Si alargando el brazo pudiera alcanzarte, lo estiraría hasta arder.
Pero a veces no consigo tocarte: te giras, ríes y te escondes.
A veces no consigo llamarte, no hay luces, te tapas, respondes.
Si alargando las mano mano pudiera rozarte, lo haría hasta caer.
Pero ni brazos, ni voces, ni manos te invaden,
porque me callo, acelero, repaso y me escondo.
Pero ni restos, ni cantos, ni pasos te evaden,
porque no puedo, sí quiero, y me caigo hasta el fondo.
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