jueves, 17 de enero de 2019

Me declaré culpable después de besarte y no me hizo falta tirar la piedra ni esconder la mano. Hay cosas que se ven venir de lejos, y yo de lejos vi que si volvías a acercarte a menos de diez centímetros volverían a saltar todas las alarmas. No hice nada para evitarte ni evitarlo, porque ya te había perdido lo suficiente como para vernos alejarnos de nuevo. Por eso me quité los frenos e improvisé. Se me da bien perderme y me perdí, se me da bien encontrarte y te encontré. Y ya no hizo falta saber nada más, porque hay historias que se leen antes de pasar los ojos por la primera letra. Porque yo no necesitaba firmar seguros para sentirme segura, porque yo no necesitaba de más notas a pie de página explicándome lo inexplicable. Hay estrellas que no se ven desde la Tierra, pero te juro que hay noches en las que todos nos han podido ver. Incluso días. 
No me explico si hay algo ahí arriba, encima de nuestras cabezas, que mueva unos hilos invisibles que nos hagan avanzar, tropezar, encontrarnos y perdernos, pero sí sé que cuando decido caminar hacia una dirección sé muy bien hacia dónde voy. Puede que no me veas venir, incluso puede que me esperes con los brazos abiertos, o cruzados, o en forma de tetera. Puede que mañana el mundo llegue a su fin, que se nos acabe el oxígeno, que se mueran los mares y se duerman los osos. Puede que nunca más recordemos quiénes somos, puede que lo efímero se vuelva permanente y nuestra vida se expanda como el universo. Puede que pasen muchas cosas, puede que sean pocas las que acontezcan, sea como sea, suceda lo que suceda, estaré allí donde solíamos despertar, donde los sueños no nos apretaban suficiente las pestañas, donde un objetivo nos cosió la vida y una meta nos enredó entre sábanas. Allí donde solíamos estar cuando no queríamos que nadie nos encontrase. Allí donde solíamos pensar que solo estábamos tú y yo en esa fracción de universo. Allí donde sí. Allí donde las batallas eran pulsos mediocres y los besos banderas blancas. Allí donde un yo sin ti era rasgar el cielo con mil zarpas. 

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