Porque quizá sepa escribir palabras, pero cuando se trata de plasmarlas en voz alta, mi voz se retira. Si querías saber cómo estaba solo tenías que preguntárselo a mis pupilas. Y te darían más información que los hoyuelos de mis mejillas, esos que hablan por mí cuando callo sonrisas. O las disfrazo con serenidad. Yo te dejo perderte en el marrón de mi mirada almendrada. Así como te hago un hueco entre mi hombro y mi cuello y dejo que apoyes tu cabeza cuando los problemas pesen en ella. Te dejo perderte en mis latidos, acompasados, que van al ritmo de tu risa. Guíate a través de las pecas de mi espalda que trazan líneas imaginarias que forman constelaciones. Si quieres te dejo marchar, para poner a prueba tu sentido del humor amor y sepas volver a casa. Ya sabes, por si quieres enredarte entre las sábanas. Por si quieres recorrer el cielo agarrado a la esperanza, atado a mi espalda. No hablemos de amor, pongámosle tu nombre; queda mejor.
Y que nos envidien todas los enamorados del mundo, por no poder llegar a ser como tú y yo esta noche. A ser como tú y yo, amor. Por no poder brillar al son de nuestros corazones.
Y que nos envidien todas los enamorados del mundo, por no poder llegar a ser como tú y yo esta noche. A ser como tú y yo, amor. Por no poder brillar al son de nuestros corazones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario