jueves, 11 de abril de 2019

Admito que es un acto puramente cobarde. La ventaja es que jamás dije que no lo fuera, y supongo que eso es lo que me salva. Me contemplo desde fuera, como si, ajena a mí, pudiera soportarlo todo un poco más. Quizás es la inercia la que me empuja a desfilar por el pasillo conformista de los años, quizá es mi manía acrobática de entender que no he estado tan cerca nunca, que no lo estaré. Quizá es mi optimismo, mi pero si todo va a ir bien, lo que me convence de que no me dé por vencida. 
Vivo remando, pensando que habrá tierra firme que pisar algún día. El cielo me mira incrédulo: ¿Otra vez estás con eso? Puede que sea monotemática. Puede que me deba un poquito más de verdad, puede que no le quede oxígeno a este antro, puede que solo necesite algo más de dignidad. 
Mientras, me sirvo copas que siempre están vacías. Finjo que bebo, lamo mis finos labios y sonrío: Este ron está muy bueno. Pero si tú ni siquiera bebes por placer. 
Admito que, a veces, tras el cristal helado se esconden los mayores disfraces. Y es cierto que eso nunca solucionó mis problemas, pero me hizo olvidar que existían. Al menos hasta la resaca.
Nunca fui buena oradora, se me dio mejor esconderme bajo mis letras. Aunque en demasiadas ocasiones pienso que ya ni eso me queda. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ya me gustaría

 Es casi inconsciente este pensamiento recurrente que me atraviesa. Me cuento y les cuento que no es para tanto y lo cierto es que soy dos p...