. El punto inexacto en el que me encuentro. Me siento tan, tan estúpida. No os podéis hacer una idea. Siento que me paso todo el tiempo trepando, intentando alcanzar algo que jamás tendré, poniendo todo mi empeño y mis fuerzas. Estoy triste y llevo así semanas. Me dolió muchísimo no obtener una respuesta, pero más me está doliendo la indiferencia. ¿Sabéis el momento en el que sentís que sobráis? Es mi culpa. Es totalmente mi culpa. Yo ya sabía dónde me estaba metiendo, y quizás me lo merezco. Quizás me merezco que no me quiera, que ni tan solo me lo haya dicho una vez. He estado divagando, viviendo en un cuento que yo sola escribí. ¿Se puede tener tanta imaginación como para inventar semejante historia? Estoy sola, hablándole a un teléfono que no coge nadie. Me he esforzado en dar tiempo, espacio, en ser paciente. Quizás todos lo veían muy claro y yo no. Muchas veces incluso he pensado en que puede haber una tercera persona y por eso las cosas no se ven claras. Si quieres a alguien lo sabes, ¿no? Tengo un nudo en el estómago, y en mi cabeza siempre da vueltas esa duda, la pregunta de siempre. El silencio de siempre acaba sellando mis labios. No he sido suficiente.
Hacía tanto tiempo que no lloraba tecleando que me siento una extraña. Es como si todo lo que había estado conteniendo en mi pecho, de golpe, se liberara y llenara un espacio vacío.
Me esfuerzo en ignorar el dolor, en ser buena actriz y disimular; al final casi nadie sabe de esto. Y los que lo saben tienen prohibido hablarme de ello (como si eso pudiera hacer que lo olvidara).

Solo es una noche más con esta sensación incómoda en el estómago. Me siento tan tonta. 

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