sábado, 29 de diciembre de 2012

Doce rima con roce, y el roce de tus labios era mágico.

Es absurdo creer que nuestros caminos podrían ir entrelazados, porque sé que no.
Pero lo cierto es que cuando algo te hace inmensamente feliz no puedes arrepentirte de nada. También es verdad que los recuerdos pueden llegar a pesar. Pero es simple. La vida va pasando. Y aunque tú quieras abrazarle, la realidad te susurra que él ahora está lejos. Te preguntas porqué. Porqué las cosas acaban así, amargas. Y te preguntas porqué no tienes esas historias que lees en tus libros. Esas donde los protagonistas saben que lo peor que pueden hacer es estar juntos, pero rompen toda regla del destino porque cuando se miran son felices.
Lo absurdo de escribir sobre el amor es que casi nunca sabes lo que dices. Sólo lo sientes. Pero, ¿qué os voy a contar? todos hemos querido a alguien alguna vez. Todos tenemos recuerdos. Todos sabemos que hay una miguita de ti que se queda atrás, en el camino, cuando alguien te deja. Todos tenemos un pasado.
Y puedes mirar fotografías, puedes leer sus ' te quiero', puedes leer conversas antiguas, puedes mirar publicaciones antiguas, incluso algún comentario tonto en alguna foto. Pero lo cierto es que será efímero.
Yo, a veces, cierro los ojos para recordar. Y me traslado al pasado, justo en ese momento. Una mirada, una sonrisa. ¿A vosotros nunca os ha ido el corazón a mil por hora cuando alguien os ha dicho que os quería mirandos a los ojos? Puestos a confesar yo me acuerdo exactamente de su cara cuando escuché el primer Te quiero. ¿Sabéis qué? Esa tarde tenía un miedo horrible. Porque hacía mucho tiempo que no tenía una historia así, tan real. Tan auténtica. Tan...¿mágica?
Pero me lancé a la piscina. Así, sin manguitos. Porque yo sabía nadar, y aunque estuviera muy honda, estaba dispuesta a patalear para salir a flote si en cualquier momento me hundía.
Escribir sobre esto, en realidad, me hace bien, pero también me hace mal.
Y es por eso que creo que voy a dejar de escribir sobre ese nosotros que ya no está. Porque simplemente ya no existe. O sí, pero no sé verlo con nitidez. 


He borrado demasiadas entradas que hablaban de ti, por miedo a que vieras que cada palabra que dedico, cada maldito sentimiento, todavía habla de ti.
Es lo que tenemos los escritores...que nos dejamos ver demasiado. Siempre somos demasiado evidentes, transparentes. Y eso acojona. Acojona que alguien no sea capaz de decirte te quiero mirándote a los ojos, pero que con cien palabras pueda dejarte con la boca abierta.
Es por eso que creo que debo dejar de escribir sobre ti. Porque tú ya no necesitas que escriba sobre ti. Porque realmente tú enfocas la historia con otro objetivo diferente.

Porque yo tengo muy claro muchas cosas. La primera, es que me habría tragado mil partidos de fútbol a tu lado. La segunda, es que te habría apoyado en todas tus locuras. La tercera, es que te habría escrito mil veces, y habría escrito mil veces más sobre nosotros. Y la cuarta, es que si ahora vinieras y me besaras, creo que sonreiría hasta que se me cayera la sonrisa.
Pero uno debe aprender a dejar atrás las cosas que ya no le pertenecen. Y escribir sobre ti ya no me pertenece a mí. Se lo dejaré a alguien que te quiera como yo te quiero hoy. Se lo dejaré a quien quiera escribir sobre el matiz de tus ojos. Se lo dejaré a alguien que haya probado tus labios y haya pisado el paraíso. Te dejo en manos de alguna que otra chica que le guste escribir sobre ti, como me gusta hoy a mí.
Suena a despedida...pero supongo que algún día se me colará algún pensamiento sobre ti. En alguna frase, en alguna canción, en alguna película. En algún diálogo tal vez. Lo cierto es que quizá, un día, escribiendo sobre la vida, puede que se me escape algún halago a tu sonrisa.
Y antes de despedirme de esto, antes de dejar de escribir sobre mi Octubre preferido, déjame decirte que eres la Octava maravilla del mundo. Y créeme, los escritores exageramos mucho todo, pero...esto, esto es tan verdad como que hoy es 29 de noviembre, y como que me llamo Noelia Pérez Valerio. Que si ahora mismo tuviera que elegir con quien pasar la última noche del mundo, te seguiría escogiendo a ti. Es por eso que lo mejor será que deje de escribirte. No es justo que mis palabras susurren tu nombre. Y como odio las despedidas, no acabaré con un te quiero, acabaré con una sonrisa.










12, me despido de ti.

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