lunes, 31 de octubre de 2022

La última vez que fuimos


Recoges tus cosas. Solo quedan tres bolsas. Lo último de ti en estas cuatro paredes. Llevábamos tres días sin vernos. Uno sin hablar, y ya me sentía más vacía. Verte llevándotelo todo me consume. Una parte de mí desea agarrarte con fuerza y no dejar que te vayas; la otra, espera verte marchar para empezar su duelo. Me abrazas fuerte (sabía que no iba a ser lo suficientemente largo, ni tres horas me lo hubiesen parecido). Me besas el pelo. Me dices que valgo mucho más que la mitad de la población. Me recuerdas que no deben aprovecharse de mí y que no deje de beber agua. Me llamas leal, honesta. Me dices que siendo como soy voy a lograrlo todo. Ni siquiera te estoy queriendo escuchar; solo te miro, con los ojos inyectados en lágrimas, mientras te despides. En la puerta bromeas. Yo te digo que si un día te haces oro me envíes una botella de cava. Tú me dices que me pagarías un curso de doblaje. Eso me pellizca el corazón. Siempre has tenido respuesta para todo. 

Siento que será la última vez que te vea. Al menos por mucho tiempo. ¿Qué será de ti?¿Encontrarás la manera de levantarte? Te digo que te echaré de menos y el silencio nos sentencia. Ya sé que tú no, seguro que he estado de más. Te digo que serás feliz y me dices que no crees poder serlo.

Ojalá pudiera darte un poco de verdad, de esa honestidad que tanto admiras. 

Te veo marchar y me hago pequeña, mientras siento que las paredes vienen hacia mí para consumirme. El piso está vacío de ti y, sin embargo, lo llenan los recuerdos que bailotean en mi cabeza. Te veo en la cocina, cortando el queso para hacer la carbonara. Te visualizo en la pizarra tachando una noche trabajada. Robando chocolate en ls nevera a altas horas de la madrugada. Te veo en la silla comiendo, concentrado, con un cacho de pan en la mano. Te imagino en el sofá, indignándote para que vaya a darte besos en la espalda. Te recuerdo cantando en la ducha, contándome mil planes mientras te arreglas. Te recuerdo entrando por la puerta, al llegar del trabajo, con la mochila en la espalda y el gesto cansado. 

Te recuerdo en esta misma cama desde la que escribo hoy, arropándome todas las noches. Dándome mil besos y las buenas noches. Te recuerdo en mí y me quedo sin habla. Siento que me han arrancado un trozo de mi cuerpo. Siento el vacío tan adentro que he perdido el apetito, la risa y el sueño. 


Tengo tantas ganas de llamarte y que me conteste ese antiguo tú, que me diría “hola, amor”…. 

Pero sé que te has ido para siempre.

Es la última noche que pasaré aquí. No puedo soportar que hayas desaparecido. No puedo no sentirme morir. 

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