jueves, 9 de mayo de 2013




La magia que desprendes con tus ojos. O esa habilidad que tienes de hacerme soñar. La manera en la que parpadeas, como alejando de ti al mundo entero. A todos, menos a mí. A mí siempre me refugias en tus brazos. Esa capacidad de hacer que sonría, de soltar tonterías, de quererme. Esa manera de cogerme la mano, o de acariciarme la cara al besarnos. La manera de alzar la voz al decir mi nombre, a pronunciar todas esas palabras que suenan a música cuando las dices tú. 
La manera que tienes de desprenderte de todo lo que te hace daño, o la cara que pones al hacerte el duro y fingir que hay cosas que no te duelen cuando sé que sí lo hacen.
Te he estado mirando tantas veces que me sé de memoria todas tus sonrisas. Depende de la manera en que hables o sonrías sé cómo te puedes llegar a sentir.
Es tan increíble el hecho de recorrerme el mundo de tu mano que estoy segura de que jamás querré dejar de hacerlo. Eres la primera persona a la que le dejo entrar de verdad aquí, al que le abro las puertas de mi vida de par en par sin miedo a que puedas irte y dejarme sola.
Contigo no me da miedo nada.
Y eso es la mayor prueba que puedo darte.
Que siempre estaré ahí. Para celebrar contigo tus logros y abrazarte en tus fracasos.
Yo no tengo planeado irme nunca.
Y no me hace falta prometerte nada, sabes que me quedaré contigo. 











Eres lo más cerca que he estado nunca del cielo.

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