sábado, 8 de junio de 2013

Errene.




Hoy no es día doce. Ni tampoco veintiséis. Pero ¿sabes? Me apetecía escribirte.
Sé que leerás ésto. A menos que ya no me leas. Confío en que sigues revoloteando por aquí de vez en cuando.
No es un día especial, es más, estamos en semana de exámenes, así que no hay nada importante que marque estos días. Excepto tú. Tú has conseguido marcar todas y cada una de las páginas del calendario de mi vida. Sin ir más lejos, las cinco fotos que tenemos aquí representan días totalmente distintos, que hemos pasado juntos. El día en que pisamos ese puerto por segunda vez juntos e hicimos mil fotos que no me gustaban por mis manías. O un día cualquiera que comimos juntos en la calle del mar. Ese día del Dimoni, cuando después fuimos a la feria y comimos ese algodón de azúcar. Al lado, la foto donde estamos sentados en la playa. Ahí los fuegos aritificales no eran mágicos, no, era mágico tu abrazo. Tu mirada alzada hacia el cielo. Tu piel en la noche.
Y la última es una de todas esas tardes que hemos pasado en mi casa. Estudiando, haciendo deberes, o tumbados, sin hacer nada. Simplemente comiéndonos a besos, tal vez a miradas, diciendo palabras tan sinceras, contemplando lágrimas, siendo testigos de los abrazos más auténticos que jamás se podrán dar...¿No es increíble que en menos de tres meses llevemos acumulados tantos y tantos recuerdos? ¿No es increíble que tus buenas noches sean las únicas que necesito escuchar? ¿No eres increíble?
Jamás me cansaré de repetírtelo, porque no quiero que lo olvides nunca: A pesar de ser una loca paranoica, dar miles y miles de vueltas, ser una viciada a libros e historias, ser tan alocada, reír por mil tonterías, meter la pata tres de cada dos veces que hablo...Quiero que sepas que te quiero. Y que eso salvará todos los miedos y todas las circunstancias que se presenten, ¿entiendes? Lo salvará todo. Nos salvará siempre. Solo el amor nos salvará.
Por eso, Raúl Mejías López, es por eso que ya no siento miedo. Y hasta me conmueven mis propias palabras. No voy a sentir temor nunca más, no a tu lado. Porque sé que tus brazos me van a cubrir del mundo entero. Y te prometo que un día volaremos a kilómetros de esta ciudad, juntos.
Venecia, Nueva York...y esa infinita lista de lugares colgada el corcho de mi habitación nos esperan. No les podemos fallar. Algún día podremos decir delante de cualquier rascacielos de Nueva York a la luz de la luna que por fin empezamos a cumplir todos esos sueños.
Siempre trataré de demostrarte todo lo que significas para mí. El simple hecho de haberte cantado, el simple hecho de ser lo que soy delante de ti, sin pudor, significa tantísimo para mí como me imagino que supuso para ti.
¿Sabes? Tenemos ventaja delante de todas las parejas del mundo...Nosotros ya nos hemos perdido antes, nosotros ya sabemos lo que es hablar si no cada día, casi, siendo simplemente 'amigos', durante meses. Nosotros nos hemos mirado con amor mucho antes de decirlo en voz alta.
Eso nos hizo fuertes, nos dio el impulso para saltar.
Todo ha merecido la pena, Raúl.
Esas iniciales, ese 12, siguen inscritas en aquel árbol. Y ya han pasado casi ocho meses desde entonces. Nosotros éramos mágicos, por eso teníamos que encontrarnos.
Sujeta a tu mano me veo capaz de todo. De acompañarte en los momentos duros, que obviamente existen en la vida. De acompañarte en las victorias, en las alegrías, en los logros. Me veo capaz de escribir ese libro que ansío publicar, me veo capaz si tú estás ahí, a mi lado, siendo mi luz, eliminando esa oscuridad que siempre se posa sobre mí. Coges mis inseguridades y las destruyes una a una, retorciéndolas, haciéndolas invisibles. Le das un respiro a mi corazón cada vez que siente quedarse sin aire. Es simple, te quiero. Y aunque no sea capaz de darte razones concretas, créeme, si hubieran 1000 razones para no quererte, que no las hay, yo encontraría 1001 para seguir luchando por ti. No existe la palabra rendirse en mi vocabulario, eso ya lo sabes.
Así que no te marches- nunca- y quédate.
Nos desearemos las buenas noches por WhatsApp hasta que llegue el día en que solo tengas que acariciarme el hombro y deseármelas al oído, en forma de susurro. Hasta el día en que soñemos sobre la misma almohada.
Llenaré de palabras mil cuadernos, mil palabras tuyas, mil palabras nuestras. Ya no puede salir nada mal, estamos hechos a medida. Y ya nunca más vas a estar solo.
Mis labios son tan tuyos como míos, eso ya lo sabes.
Y no quiero otra marca en mi piel que no sean tus huellas dactilares.
Sé que si la vida intenta hundirnos, saldremos a flote. Juntos.
Porque si multiplicas 2 por 6 el resultado es un 12 infinito.

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