domingo, 10 de febrero de 2013

Alzar el vuelo.



Esperé demasiado. Tenía que verte una vez más, tenía que saber que eras real. Tenía que probar, tenía que saltar, tenía que alzar el vuelo. Claro que tenía mil posibilidades de caer, pero no iba a quedarme mirando las nubes des del suelo. Tenía que alzar los brazos, tenía que tocarlas. Tenía que saborear la dulzura de los sueños, y probar el tacto de ese cielo que tan inalcanzable me había parecido siempre. Pero todo en la vida tenía un toque agridulce. Y todo lo que sube baja. Y si levantaba el vuelo algún día algo me haría aterrizar. Pensé en lo puta que es la vida, y me hice tantas preguntas como respuestas que jamás hallé. Pero al fin y al cabo me cosí las alas, y volví a alzar el vuelo. ¿Qué era la vida sin intentos que abocaban en fracasos? Todo error, toda experiencia te hace crecer. Y al final te das cuenta de que eres simplemente un conjunto de fracasos y éxitos. Y que estás hecho de sueños con toques de realidad. Como si tú fueras tu propio equilibro, tu propia balanza. Como si tú te empujaras a caer y después te ayudaras a levantarte.

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