domingo, 24 de mayo de 2020

Despacito a mi sombra

En esta noche de mayo calurosa, que me pegan las sábanas al cuerpo, leo hasta las tantas y me hago un ovillo en la cama. El dolor de ovarios me recuerda que sigo siendo humana y que estoy justo aquí: en medio de un montón de piezas diminutas que antes reconocía como obras de arte. Seguro que aquí nadie puede encontrarme.
Nos acercamos precipitadamente al comienzo del nuevo mundo, desembocando en una fase sobre la que apenas tenemos pistas. Me siento la protagonista de una peli mala de zombis. Seguro que aquí también me matan la primera. 
El caso es que ha pasado demasiado tiempo desde aquella última vez que me vi en mi rutina y en mi normalidad y todo parecía ir bien. Las cosas se empezaron a torcer cuando llegó la desilusión, el encierro y la apatía del mundo hacia mí, o de mí hacia el mundo (no lo tengo muy claro).
Cuando vuelva a salir ahí fuera voy a querer volver a tener la vida que antes tuve y va a ser muy duro no encontrarme contigo en ella. Es irónico que la distancia pueda traerte las cosas de vuelta, cuando la memoria te la juega y disfraza de realidad el recuerdo. 
Estoy hasta los mismísimos de estar tan sobria, tan sola, tan vacía en este cuarto lleno de entretenimiento crudo. Necesito bailar en algún bar y beber hasta olvidarme de mis apellidos. Perderme entre la oscuridad de la noche, volver cuando haya amanecido y dormir hasta las cinco de la tarde. Volver a tener esos sueños tan bonitos que algunos días tenía y no estas pesadillas que me recuerdan que en una época de mi vida fui tremendamente feliz.
Hace demasiado calor para estar cuerda y me creo una valiente de mierda por escribir lo que siento, cuando, de toda la vida, el papel solo tiene espacio para cobardes que jamás dijeron una palabra de lo que sentían.
En el fondo todo escritor merece esta desidia, esta agonía punzante, o la sensación constante de que hay algún roto que coser con palabras estúpidas que no va a leer nadie. 




Ojalá me hubiese gustado más la astrología que la poesía, ahora estaría camino a la luna y no arañándome la espalda con esta prosa que jamás me dará nada más que insomnio. 
Algunos comienzan a ver la luz en el túnel, yo le he cogido manía a los espacios abiertos y solo me encuentro cuando me acerco despacito a mi sombra.

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