sábado, 15 de agosto de 2020

Diles que no pasen

 Puede que me dé tanto miedo el abandono que me he encerrado aquí, donde el agua no consigue rozarme, donde no hay peligro. Aquí no pueden alcanzarme, no podrán hacerme daño si no logran tocarme.

Voy a hacerme la fuerte de nuevo, evitar encontrarme conmigo, no me gusta cómo duele cuando se van, así que ya no podrán venir jamás a este pequeño rincón. Si no llegan no podrán marcharse, y si no se marchan no habrá herida, porque eso significará que jamás habrán estado. No voy a dejar que nadie desmonte esta muralla que he construido con mis propias manos. La última vez que me dejé llevar me costó ocho años entender lo que debería haber visto en el segundo cero: que esa persona jamás se quedaría y que acabaría huyendo. Fueron dos las oportunidades que tuve de alejarme y decidí luchar. Desde aquella derrota entendí que de nada sirve esforzarse si al otro lado no queda nada.
Me daría miedo que volviese a pasar lo mismo, más noches en vela susurrándole al recuerdo. Quizás por otro nombre y otros ojos, tal vez por otros labios, pero el dolor sería de nuevo el de la ausencia.
Y vendrían las fotos rotas, las canciones de desamor y las alas flojas.
No quiero que me vuelvan a hacer daño, así que diles que no pasen, que no vengan, que no prometan. Que si llegan lo hagan si que me dé cuenta, y si se instalan sea para quedarse.

Diles que no podré soportar un arañazo más. Que no me quedan días en el calendario. Diles que tengo mucho miedo. Que no sé abrirme ya al espacio, que fagmentaron mi universo y de mí ilusión ya no queda ni rastro.

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