martes, 29 de septiembre de 2015

Yo, mi, me sin mí.

Estoy tan vacía últimamente que siento que aunque escriba nadie va a aguantar tanto silencio.
Me duelen los gemidos que ya no emito, las risas partidas por el pasado. Me duele haber tenido que dejarme atrás para sobrevivir. 
Incomprendida, nadie entiende
que no quiera seguir donde solo
hubo heridas. 
Yo sola en mi soledad sigo huyendo 
no quiero encontrar a nadie
nadie va a llenar los huecos
con felicidad. 
Ansiedad limitada que se me acurruca en el pecho. Es casi dulce sentir la incertidumbre en los hombros, acariciando el peso de todo lo que llevo a cuestas. 
Quiero arrancarme este dolor,
mandarlo lejos.
No volveré a pisar todas mis huellas,
ya he pisado ese camino y la última vez las heridas me dejaron los pies llenos de dudas. No volveré a caerme.
No volveré a sacar las alas,
no me quedan fuerzas para volar.
Ya no me sé el camino de regreso, ando perdida entre las nubes de todas las mentiras que no vi.
Se me rompen las cuerdas vocales, ya ni hablando me entiendo, ni cantando llego hasta mí. 

Qué soy,
o quién. 

En qué me he convertido,
por qué no consigo ser la persona que reventaba el calendario con 365 días de felicidad por año. 

Por qué he cambiado tanto
y sin embargo mis miedos siguen
siendo los de siempre. 

Por qué el camino se vuelve 
más largo a medida que me acerco
a la meta. 




Por qué no he conseguido quedarme
aunque él se fuera. 

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