viernes, 18 de enero de 2013

El día en que me perdí a mí misma.


Y se partieron todos los esquemas que ideé. Cayeron todos los castillos que construí, se hundió la ciudad bajo el mar gris. Nunca supe cómo decir, cómo hacer, cómo sentir todo lo que sucedía. El mundo se iba apagando y yo era incapaz de mover un dedo. Sólo asentía y me cruzaba de brazos. Vi cómo ardían los sueños, me proclamé libre y yo misma me cosí las alas para no poder volar. Creí dominar todo lo que sentía o creía y en realidad ni yo misma era capaz de apostar por mi destino.
Creé tantos sueños que después destruí, alcé tanto los brazos, que por un momento creí tocar el cielo. Pero estaba soñando, la ciudad seguía ardiendo, pero yo ya no rozaba las nubes, no, ya no. Sólo existía miedo, temor. Un temor inmenso al dolor. Un sentimiento tan puro como falso, una esperanza que se consumía conforme pasaron los días. Se cayó, se cayó todo mi mundo. Y yo no hice absolutamente nada para salvarlo. 

1 comentario:

  1. Quizás debia caerse para dar paso a uno mejor ;)
    me encanta como escribes


    http://mivida-y-miscositas.blogspot.com/

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