martes, 4 de junio de 2013

Ahí estábamos.



¿No te has planteado nunca por qué hay personas que un día conoces y piensas que no tiene sentido conocerlas? Que las conoces sin una razón aparente, de casualidad. Por una amiga, por situaciones, lugares...No lo sé. Alguien que conoces y pasa desapercibido y después...
Después, plaf. Llegas un día a una clase de treinta y pico personas y ahí está, sentado, mirándote. Y te sonríe, te dice 'hola', y te pregunta que qué tal estás. Y te faltan las palabras, te sobran esos latidos acelerados del corazón. Entonces, al pasar los días lo entiendes. Lo comprendes. Ahora ya sabes por qué hace cuatro años le diste dos besos mientras te pronunciaba su nombre. Ahora tiene sentido la sombra que pasea por tu vida y que huele a pasado. Porque ahora tenéis cuatro años más, mil experiencias vividas, mil personas conocidas, pero tenéis algo en común: una magia que apareció desde el primer día que os reencontrasteis. Y le ves el sentido, de repente lo descubres: sabes que aquel día, hace cuatro años, cuando te dirigías a un centro comercial sin razón aparente más que para conocer a un amigo de tu mejor amiga, te dirigías directamente hacia ese destino que años después se cruzaría. Y ahora todas esas veces en las que has sufrido, en las que has tropezado con otros, tienen sentido: sabes que todo era anterior a él. El antes de. Ahora él es tu ahora, tu después. Y sabes que os teníais que cruzar. Que el destino mezcló las cartas para que justo ahora acabarais en el mismo sitio, a la misma hora, en el mismo curso, en el mismo colegio. Ahora todas esas miradas ilusionadas se convertían en miradas que decían mucho más que unas simples palabras. Y ahora caminabas de la mano con alguien que hace cuatro años no era más que un mero conocido para ti. Ahora sabes que detrás de cada 'Espera' se escondía su nombre. Detrás de cada paso del destino, se escondía él.
Y todo cobra sentido, como si el universo hubiera conspirado contra vosotros y os hubiera colocado en el lugar exacto en el momento exacto. Y plaf. Ahí estábamos. 

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