domingo, 24 de febrero de 2019

Noelia nunca se habría dejado vencer.




Me pregunto si algún día dejaré de sentir que nada está en mis manos. Amanezco entre sombras y horas sin sueño, me consuelo diciéndome que todo saldrá bien, pero ¿alguna vez tuve razón? He destruido menos veces de las que me destruyeron, y aun así, la culpa me hace caminar lenta. Me siento culpable de todo, me siento culpable cuando los ojos incrédulos de las personas me señalan cuando cuento alguna mala historia que dejé que me pasara por encima. No pueden admitirlo, pero me consideran estúpida. ¿Cómo alguien aguanta algo así? Yo también me lo he preguntado muchas veces. No me reconozco en la persona que he sido ni en la coraza que me he construido y aún llevo a cuestas. ¿Creéis que es el pasado el mismo que me encadena y me impide creer en algo? Me cuesta muchísimo creerme las cosas buenas que me suceden, espero siempre la puñalada, la despedida. No es culpa de nadie, es mi culpa. Yo permití que me estrujaran el alma, que me anularan, que acabaran con la mejor versión de mí. A veces lloro recordándome, porque revivo momentos tensos en los que tuve pensamientos muy oscuros, que me llevaban a dejarlo todo y marcharme lejos. Son años de mi vida que ansiaría borrar, con muchísima fuerza, hacer como si no hubieran existido. Pero mis heridas, mis cicatrices lilas, me recuerdan que fueron ciertos todos esos instantes en los que deseé cerrar los ojos y desaparecer. Días pesados con clases infinitas, rutina aplastante que me consumió, por estar acompañada de la mano que iba encargándose de derruir todo lo que yo construía. Creí que no valía para nada, que ni la música ni la escritura me reconfortarían. Estoy muy avergonzada por todo, me da vértigo admitir que comparto ADN con aquella chica que lloraba apretando su cara contra la almohada, por las noches, para no dejar que nadie escuchara sus sollozos. Que soy aquella que se cambiaba de ropa, que se ponía unos pantalones ante el miedo y la prohibición, dejando en el armario su falda favorita. Me da pánico admitir que soy yo la que inventaba excusas para no asistir allí donde sabía que podría haber conflicto si iba acompañada de mis cadenas. Me da miedo estar a la defensiva, haberme vuelto gélida. ¿Por qué perdí meses y meses, años y años, luchando por salvarme? ¿Luchando por no ahogarme? Si no me soltaba las cadenas, ¿cómo iba a llegar a la superficie?
Ahora respiro, pero admito que le he cogido miedo a todo. Y esa es la mayor putada, el peor legado que podrían haberme dejado. Si yo nunca le temía a nada, si yo iba a por todas, si yo era consciente de que podría luchar y conseguir lo que me propusiera. ¿Por qué me da miedo amar? ¿Por qué me freno? ¿Por qué ahora que soy libre no vuelo alto? ¿Por qué no soy capaz de pronunciar un te quiero? ¿Me da miedo que me abandonen? ¿Me da miedo ser la que era antes? ¿Le temo a mi pasado o a mí misma? 



Estoy preparada para muchas cosas, pero voy a necesitar que me lleven de la mano al principio. No necesito ser salvada, me supe salvar yo sola, aunque fuese tarde. Solo necesito que crean en mí y que me vuelvan a querer, supongo que a esa Noelia que intento volver a ser. O a esa Noelia que aún cree en historias verdaderas. Me acojona coleccionar heridas nuevas, pero también sé que si no me atrevo a decir lo que siento, que si no vivo lo que quiero vivir, me arrepentiré durante el resto de mi vida. No le puedo tener miedo a esto, porque aunque lo tenga, Noelia nunca se habría dejado vencer por él. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ya me gustaría

 Es casi inconsciente este pensamiento recurrente que me atraviesa. Me cuento y les cuento que no es para tanto y lo cierto es que soy dos p...