viernes, 29 de mayo de 2015

La última vez que me expuse asesinaron mi poesía.

Esta foto ni si quiera tiene sentido ya pero sigue gustándome. 





Necesitaba sentarme delante de una página en blanco.
Mirarla fijamente sin saber qué decir, como siempre. Pero sintiendo en el pecho que tengo mucho que contar. 
Siento cosquillas en los dedos, empiezo a teclear cosas sin sentido. 
A veces alguien me lee. A veces no, y el texto queda perdido en el olvido. Uno de tantos.
Llevo años escribiendo siempre aquí. Llevo cicatrices pintadas de verdades, tatuadas en los muslos y en todas las partes de mi cuerpo que aún descansan  en el recuerdo.
Me he dado cuenta de que sigo siendo frágil, y que la fortaleza que los otros ven en mi sonrisa últimamente no es más que fachada. He construido un muro enorme a mi alrededor y ya no dejo que nadie lo atraviese.
La última vez que me expuse asesinaron mi poesía.
Y supongo que ya no quiero darle a nadie el poder de destruirme. 
No me reconozco,de veras. Veo fotos antiguas y no recuerdo quién soy. Aunque sean de hace un año. ¿Cómo puede ser que en 365 días la vida cambie tanto?
Hoy solo soy un trozo de todo lo que quería ser.
Y me veo donde me veía hace dos años, solo que un poco más sola.
Ayer me bebí los recuerdos y hoy he vomitado melancolía.
Me abandono tanto que ya no sé ni dónde encontrarme cuando quiero volverme a buscar.
Quizá la chica de la sangre gélida esté equivocada, y yo no esté hecha para saciar la sed de nadie. Quizá nací para estar sola.
Quizá solo sepa estar sin nadie más que conmigo.
Últimamente no hay brújula que encuentre ningún camino.
Cada decisión parece ser incierta. Cada punto de contacto, inútil
No reconozco los lugares por los que antes pasaba cada día y ni mi ciudad sabe mi nombre, ni yo recuerdo el suyo. 
Me he hecho adicta a la poesía auto-destructiva. Y me he convencido de que no soy digna de querer a nadie. Me he auto-convencido de que cualquier opción sería mejor que yo, aunque sepa en el fondo que no es cierto.
Dicen que cuando escribes jodido todo el mundo siente que tus palabras son muy verdad.
Yo ya no sé diferenciar la verdad de la mentira. No sé quién me dará la espalda, ni si quiera sé quién viene de frente.
¿Confía alguien en mí, aún?
¿Confío en alguien, ya?
El mar se vuelve montaña, el aire para en seco, y de repente todo deja de tener sentido.
Mi reflejo no es paralelo a mí.
Mi mitad descosida busca los rotos y no los encuentra.
No sé ser yo.
No ser es saber que ya no soy yo.

Quizá ayer pinté con ilusiones lo que quería ser hoy y tal vez hoy no tenga ni idea de lo que espero ser mañana.
Me abandonaron en medio de un desierto helado para el que no tenía armas con las que enfrentarme. Me tiñeron de desesperación y salí ilesa de eso que llamaban amor.
Ilesa a medias.
Con más cicatrices de las que me gustaría.
Con menos recuerdos bonitos de los que quisiera tener.
Me abandonaron y fui tan estúpida que me abandoné.
Y creía que si me iba de mí misma 
algún día podría volver y encontrarlo todo arreglado.
Pero me he dado cuenta de que no, 
huir solo implica marcharse y volver
y darse cuenta de que todo sigue intacto.



Qué putada.
Creía que alguien iba a arreglar este desastre por mí.
Pero mis alas siguen siendo mías
siguen estando rotas
y aún no sé si quiero volver a volar.
¿Valdría la pena alzar el vuelo sabiendo que tarde o temprano, alguien o algo , va a volver a lanzarme al vacío? 









No quiero recordar cómo se volaba.
Por miedo a querer volver a hacerlo. 

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