Y, sigiloso, el huracán seguirá creciendo, dejándome a mí dentro, quedándose en silencio, rompiendo con el mío. Me levantará, me hará creer que soy propia de él y cuando pase y arrase con todo se irá. Se irá como el otoño, tímido, entre la nieve y la música navideña, lo hará como el pájaro que, cansado de dormir, se echa a volar y emigra lejos. Se irá como se va todo, como el tiempo y la ceniza, como el hielo y la pólvora. Me lo advirtieron y yo no lo escuché, pero el huracán se irá.
Nadie sabe que estoy aquí, nadie puede saberlo. Les convenceré a todos, les diré que fue un mal sueño, que era mentira lo que mis ojos gritaban, que les obligué a hacerlo. Y no me creerán, sé que no lo harán, intentarán arroparme y hacerme callar. Me mirarán condescendientes y lamentarán mi inocencia, se preguntarán qué hicieron mal, qué no dijeron, por qué no les escuché.
Y yo me haré un ovillo en la cama y me arroparé, a prueba de balas, guardando momentos que nunca contaré. El mundo se estará cayendo a pedazos y yo no me inmutaré, la lluvia destrozará los cristales y no me mojaré, el huracán se irá para siempre y no me lo creeré.
Me haré pedazos otra vez y callaré.
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