jueves, 25 de octubre de 2018

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He sentido la necesidad imperiosa de plantarme delante de una hoja en blanco sin saber bien qué decir. Lo he sabido desde que han aparecido los créditos finales. Joder, hacía mucho que no salía de una sala de cine llorando. Para mí la música ha sido siempre un trampolín gigantesco, lleno de pliegues, rugosidades y agujeros. Algo móvil, cambiante, peligroso e incluso siniestro. La música me permite explicar con ligeros sonidos lo que mis palabras toscas nunca consiguen. Es el punto final a una frase, esa tilde que cae en una letra, un octavo sentido. 
No sé qué me ha destrozado más: la música, la historia o saber que me he visto en muchas partes de la película. No porque yo vaya a convertirme en ninguna estrella -porque ni siquiera lo pretendo, ni se me ocurre pensarlo- sino porque hay algo que me arrancaba de mí misma conforme la historia cambiaba y avanzaba. 
He salido del cine con la sensación de que no he valorado muchas de las cosas que he tenido y sobre todo, de que no me he sentido valorada en muchas ocasiones. Ya no hablo a nivel musical, sino a nivel personal. Todos necesitamos que un Jackson nos haga desprendernos de todo lo que nos ata al miedo y a la vez, todos necesitamos a una Ally que nos haga volver a querer soñar. 
Cuando los he visto juntos en un escenario he pensado en cómo necesitamos a veces que alguien nos dé ese empujón para lanzarnos a por esas cosas que ansiamos y nos acongojan. Jackson es valiente porque arrasa con todo y cree en la música, pero Ally lo es más aún, porque sabiendo a lo que se enfrenta decide dar un salto. Jackson empuja a Ally a que los demás la vean y la escuchen, pero ella es el salvavidas de esa alma perdida que parece no encontrar el camino correcto nunca.
No voy a hablar del final, ni de lo que he sentido con él, básicamente porque rompería a llorar otra vez. Hacía mucho que una película no me removía algo por dentro. Hacía mucho que no sentía rabia. amor, miedo, tempestad e impotencia a la vez.
No voy a olvidar todo lo que me he llevado de las horas de mi vida que he dedicado a ver esta obra de arte. Ni voy a olvidar en todo lo que me ha hecho pensar sobre mi vida, y que por supuesto, hoy no voy a relatar. 

Supongo que hay cosas que nos remueven más sentimientos de lo que desearíamos.


PD. La escena de la foto, para mí, es una de las mejores. Todavía siento un nudo en la garganta. 







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