jueves, 4 de abril de 2019

Nada bien


Será la última vez, créeme. He despertado, ya sé de qué va esto, ya me he vuelto pragmática, realista, sensata y coherente. Ya no voy a regalarlo todo, ahora sé que fue un chiste, el abrir las alas pretendiendo llegar a cimas que nunca existieron. Nunca existieron, ¿no? Intrépidos y malditos sueños, frágil ilusión vendada, estúpido mapa que prometía caminos fáciles. Ya he tomado mi dosis, ya me he perdonado los pecados, ya puedes hablar. No, no insistas. No hace falta que me lo expliques, al final los libros tenían razón, ya sabes, eso de ojos que no ven corazón que no siente, porque cuando al fin ven, joder, si duele. ¿Por qué siempre pretendo lucharlo todo sin mirarme a mí? No me he dirigido la mirada ni un solo instante, no me soy sincera, porque sé que el día que lo sea, voy a tener que enfrentarme a muchas cosas. Cosas que no seré capaz de llevar con sutileza, sin sangrar, con la cabeza alta. Ojalá entiendas que lo entiendo, ojalá no fuese así. Me hubiese encantado creer que existían esas cosas mágicas que nos elevan, que nos permiten dejar de ser adultos, ser niños de nuevo, pero sé que no, ahora sé que no. He sido yo, con mi ignorante optimismo, con mi cerveza fría y mis decisiones calientes, he sido yo, obsesionada con ser feliz, con darlo todo, dispuesta a caminar más de lo que mis pies me permiten. No servirá de nada esta lucha, como no me ha servido nunca. Nunca será suficiente porque me empeño en escribir en paredes que no hacen más que borrarse, no hay ola que no me atraviese, no hay noche que no esconda verdades que no quiero ver. 
Una vuelta más antes de irme a dormir es suficiente para saber cuánto es capaz de autoengañarse cualquiera. Lo suficiente como para seguir vivos, lo suficiente como para pensar que vale la pena. 
Pero no sufras, de verdad, no es culpa de nadie, solo mía, que mantengo mis pies en arenas movedizas, que me hundo por placer, que ya no tengo tierra firme en la que quedarme. 
No vas a entender esto, como nadie podrá hacerlo nunca, porque los que tenemos la manía de escribir somos tan egocéntricos que escondemos en imágenes aquello que nos asfixia. Ya no escribo a modo realista, ya no soy aquella que escribía cartas infinitas contando a corazón abierto lo que le sucedía. Ya no puedo permitírmelo porque ya no sé entonar esa estúpida canción. Nunca he sabido. 
Era mejor en aquel sueño, eso te lo puedo asegurar, pero ya sabes lo que dicen, los sueños solo son eso, ¿cierto? No tienes que responder, no vas a responder, porque últimamente mis letras no llegan a destinatario alguno. 
A veces aprieto fuertemente los ojos deseando recapitular y rehacer muchas de las cosas que hice, pero hay cadenas que son inquebrantables, hay sal que escuece, hay parches que se han secado. Sin querer culpar me culparé, porque sé que tendría que haber apostado diferente. 

Soy la misma de siempre, ahogándose en el charco de siempre, pretendiendo estar en otra parte.
Últimamente nadar no se me da nada bien. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ya me gustaría

 Es casi inconsciente este pensamiento recurrente que me atraviesa. Me cuento y les cuento que no es para tanto y lo cierto es que soy dos p...