martes, 13 de agosto de 2019

ensordecer

Estar siempre al pie del cañón es difícil. Llega un punto en el que te detienes, observas, te das cuenta de que vas a quedarte sin brazos si sigues estirándolos tanto y con tanta fuerza. Creo que nunca se me ha dado bien rendirme, pero nadie me enseñó a ganar. Me pregunto en qué momento me hice tan mayor, en qué punto llegué a ver la realidad tan nítida, en qué preciso instante dejé de creer en los sueños. Quizás la vida se encargó de recordarme siempre que a cada paso que doy debo retroceder cinco. Es una partida que no voy a ganar nunca, por mucho que tire los dados, por muy alto que salga mi número, todo esfuerzo acaba siendo inútil. Todo es ficción, soy parte de una obra que nunca se estrena, para la que no dejo de ensayar. Me estoy abriendo delante de ti, lo estoy dejando todo sobre esta mesa y tú no te das cuenta.

Pero todo bien, aún conservo mi armadura.


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