La verdad fue dicha y mi corazón inválido se propuso latir. Una sonrisa bien fingida, un “no, si estoy tranquila”, la voz que empieza a arder.
Hablaste de sueños de ventana, promesas bien guardadas, yo no supe verlo bien.
Callé más de lo que quise, serené todos mis imposibles y me dije “irá bien”.
Qué mentira más triste, lunas de aguacate,
sincera risa tonta, viéndote desaparecer.
Una frase que se clava, la inseguridad que viene y se instala aquí en la piel.
“Vete, vete, no estés triste”. No me crees. “No, tú no estás bien”.
Pero qué más da qué color traiga mi risa, si tú al final no la quieres ver.
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