lunes, 18 de mayo de 2020

Noches de diálogo

- Nunca me perdonaste, ¿no? Que me fuera - dijo Valeria mirándole a los ojos. Nacho vaciló unos segundos antes de responder y dijo con voz clara:
- Fui yo, te pedí que te marcharas.
- Pero después dijiste que me quedara. Y no lo hice. Sé que nunca me perdonaste, sé que te herí y que te rompí en mil pedazos-. El silencio era ensordecedor, así que Valeria lo llenó con sus palabras.-Y no hubo ni una noche en la que no pensara en si había hecho lo correcto. Al decir que no me quedé siempre con la duda de qué hubiera pasado si hubiese dicho que sí. 
- Hiciste lo correcto- insistió él. 
- Pero sufriste.
- No podemos cambiar el pasado-. Se mordió el labio, descartando la siguiente idea que asomaba por su boca. 
- No, es inamovible,- añadió ella- pero de verdad que creí que podríamos cambiar el futuro...Estaba convencida. 
- Puede que el pasado nos marque tanto que no seamos capaces de mirar hacia otro lado cuando este vuelve-. Nacho se asomó por la ventana, dándole totalmente la espalda a Valeria. Dejó la taza encima de la mesa y se giró para ver la reacción de ella, que aguardaba con los ojos muy abiertos y los brazos cruzados. Le arañó el corazón verla así, pero no parpadeó ni dejó ver un solo ápice de tristeza.
- ¿Me quieres?- Valeria lo dijo con un hilo de voz tan pequeño que temió haberlo escuchado solo ella.
Nacho agachó la mirada, en busca del suelo, y después volvió a levantarla. Fijó su mirada en ella, frunció el ceño y sus ojos se empañaron por completo-. Es igual,- continuó ella tras unos segundos de silencio que se hicieron eternos- no tienes que responder. Es una tontería, ya no tenemos por qué hablarlo. Ya nos hemos dañado suficiente.
Valeria hizo ademán de irse, agarró su bolso marrón y la chaqueta de cuero y se dispuso a salir de la cocina. Nacho tardó unos segundos en reaccionar, pero salió a por ella, y a la altura del recibidor, la alcanzó. La agarró del brazo y la arrastró hasta él, para abrazarla con fuerza. Sumergió su nariz entre los mechones castaños de su pelo e inspiró profundamente. Siempre olía bien, y su pelo era como un rincón de flores. La apretó hacia él con tanto ímpetu que no fue siquiera consciente de la fuerza que estaba ejerciendo. Valeria apretó los puños al pasarlos alrededor de la cintura de él y una lágrima cayó en picado para mojar la camisa de Nacho.  
- Lo siento- susurró ella- no sé por qué estoy así...llora...-no pudo acabar la frase porque al levantar la mirada, se encontró con los ojos llorosos de él, que dejaban caer unas lágrimas tímidas y frías. Estaban tan cerca que sus respiraciones se mezclaron, sus labios estaban a pocos centímetros, y los ojos de ambos clavados en la pupila ajena. Percibían sus reflejos y, por inercia, se acercaron tanto que sus labios se rozaron. Un beso salado se tornó amargo cuando al separarse los ojos de Nacho parecían dos piscinas rebosantes de agua. 
- Creo que la respuesta es no- espetó ella-. Y no pasa nada, Nacho, está bien, de verdad. Solo quería...quería entenderlo. Quería saberlo. Intento trepar un muro que te has construido con tanto empeño a tu alrededor...es imposible, nunca te alcanzo, nunca puedo llegar hasta arriba y cruzarlo. Eres tan complejo...
- Ojalá pudiera explicarte todo lo que hay detrás de ese muro- sus ojos eran muy sinceros.
- No importa, en el fondo sé que lo construiste cuando me marché con él. Me lo merezco, Nacho. Merezco esto. Es normal que no puedas querer a quien te obligó a pasar página, ni a la persona que no quiso darte otra oportunidad. Merezco que te vayas de mi vida, que nada sea suficiente, que ese pasado no se vea compensando. 
- Son los fantasmas que habitan en todo lo que fuimos- sentenció él. 
- ¿Sabes? - dijo Valeria abriendo la puerta, despacio- A veces fantaseo con conocerte de nuevo y empezar de cero. Te demostraría que eres la única persona a la que he querido de verdad, por la que he luchado. 
- Sé lo que sientes por mí y sé que siempre te has quedado conmigo, Val, no es eso...Es...yo...
- No me tienes que dar explicaciones.

Valeria cerró la puerta tras de sí, con la sensación de que aún tenía muchas cosas que decir, pero sin poder formar una frase con sentido. Su mundo acababa de desplomarse y a su mente acudían errores del pasado, como si de una película se tratase y solo pudiera rebobinar. En el fondo entendía que el pasado amargo había complicado las cosas entre ellos, así que respetó su decisión y se marchó. 
Nacho sintió cierto alivio cuando Valeria se fue, una parte de su mente descansaba porque al fin podía haber sido sincero con ella; la otra parte aún la quería abrazar y pedirle perdón. Se iba a quedar con la sensación de que ella lo odiaría un tiempo, pero Valeria ni siquiera lo intentó. No habitó ni un ápice de rencor en ella, solo una tristeza que se le instaló en el pecho y empezó a formar parte de sí misma. Se preguntaba si algún día lo volvería a ver, si volverían a reír juntos. Nacho pensó en que al final, eran tan buenos amigosque pesaba el doble la despedida. Quería volver a verla reír, escuchar sus estupideces, su pasión por lo insignificante. Ella quería la templanza de él, su calma y sus manos frías. 
Ambos se hicieron la misma pregunta, si la vida algún día volvería a unirlos, y los dos se encontraron con la misma respuesta: una gigantesca incertidumbre que nublaba la entereza. Ahora solo les quedaba abril, los recuerdos dulces y un amargo sabor bañado de despedida. 

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