lunes, 10 de junio de 2013

Tan fácil.

Me tragué el cielo y me bebí las calles. Camine al compás del mundo y también nadé a contracorriente. Me perdí en la profundidad del negro intenso de sus ojos. 
- ¿Por qué no me contaste nada antes?.- guardé silencio y mire hacia la calle. Muchos paseaban riendo, otros discutiendo, algunos besándose. Otros simplemente, pasaban, como pasa la vida. No tenía pensado contestar así que no articulé palabra y él continuó, señalándome con el dedo en forma acusadora- Beth, cuando alguien está así busca el apoyo de las personas que la quieren. ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Por qué me has tenido a tu lado ignorando todo lo que te sucedía? ¿Por qué no me lo pudiste decir...?
Tragué saliva. También tragué esas lágrimas que amenazaban con salir. 
- Tenía miedo.- mi voz sonó tan débil que me dio la sensación de estar rompiéndome a trozos. Le miré punzante, amenazadora, le miré con intención de asustarle, pero él solo parpadeó rápidamente y reflejó en su cara una tristeza que nunca antes había visto en él. Se le humedecieron los ojos. Estaba apunto de llorar. Tapé mi boca con las manos, como si así pudiera ahogar en un segundo esos chillidos que se desbordaban en mi garganta. 
- ¿Miedo a qué?- su seriedad se me incrustó en el pecho.
- A que te alejaras de mí.
Calló. Apretó la mandíbula. Me miró fugaz, incrédulo. Tal vez no se podía creer lo que le estaba diciendo; tal vez le había dolido. O quizá su silencio era la confirmación de que se habría alejado de mí. Volvió a mirarme y me removí nerviosa, con las piernas temblorosas y mis ojos fijos en él.
- No me puedo creer lo que has dicho.
Espetó.
- Lo que tú no puedes creerte es cómo he podido callarme algo que te ha hecho tanto daño. Sólo quería que estuvierais bien. Sólo quería evitaros el dolor. Sólo quería ser feliz el tiempo que me que...
- No. No hay ningún tiempo, Beth. Ningún temporizador que diga en cuánto tiempo se consume tu vida. Vas a empezar el tratamiento y el cáncer hoy en día es...
- 8 %. 
- Pero...
- Quería que lo supierais cuando pudierais empezar a notar los cambios. Cuando empezara el tratamiento. 
- Soy tu pareja. 
- A ti quería protegerte por encima de todos, Eric...
- Me he sentido ajeno al mundo cuando me lo has dicho. Me he sentido ajeno a tu vida, he dudado en si conozco realmente a la persona con la que estoy...he dudado de tu sinceridad. 
- No sigas hablando, por favor. 
- ¿Tienes una idea de cómo me he sentido...?
- ¿Y tú? ¿Tienes una idea de lo que es saber que cada día que pasa puede ser el último? ¿Tienes una idea de lo que es sonreír cuando estás con tus amigos, con tu novio, para que ellos sean felices mientras tú te mueres? ¿Sabes lo que es ver a tu madre, llorando, desconsolada, en una consulta, con unos papeles en la mano que llevan los resultados de tu último análisis? ¿Sabes lo que es que tu madre te abrace cada noche y te diga que olvides lo malo y sueñes con una vida mejor? No. No tienes ni idea de lo que es intentar ser como los demás, intentar encajar, intentar disfrutar de las fiestas, de las quedadas, disfrutar de mi vida, de mis amigos, de los momentos familiares...de ti. Eric, de ti. No tienes una idea de lo que significa besarte sabiendo que ese beso de despedida en mi portal puede ser el último. No lo sabes. Por eso lloro al abrazarte, Eric. Porque por una milésima de segundo pienso en que realmente soy una chica normal que tiene un novio y una vida normal. Que podrá acabar sus estudios, ir a la universidad y cumplir todos esos sueños que están por llegar...
Quizá no me abandonarías, pero tenía que protegerte.
- Yo no me voy a ir. 
Hizo una pausa larga, contemplando el agua, la tranquilidad, la calma. Dio un suspiro y más calmado, con la voz baja se dirigió a mí.
- Hasta el final, Beth. Y si tenemos que saltar el final y curarte, estaré contigo hasta ahí, e incluso cuando todo haya pasado. Lucharé contigo. Dos contra una enfermedad puede ser más poderoso que una contra una, ¿no?
- No quiero que te veas obligado a...
- Eres lo más bonito que tengo, Beth. Y me niego a despertarme un día en una cama, dentro de una casa, de una ciudad, de un país, de un continente, de un mundo, en el que no estés tú. Por eso voy a luchar. 
Las lágrimas brotaron por mis ojos y le abracé. Diciendo tanto con tan poco. Exclamando tanto en silencio. El frío nos abrazó, pero ya no era gélido. Sentía una calor inmensa, una protección infinita. Sentía que por segundos ese 8% aumentaba, y aumentaba tanto, que por un momento llegué a pensar que salvarme sería fácil. Tan fácil como respirar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ya me gustaría

 Es casi inconsciente este pensamiento recurrente que me atraviesa. Me cuento y les cuento que no es para tanto y lo cierto es que soy dos p...