jueves, 10 de septiembre de 2020

renacer

 Sé que todo ha cambiado demasiado, y me siento pequeña a ratos, aún me pasa. Como si todas las piezas que quedaron en el suelo ya no tuvieran un sentido al no estar juntas, como si algo dentro de mí hubiera mutado realmente y se hubiera convertido en algo más. Lo desconocido, penetrante y siniestramente bonito, me persuade. Le doy una oportunidad con los ojos bien abiertos, sin atreverme nunca a cerrarlos del todo, por si la lluvia vuelve a acariciarme las pestañas y a caer, redonda, por mis mejillas. Escurridiza y absurda. A tientas, busco. No hay nada, solo yo. Me di cuenta que era eso lo que quería, aunque no lo supiera, solo yo. Y tener que hacerle frente a mi reflejo fue, de lejos, lo más complicado. Tener que admitir que esa voz interna no estaba tan equivocada y que, aunque no quisiera escucharla, tenía razón: iba a partirme en pedazos.

Y sin poder acelerar el proceso, de forma lenta y compleja, de todas esas piezas, debía renacer yo.

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