sábado, 4 de agosto de 2018

Si nunca...



- Te brillan los ojos.- hace una pausa, suspira y me mira-. Hacía tiempo que no te veía así. 
Le miro directamente mientras sonrío; entonces gira la cara. 
- Hacía tiempo que no me sentía libre. 
- ¿Crees que todo saldrá bien?- Andrea me mira muy seria.- Me refiero, ¿no tienes miedo? 
Claro que tengo miedo, pero no se lo demuestro. Suelto una pequeña carcajada y la acerco a mí:
- ¿Por qué crees que debería tener miedo? 
- Porque vas a perder muchas cosas- dice, sin pensarlo.- Y nadie está preparado nunca para perder algo que quiere. 
-  A veces tenemos que hacer sacrificios. Es inevitable. La vida es un juego, también debemos aprender a perder. 
- No quiero que pierdas nada por mi culpa- se le rompe un poquito la voz, aunque intenta disimularlo para que no sepa que está a punto de romper a llorar-. Ya has hecho suficiente cogiendo ese vuelo hasta aquí. Cuando me dijiste que venías...yo...pensé, pensé que estabas loco- ríe desconsoladamente mientras le cae la primera lágrima- ¿Cómo ibas a venir? ¡Y estás aquí!- vuelve a reír, pero se detiene y me mira fijamente. Yo le aparto un poco el pelo de la cara, dejando el mechón delicadamente detrás de su oreja. Con el pulgar de la mano derecha le seco las cuatro lágrimas derramadas mientras con la mano izquierda levanto un poco su barbilla para que me mire, pues está intentando apartar la mirada por vergüenza. 
- Llevaba mucho tiempo queriendo que llegase este momento. Ahora nada se interpone entre nosotros. 
- Has perdido la oportunidad de irte dos meses a África- me interrumpe sin miedo, con la voz enfadada, con los ojos llenos de dolor.- Tenías que hacer ese viaje, tenías que coger ese trabajo, tú sueño siempre ha sido fotografiar a...
De repente, la beso. No para callarla, no para interrumpir esa conversación, no porque no me importe lo que está diciendo, sino porque llevo meses sin verla y está preciosa. Porque siento la necesidad de estar con ella, porque el único diálogo que necesito no contiene palabras, porque han sido demasiadas noches sin rozar sus piernas bajo las sábanas, porque he echado de menos el olor de su pelo. 
- Siempre podré ir a África. En algún momento de mi vida, seguro que puedo ir. Pero nunca podría haber hecho este viaje si te ibas, nunca podríamos habernos visto si te marchabas a Nueva York pensando que te había abandonado. 
- Iba a esperar a ver si tenía noticias tuyas...Habría esperado, habría cambiado el vuelo, solo es un triste reportaje que...
- Es un triste reportaje que te va a dar ese puesto de trabajo en tu esperada revista. 
- ¡Pero te has sacrificado por mí!
- Por nosotros.
-  Y ahora yo me tendré que ir sabiendo que...
Saco un sobre del bolsillo. Me mira expectante, nerviosa, abriendo muchísimo sus ojos.
- ¿Qué? ¡¿Qué es eso?!
- Un billete a Nueva York. 
- Estás...estás...- rompe a llorar.-Estás loco.- ríe, llora, todo a la vez. Empieza a articular palabras inteligibles que creo que no comprende ni ella. 
- Te ayudaré con ese reportaje. Y cuando te den un pequeño descanso, dentro de cuatro meses, ya me ayudarás tú con mis fotos en África. ¿No lo entiendes? Todos tenemos sueños, Andrea, todos.- me levanto del asiento y miro por el ventanal de la T1.- Pero a veces tenemos que aprender a compartirlos.- se queda callada sin saber bien qué decir, y yo continúo-. El día que entraste, despistada, en esa clase, mientras ordenabas tu carpeta azul, ajena a todas las miradas que apuntaban directas a ti, supe que no me dejarías indiferente. Me bastó tomarme aquella caña contigo para saber que estabas loca, y eso me cautivó aún más. ¿Quién está tan loca como para coleccionar atrapasueños de todos los viajes que hace? ¿Quién sueña con trabajar en una revista que hable de pura literatura? ¿Quién se pone la camiseta al revés el primer día de clase?- río inevitablemente al recordar su cara cuando le dije, el día que la conocí, que llevaba la camiseta al revés-. Cuando te conocí supe que los sacrificios a tu lado dejarían de llamarse sacrificios. Quiero estar contigo, quiero que llenemos nuestras cabezas de ideas locas, que nos atrevamos con lo precipitado y lo absurdo. Quiero que vivamos y no tengo prisa. 
- David...- Andrea se levanta y me toma de las manos-. No hacía falta que...- mira hacia los lados, nerviosa.- No sé cómo tomarme eso. No sé qué decir. 
- No debes decir nada, solo que has traído auriculares para el vuelo, porque se me han olvidado...
- Sí.
- ¿Sí has traído auriculares?
- No. Se me han olvidado- ríe, con los ojos llorosos-. Que sí, que acepto. Que Nueva York contigo va a ser aún mejor. Que me gusta cómo piensas, que yo también supe después de esa caña que nuestras vidas cambiarían. Joder.- hace una pausa dramática mientras sonríe.- Que sí. Que vale, que nos vamos.
Le quito el gorro y la beso. Casi percibo el temblor de sus labios, el sabor de la aventura, el frescor de su aliento, el olor de su cuello. 
- No te vas a perdonar nunca lo de África, ¿lo sabes?- dice a dos centímetros de mi cara, mirándome directamente los labios.
- Eso ya me lo recordarás cuando estemos en cuatro meses en ese avión...
- Qué locura- susurra.
- Culpa tuya- replico- Si nunca te hubieras puesto la camiseta del revés...


1 comentario:

Ya me gustaría

 Es casi inconsciente este pensamiento recurrente que me atraviesa. Me cuento y les cuento que no es para tanto y lo cierto es que soy dos p...