viernes, 13 de noviembre de 2015

One year ago.

Hace un año exactamente que pasó.
Tu sorprendente frustración, esa llamada telefónica que lo cambió todo.  Hace un año que algo en mí murió. Y desde entonces no ha pasado un día en el que no recuerde cómo empecé a desmontarme poco a poco. Un mes. Un mes de idas y venidas, en el que tus llamadas se hacían presentes cada noche. Hablábamos porque te hacía sentir mejor, pero ya no querías verme. De vernos casi a diario pasamos a vernos una vez a la semana. A veces ni eso. Siempre estabas triste, nunca parecía satisfacerte ninguna de las cosas que te decía. No salías del agujero. Lloré cada noche, tras colgar el teléfono. Lloraba porque sabía que había empezado el camino hacia el final. Comenzó el duelo.
Hoy hace un año que nuestra historia cambió. Pronto hará un año de aquella noche en la que dormimos juntos, pero más lejos que nunca.

Hace un año que cortaste el cable, que me apartaste. Hace un año del desastre, y si lo recuerdo hasta escuece.
Te lloro porque echo de menos lo que eras antes de convertirte en el chico que decidió que lo mejor era seguir, pero por separado.
Ahora ni tú eres el chico del que me enamoré ni yo soy la chica que lo daba todo por tu risa.

No duele la pérdida, duele el cambio. En tan poco ha pasado tanto que ni nos reconozco. Con lo que me gustaba mirarnos en esas fotografías.
Hoy no nos veo aunque nos esté mirando.
Te perdono por marcharte, pero yo nunca me perdonaré por haberte esperado tanto tiempo. Y fíjate, aun así llegaste tarde.

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