miércoles, 8 de abril de 2015

Quemar con versos mi invierno...

Hoy hace 4 meses que te marchaste.
Y yo aún recuerdo el color de tus sábanas. Y la mirada que ponías cuando tenías ganas de mí. Nuestros secretos. Tus manos lavándome el pelo cuando nos duchábamos juntos. Aún te recuerdo. A veces me hago la tonta, y pienso que no existió esta historia. Y qué bien se me da fingir que ya no importa. Que me da igual no tenerte que avisar cuando llego a las 6 de la mañana sola después de haber ido de fiesta, emborracharme y decirle que 'no' a cualquiera que se me acerque. Porque que esté a salvo ya no tiene que importarte. Que se han acabado esas siestas de los viernes, cuando los dos llegábamos cansados de toda la semana y nos poníamos a mirar el techo contándonos cosas sin sentido. 
Y te diré que me da igual ya, y probablemente sea mentira. Les diré que no te quiero, que el daño superó el silencio que nos consumió un día. Y mentiré de nuevo.
Pero qué más da. No volveré a usar el mando rojo de la Play, esa que ya no usas. Esa que cambiaste. Ya no habrán más fifas en los que ganarme. Ni palomitas con sabor a domingo en tu sofá viendo esas películas de acción que tanto te gustaban. Ya no habrá beso en la intro de tu serie favorita. Ni llamadas de Skype. Y si tenemos buenas noticias quizá nos las contemos si nos cruzamos por casualidad.
Y me preguntarás qué tal. Y te diré que bien. Y te veré feliz y sonreiré por ti aunque por dentro quizá muera un poco más. 
Me temblará la piel en cada despertar y recordaré cualquier comida familiar en la que me sentí parte de ti.
Y el Zoo me hablará de ti y de tu ilusión de niño cuando paseábamos por allí. Y miraré estaciones, y veré Venecia en  cualquier aeropuerto y pensaré en lo cerca que estuvimos de tachar ese sueño de mi lista de lugares a los que ir. 
Aprenderé italiano y ya no te podrás reír de mi acento cuando pida un café en Roma. Y pisarás Japón en manos de otra que probablemente nunca te querrá como hice yo. Y quién sabe quizá vuelvas a enamorarte de alguien que escriba y te conviertas en la diana de todos sus versos. Y alguien te inmortalice como lo he estado haciendo yo.

Pero qué más da todo. Que le jodan al mundo. Te echo de menos y eso es algo que jamás me permitiré volver a decirte. Por orgullo o por saber que soy la única que sigue tras el cristal. 
Me volveré de cemento y juraré no volverme a enamorar. Te desearé lo mejor aunque me reviente que ya no seas feliz teniéndome.
Y romperé la canción que escribí. Y borraré todas esas ideas que tenía para regalarte el día que cumplas 20 años. Y tendré que conformarme con no verte. Con no abrazarte por miedo. Por no tenerte tan cerca. Por no volver a morderte los labios.
Y echaré de menos la cara que ponías al despertar por las mañanas. Y el Colacao que tú me preparabas. Y tu manera de quitarme la falda y los miedos. De esa camisa blanca que hace de tu piel morena un precipicio por el que tirarase. 
Que mis versos ya no tienen tu nombre aunque lo leas sin querer. O yo lo escriba sin saber por qué. 
Pero da igual. 
Olvídalo. No vas a volverme a querer.
No vas a mirarme. Ni a decir 'Qué bonica eres...' Cuando antes me hacías fotos durmiendo y las mirabas como si fuera lo más bonito del planeta. Aunque yo te pidiera que las borraras.
Pero qué más da. 
Este San Juan ya no vamos a arder bajo ningunas sábanas. O quién sabe, quizá tú sí. Pero ya no será mi piel la que fundas con tus labios.
Quizá me dé por quemar deseos y te incluya en la lista de 'Cosas que no diré'. Quién sabe. Quizá seas feliz. Quizá te tiemble la sonrisa si piensas en todos los momentos en que sonreí.
O quién sabe, quizá seas capaz de pasar todo un día sin pensarme. 

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