sábado, 27 de octubre de 2018

Quizá en Plutón.



Quizá en Plutón. Aquí en la Tierra no, tú no me miras. Aquí no, tú no respiras el olor que desprende mi pelo. Aquí no me deshaces el dolor ni me rehaces el amor y las ganas. En este mundo estamos distantes, en este la gravedad nos mantiene con los pies anclados al suelo. Qué aburrido colgarme de tus ojos y no poder precipitarme al vacío, escalar tu cuerpo y no poder gritar que llegué a la cima. 
Resbalarme constantemente entre tus dedos, mirarte sin entender qué es lo que tú miras. 
No encontraste la llave. Imagino que es eso, que no abriste la caja. Que no encontraste respuestas ni conseguiste la cura. Que en esta historia aún hay guerras y armaduras. Imagino que te refieres a eso, a que nada ha cambiado. Que tú no te muerdes las ganas para no besarme, que no giramos en la misma dirección, que el tiempo para ti va a 300 000 kilómetros por segundo y que para mí ya son 600 000. Que ya no te mueres de ganas de acogerme en tus sueños, que ya no soy la que sellará esas coordenadas en tu espalda con besos lentos. 
Aquí en la Tierra escucho el motor de tu coche mientras te marchas cuando abro el portal y siempre me pregunto lo mismo: ¿Algún día habrá un mundo en el que volvamos a ser posibles? ¿En el que estar juntos no rompa con todo? 
Las respuestas nunca llegan porque yo también he perdido la llave que abre ese cajón de resoluciones perfectas. La diferencia es que yo te miro embobada, llena de dudas, sabiendo que tras un beso todas se volverían insípidas, indiferentes y acabarían desapareciendo. Como aquel día de septiembre en el que sentí que ya no necesitaba ver más primaveras para saber a qué huelen las rosas cuando despiertan. Aquel día en el que sentí que había un hueco en la Tierra para dos astronautas perdidos. 

Pero tú no, pequeño viajero, tú no. 
Tú levantas la mirada en busca de nuevos planetas donde clavar tu bandera, donde sí haya oxígeno que sostenga mis locuras y tus maneras, donde un tú y yo quepa sin error ni fronteras. 

Quién sabe si allí arriba seguiremos respirando;
aquí abajo he empezado a preguntarme a qué saben los sueños cuando se apagan.

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