Escribo casi por inercia. 48 horas pueden ser un suspiro o verse encarceladas en una sombra. En mi caso me persigue un manto de inseguridad y miedo que lleva seis letras. Ojalá no sentirme así, pero es tan difícil encontrarme segura entre tantas tormentas. Me está costando tanto confiar, es como si no estuvieras. No estás. Realmente no lo estás. Y qué bien que pueda darme cuenta.
Ojalá vengas a buscarme y me digas que todo valdrá la pena. Que no habrá miedo, ni tormenta, ni desdicha, ni el roto o descosido que deja la duda.
Dime que tú no te irías. Y no te vayas.
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