viernes, 8 de marzo de 2019

Asteroides.


Se te puso cara de estrella y te reí mil lunas. Casi no te dabas cuenta, pero mi voz surcaba cielos inversos. Te susurré cosas que tardaste en recoger, después un par de carcajadas te sacudieron el cuerpo y tus hombros acabaron, cansados, dormidos en las sábanas. Cuando me tumbé junto a ti me rodeaste con el brazo y en ese preciso instante creí estar en otra vida. Abrazarte era ganarle el pulso al olvido, respirarte era un viaje astral del que pocos saben volver. Tus oídos respondían, rojos, ante mis cumplidos, mi boca tímida te rozaba las mejillas por miedo a surcar tus labios. Te encogías sincero, y me mirabas expectante, como si tuviese mucho más que decirte. Hablabas atropelladamente, yo te frenaba con suspiros amables. Pasamos horas riéndonos de todo, pasamos minutos sabiéndonos rabiosos, mordiéndonos los labios, cruzando las fortalezas que hasta entonces nos mantenían distantes. Se te puso cara de asteroide y te besé mil galaxias. Nadie nos habría reconocido ante tanto desorden, no fuimos fugaces, porque nadie pudo pedirnos deseos. Sin embargo yo sí te vi deslumbrar en medio del cielo, te contemplé desnudo y vi en tu espalda quince estrellas, en tus hombros las directrices exactas que me llevaron hasta tus focos, donde un eclipse marrón borró tu tatuado cielo. Había muerto una estrella, y no nos dimos ni cuenta. Tus mejillas ardieron hasta que apareció Marte, rozándose con Venus, imaginando lo improbable. Recorrimos infinitos enteros, descubrimos que había un final en este cielo, gemimos verdades siniestras, nos coronaron planetas gigantes. Y en milésimas de segundo, al abrir los ojos, nos vimos en esa cama, y no había naves, ni astronautas, ni cielos. Solo había sido yo contemplándote eterno en este mundo finito. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ya me gustaría

 Es casi inconsciente este pensamiento recurrente que me atraviesa. Me cuento y les cuento que no es para tanto y lo cierto es que soy dos p...