viernes, 1 de mayo de 2015

Creer en todo es como creer en nada.

Y creo que ya no puedo creer en nada.
Porque nada es suficiente
porque toda confianza se queda corta.
Y entro en la espiral de querer y no poder,
de arañarme la espalda con miedos.
Porque giro, giro y giro
y no sé volver
al lugar de origen.


Supongo que estoy intentando evitar
la próxima caída.
Pero ya he alzado el vuelo
y cualquier persona cuerda
debería saber
que al igual que todo lo que sube baja
si hoy estoy arriba
mañana caeré.



Y qué miedo más tonto le he cogido últimamente a las caídas.
Será porque han dolido tanto
que han dejado cicatrices
que me gritan
que no las abra
otra vez.

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